En la década de los setenta, el Berberian Sound Studio fue el estudio de postproducción de sonido más barato y sórdido de toda Italia, por lo que solamente las películas más perturbadoras han procesado y editado sus mezclas de sonido en este lugar. Gilderoy, un tímido ingeniero de sonido residente en el Reino Unido, viaja a Italia para encargarse de mezclar el último giallo de Santini, el gran maestro del género. Gilderoy pronto se ve atrapado en un mundo prohibido poblado por actores maniáticos donde los caprichos artísticos y la burocracia más absurda marcan el día a día.