La plaza Tahrir se despierta con fuerza. "Hagamos una nueva revolución", gritan los manifestantes, que han pasado la noche del sábado en este emblemático enclave del Cairo. En el suelo, unas lápidas simbólicas recuerdan a los más de 800 muertos durante la revuelta que expulsó del poder a Mubarak en febrero del año pasado. Ayer, el ex presidente fue condenado por esa represión a cadena perpetua, igual que su ex ministro del Interior Habib al Adli. Sin embargo, Mubarak, sus hijos y seis de sus colaboradores fueron absueltos de los cargos de corrupción. Eso es lo que indigna a muchos de los que han vuelto a la plaza. "Si los hijos de Mubarak y sus ayudantes no son culpables ¿quién dilapidó los recursos del país?", se pregunta un hombre.