El primer ministro noruego, el laborista Jens Stoltenberg, se puso el uniforme obligatorio de taxista y condujo un taxi por las calles de Oslo para conocer mejor las opiniones de los ciudadanos. La iniciativa de márketing político se desarrolló durante una tarde del mes de junio. El coche estaba equipado con cámaras ocultas para utilizar las reacciones de los pasajeros, si éstos querían, en una campaña de publicidad. Algunos de los "clientes" fueron elegidos al azar, pero otros fueron llevados al taxi sin saber que el conductor sería Stoltenberg. "Para mí es importante escuchar lo que la gente piensa de verdad y hay un lugar en el que dicen lo que piensan de la mayoría de los asuntos, y es en un taxi", ha afirmado Stoltenberg, según recoge el diario noruego 'Aftenposten' en su edición digital.