En una época no muy lejana en la que el conflicto y la oscuridad se apoderaron de los territorios en España, la mirada de un niño se cruza con la de Rogelio, el ejecutor. Convencido de que el niño lo matará cuando crezca, Rogelio abandona a sus camaradas y se dedica a cuidar de la higuera que el crío ha plantado sobre la tumba de su padre y hermano. Cipriana, la mujer del nuevo alcalde, acrecienta la fama de Rogelio como ermitaño y santón, y convierte el lugar en centro de peregrinaciones. Ermo, el codicioso chivato que denunció a la familia, no se separa de Rogelio, convencido de que bajo la higuera se esconde un tesoro. Los antiguos camaradas, que ven con estupor cómo la higuera crece entre los peregrinos señalando el lugar de la ejecución, intentan que Rogelio abandone su misión para deshacerse de la higuera y borrar el incómodo rastro.