eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los laboratorios conquistan las calles de La Orotava

Al menos 10.000 personas se acercan a la XIX Feria de la Ciencia de La Orotava en una de las ediciones con mayor participación y asistencia de su historia

35

XIX Feria de la Ciencia de La Orotava María Pisaca

Una oportunidad para tocar las rocas basálticas que escupió el volcán de La Palma, para lanzar un «cohete» construido en base a botellas de plástico, para comprobar las propiedades antioxidantes de las mandarinas y los tomates en tiempo real, para descubrir el sol a través de un telescopio o para mirar a la cúpula celeste como nunca antes. La XIX Feria de la Ciencia de La Orotava ofreció en la jornada de ayer una completa oferta de actividades que se aderezaron con experimentos, charlas y talleres para todos los públicos. La cita anual consiguió acercar la investigación que se realiza en Canarias a niños y mayores de manera amena e interesante gracias a la participación de al menos 80 científicos que lograron que esta decimonovena edición se convirtiera en una de las más exitosas de su historia. 

XIX Feria de la Ciencia de La Orotava María Pisaca

La abarrotada Plaza de La Constitución llamaba la atención de cualquiera que paseara por la zona o decidiera sentarse a tomar un café en alguno de los tradicionales kioscos de la plaza. Los villeros están acostumbrados a disfrutar de esta tradicional cita que, desde hace 19 años, se ha realizado sin pausa en el municipio. Ni la crisis económica ni las inclemencias de la pandemia fueron suficientes como para frenar la celebración de la Feria de la Ciencia más veterana de Canarias. Pero ayer la ciudad amanecía exultante gracias a la afluencia de tinerfeños de toda la geografía isleña.

En el evento participaron al menos 80 científicos de 19 grupos de investigación

decoration

Apenas dos horas después de dar el pistoletazo de salida, ya se podían contar a miles las personas que se habían dado «un salto» por la Feria en un afán por entretener a los pequeños durante unas horas del domingo, atraídos por el gentío o convencidos de que los científicos participantes serían capaces de resolverles algunas dudas vitales. En solo un vistazo al ambiente matutino, el director de la Feria, Juanjo Martín, vaticina la posibilidad de que esta edición rompa «récords de asistencia». Por la tarde ya calculaba que al menos 10.000 personas habían pasado por la Plaza de la Constitución para disfrutar de la divulgación científica en estado puro. A su juicio, tras dos años de restricciones por la pandemia de coronavirus, que primero obligaron a hacer una edición online y después a hacerla con límite de aforo, «se nota que había ganas de volver a la normalidad». 

Niños, mayores y alguna mascota pasaron un domingo diferente descubriendo los avances científicos que se están llevando a cabo en Canarias, gracias a la predisposición de varios grupos de investigación para sacar sus laboratorios a las calles. La Feria este año ha contado con la colaboración de hasta 19 equipos de investigación de distintas entidades, como el Colegio Oficial de Químicos de Canarias, la Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, la Fundación Telesforo Bravo, el Instituto Volcanológico de Canarias la Asociación Española Contra el Cáncer, el Aula Cultural Cassiopeia, el Instituto Geográfico Nacional, el Aula Cultural de Pensamiento Computacional, el Grupo de Genética de la Universidad de La Laguna (ULL), el Grupo de Materiales y Química (ULL), Gorona del Viento del Cabildo de El Hierro, el Parque Científico y Tecnológico del Cabildo de Tenerife, el Grupo Fisquitos de Matemáticas, el Grupo de Ecofisiología Vegetal, el Museo de la Ciencia y el Cosmos, el Proyecto Interreg EELabs del IAC, el Grupo de Geografía Física y Medio Ambiente de la ULPGC) o el Grupo de Evaluación del Impacto de Microplásticos Contaminantes Emergentes en las Costas de la Macaronesia (ULL). «Es la edición en la que hemos tenido mayor participación de los organismos de investigación», se congratula Martín, quien agradece tanto al Ayuntamiento de La Orotava como a la Fundación Cepsa por su colaboración para hacer realidad esta edición. 

XIX Feria de la Ciencia de La Orotava María Pisaca

Los niños se acercan curiosos – pero con la timidez inicial que tanto caracteriza a los pequeños– a aquellos lugares donde hay un experimento o un cachivache que les llama la atención. Dos niños se paran a contemplar el hinchable gigante en forma de doble hélice del ADN del puesto de la AECC. De pronto, la voz amable de una mujer les despierta de su ensoñación. «Hola, vamos a empezar un taller, ¿quieren participar?». La voz es la de una voluntaria de la Asociación. Los niños asienten entusiasmados. La mesa está repleta de frutas y verduras. La pregunta parece obligada. «¿Ustedes comen fruta?», les interpela la voluntaria. «Yo sí, mucha», responde uno de los niños con entusiasmo. El otro se acoge a su derecho de no responder. La rápida respuesta del primer niño es ratificada por su madre que se encuentra detrás de él asintiendo orgullosa. «¿Y verdura?». La pregunta parece haber tocado hueso. «Bueno…», responde dubitativo el pequeño con un hilo de voz. 

Tras escuchar sus veredictos, la científica comienza a empapar un papel con betadine. El papel blanco se va tornando a azul bajo la atenta mirada de los pequeños. «Esto ocurre porque el betadine es capaz de oxidar el papel –explica–, pero hay alimentos que pueden revertir esa oxidación». Coloca un trozo de mandarina, otro de tomate, un pimiento, una papa y un trozo de papel con agua. De inmediato, como si de un truco magia se tratara, el papel vuelve a su estado original debajo del gajo de mandarina y del de tomate. «La mandarina y el tomate son muy buenos antioxidantes», destaca la voluntaria que ha conseguido, con un simple experimento, demostrar la importancia de tener una vida sana y saludable para evitar el desarrollo de enfermedades.  

Tecnología de vanguardia

Al fondo de la plaza se encuentra un rincón dedicado a los avances tecnológicos que permiten desarrollar vehículos eléctricos y pequeños satélites espaciales. Allí, los investigadores del proyecto TeideSat se van turnando para impresionar a los niños con el lanzamiento de un cohete casero. Cada cinco minutos hay una demostración. El investigador escoge a tres niñas que han querido ser partícipes del experimento. Tras dotarles de cascos y gafas de protección, reparte las tareas: dos de ellas inyectarán aire en la botella y la otra solo tendrá que tirar de una cuerda en el momento adecuado. Tras varios minutos inflando el cohete, comienza la cuenta regresiva. Los asistentes, motivados por el ingeniero, comienzan a canturrear a unísono:«cinco, cuatro, tres, dos, uno». La niña tira con todas sus fuerzas de la cuerda y en cuestión de milisegundos el cohete sale despedido hacia lo alto de la carpa. El grupo de padres y niños aplauden con todas sus fuerzas tras la demostración.

A su lado, y gracias al apoyo que la Feria ha recibido este año de la Fundación Cepsa, se encuentra el grupo de estudiantes de ingeniería que se han unido en el equipo Formula Student ULL Dynamics, (FSULLDynamics) participantes en varios concursos nacionales en los que han demostrado la potencia de su vehículo de carreras eléctrico, el primero de las Islas. A esta feria, que les ha servido como escaparate, el equipo no solo ha mostrado su innovador proyecto a la sociedad sino que también puso a la vista de todos quienes pasaran por su lado una moto que tiene las mismas características. 

Destacan una visita al espacio en realidad virtual y la vista de la cúpula celeste a través del planetario

decoration

Química, mates y volcanes

«Nosotros estudiamos los átomos, ¿sabes lo que son?», le pregunta un joven investigador de Química de la ULL a un pequeño que se ha visto atraído por los cristales de diferentes colores y tamaños que se exponen en la mesa. El niño duda durante varios segundos. Mira de reojo a su madre en busca de aprobación y en un susurro casi imperceptible responde: «es lo más pequeño, lo que forma todo». «¡Correcto!», le espeta el científico. El niño se ve notablemente aliviado y visiblemente feliz por haber dado en el clavo. Aprovechando que tiene su atención, el químico comienza una extensa explicación sobre su trabajo en laboratorio. Lo que hacen es descomponer la materia y convertirla en pequeños cristales de colores. En un tubo de ensayo un líquido viscoso guarda unos cristales azules que recuerdan a los copos de hielo. «Es mi favorito», le revela el investigador al pequeño. 

Las matemáticas son también una parte esencial de la Feria de la Ciencia y este año han regresado con todo tipo de juegos de lógica y cálculo. «No es magia de verdad, pero lo parece», le explica una niña a su abuela tras jugar un tres en raya donde las fichas son ranas y unas damas que se comen en horizontal. Pero para «magia» la que se hizo en los dos espectáculos infantiles programados para la jornada. El científico loco, que ya forma parte del elenco tradicional de la Feria, realizó varios experimentos –algunos de ellos explosivos– que captaron la atención de decenas de asistentes. 

XIX Feria de la Ciencia de La Orotava María Pisaca

El estudio de los volcanes también ha ganado relevancia este año. No es de extrañar, pues la reciente erupción de La Palma aún guarda muchos misterios para aquellos que no pudieron verla de cerca. Son tres los grupos de investigación con distintas ofertas para el público que van desde muestras piroclastos, vídeos de la erupción, la narración de las experiencias personales o incluso la exhibición del funcionamiento de los aparatos que se usan en el trabajo de campo. Un joven se acerca al puesto de la Fundación Telesforo Bravo donde se exhiben todo tipo de lavas ya solidificadas. En la mesa reposan grandes rocas de lavas pahoehoe y AA, bombas piroclásticas y piedras que en su interior esconden olivino, un material cristalino que se encuentra interior del manto terrestre y permite a los científicos conocer de forma indirecta qué hay en el fondo de la Tierra.

Gracias a esta exposición, por primera vez, los visitantes pueden tocar estas rocas volcánicas que para los canarios son tan extrañas como cercanas. Además de muestras de piroclastos y otras rocas basálticas, el IGN ha desarrollado un juego con el que los niños pueden aprender a picar terremotos. Se trata de un trabajo habitual en instituto que se basa en saber diferenciar las señales sísmicas del principio y final del seísmo. Los científicos de Involcan, por su parte, se afanaron en explicar a los asistentes el funcionamiento de las estaciones sísmicas y otro tipo de procesos en los que trabajan, así como en proporcionar a los pequeños imágenes para colorear. 

Pero en la oferta de actividades que ofrece este año la Feria de la Ciencia destacan dos: un viaje en Realidad Virtual a la Estación Espacial Internacional y una experiencia portátil para ver la cúpula celeste. En ambas se formaron largas colas debido a la gran demanda durante toda la jornada. El Parque Científico y Tecnológico es el encargado de llevar a los pequeños a la estación espacial a través de unas gafas de realidad virtual. Con ellas se pueden sumergir en Space Explorer, una visita con la que pueden convertirse en astronautas y ver la Tierra, la Luna y las estrellas desde un lugar privilegiado. El planetario portátil regresó un año más demostrando que la fascinación por el cielo nocturno nunca pasa de moda. Niños y mayores esperaban varios minutos en la cola para adentrarse en una cúpula totalmente oscura sobre la que se proyectaba una película sobre el espacio y nuestra galaxia. 

La Feria de la Ciencia de La Orotava vuelve a demostrar que la sociedad cada vez siente más interés en la ciencia y en conocer los avances con los que los investigadores canarios han conseguido –o conseguirán– mejorar la vida en el Archipiélago. 

Compartir el artículo

stats