Con asombrosa fuerza y aplomo, Sergei Polunin irrumpió en el mundo de la danza y se convirtió en el primer bailarín más joven de la historia del Royal Ballet. Con 25 años, y en lo más alto de su carrera, abandonó, al borde de la destrucción personal a causa de la fama. Su talento, más que un regalo, fue una auténtica carga para él.