Antes de llegar al momento del puñetazo, el agresor de Mariano Rajoy chateaba con sus amigos en WhatsApp. Uno colgó una foto del presidente, que paseaba por Pontevedra, y el tono de la conversación subía. "Voy corriendooooooooooooooo", decía el agresor. "Capi matálo", "Los pulgares en los ojos" o "Escúpele en las cuencas" eran algunas de las respuestas en un grupo de la plataforma de mensajería. Después, los mensajes empezaron a tomar un cariz más serio: "Este es capaz de meterle" o "Que no haga ninguna gilipollez". Después, otro del agresor, el último antes del puñetazo: "El deber me llama".