eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

DÍA DE LOS FINADOS | Tradiciones locales

Los Santitos, la alegría del 1 de noviembre en San Juan de la Rambla

Decenas de niños y niñas recorren las calles del casco histórico ramblero para pedir, puerta a puerta, Los Santitos, un detalle que en la actualidad tiene forma de golosina.

16

Los Santitos en San Juan de la Rambla María Pisaca

Decenas de niños y niñas recorren las calles del casco histórico ramblero para pedir, puerta a puerta, Los Santitos, un detalle que en la actualidad tiene forma de golosina.

El 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, los cementerios se llenan de flores y recuerdos. Las familias recuerdan a los que ya no están embelleciendo nichos y tumbas. Una jornada de recogimiento y respeto que en lugares como San Juan de la Rambla muestra también una cara muy diferente: la de la alegría y la ilusión de los niños y las niñas. La chiquillería, con sus cestas, recorre las calles, toca puertas y repite una y otra vez: «¡Los Santitos, Los Santitos!». Una clave que les permite acceder a los agasajos de sus vecinos, que les entregan golosinas y dulces para cumplir con una tradición que hunde sus raíces en el origen de este municipio del norte de Tenerife.

El colono portugués Martín Rodríguez levantó una ermita en honor de San Juan Bautista a principios del siglo XVI en lo que entonces se conocía como el Malpaís de Icode. Otras familias llegaron a asentarse y contribuyeron a crear lo que hoy es San Juan de la Rambla. Aquella influencia portuguesa se mantiene viva hasta hoy con tradiciones como Los Santitos, un evolución local del Pão por Deus que se celebra en Portugal desde el siglo XV. En el país luso, cada 1 de noviembre, los niños también salen a la calle y se unen en pequeños grupos para pedir o Pão por Deus de puerta en puerta. Antes era un día para compartir el pan con los más pobres, hoy es una fiesta de la que disfrutan tanto los pequeños como los mayores.

San Juan de la Rambla ha querido defender del olvido a Los Santitos, y al Pan por Dios de la zona alta, con la ayuda de los colegios de la zona, las familias y los vecinos. Este lunes 1 de noviembre de 2021 repartían golosinas señoras de más de 80 años que un día estuvieron al otro lado, tocando puertas para recibir en sus cestas presentes que antes no eran caramelos, gominolas ni chocolatinas, sino naranjas, mandarinas, higos secos, castañas, plátanos, manzanas reinetas o huevos guisados. La ilusión de los más pequeños se nota también en los ojos de los mayores, que disfrutan haciendo felices a grupos de chiquillos que recorrían las calles Los Sabandeños y Antonio Ruiz Cedrés, en La Cooperativa, para recibir sus golosinas.

Los Santitos en San Juan de la Rambla María Pisaca

A las diez y media de la mañana había más de un centenar de niños y niñas, de entre 2 y 14 años, preparados para retomar Los Santitos después del parón obligado por la pandemia del coronavirus en 2020. La concejala responsable de áreas como Educación, Participación Ciudadana y Patrimonio Cultural, Gloria María Méndez (PSOE), recuerda que en 2020 se tuvo que celebrar «de una manera muy acotada», con una carpa en la plaza, mucha distancia social, niños en fila y unas bolsitas de golosinas preparadas de antemano. «Este año les hemos pedido precaución, que acudan con mascarillas y que respeten en lo posible las distancias, pero al menos hemos podido volver a la calle. Hay mucha animación y los niños están contentísimos», subraya la edil ramblera.

Gloria María Méndez detalla que a los menores de San Juan de la Rambla se suman algunos de Icod de los Vinos y de barrios de La Guancha como Santa Catalina y Santo Domingo, que tienen familia en el pueblo o vinculación con los colegios de la zona y tampoco quieren perderse este día. La concejala corrobora que en la localidad «se asentaron muchos portugueses tras su fundación por parte de Martín Rodríguez, y se cree que de ahí viene esta tradición, que cogió aún más fuerza a partir de la posguerra, en una época que fue difícil».

Los Santitos en San Juan de la Rambla María Pisaca

La expectación es tan grande que la chiquillería ni siquiera tiene que tocar en las puertas. Vecinos de todas las edades, en su mayoría mujeres mayores, esperan con sus cestos o bolsas llenas de golosinas para repartir un poco de alegría. Tras la pesadumbre de 2020, la fiesta se ha retomado con fuerza y muchos residentes fueron a comprar en los días previos para tener suficientes chucherías para repartir. «Los vecinos se han preparado y han estado llamando al Ayuntamiento esta semana previa para cerciorarse de que este año sí habría Santitos. Gracias a ellos se mantiene», explica la edil responsable. Una de esas vecinas es Carmen María. A su juicio ésta es «una tradición preciosa», de la que disfruta desde que sus tres hijas «eran menudas, y ahora la mayor tiene 42 años».

«La tradición no se ha perdido, cada vez hay más niños y nosotros felices. Que siga mucho tiempo más», confiesa esta ramblera «madre de niñas que también pidieron Los Santitos», que tuvo que comprar «tres paquetes grandes de chucherías» y ayer le duraron más bien poco.

Los Santitos en San Juan de la Rambla María Pisaca

La clave es decir Los Santitos, si no se usa la fórmula tradicional, es probable que no lleguen las chucherías a la cesta. «En mi casa, cuando tocan, si no me dicen Los Santitos, no se llevan nada», confiesa entre risas Gloria María. Aquí no valen las fórmulas anglosajonas: «Aquí no vale eso de truco o trato, aquí tenemos Los Santitos», reivindica. Tampoco hay disfraces. Lo único que se prepara es la decoración de las cestas de castaño o de mimbre, que se adornan con flores naturales o artificiales.

María del Carmen es otra vecina implicada en el mantenimiento de Los Santitos, algo que recuerda «desde que era muy pequeñita». A sus 78 años, halaga la decoración de las cestas más bonitas mientras reparte a todos los que aparecen por su puerta, y recuerda momentos felices de su infancia: «Cuando yo era pequeña y vivía en Las Aguas, a mí me encantaba, por eso sigo haciéndolo. Me hace mucha ilusión». Como a la pequeña Lucía, que vivió la mañana con gran alegría, repitiendo sin parar Los Santitos y celebrando cada golosina que llegaba a su cesta repleta de flores. Su felicidad era contagiosa e iluminaba los rostros de las personas mayores.

La costumbre, de origen portugués, se ha podido retomar como era habitual tras el parón obligado por el Covid-19 en 2020

decoration

Las golosinas son el bien más repartido, aunque en algunas casas se trabaja en los días previos en la elaboración de galletas tradicionales, millo frito o tortas de calabaza. Es lo más habitual en la casa de Güillo, aunque este año, aún marcado por el Covid-19, también han optado por las chucherías convencionales. En la puerta de su casa estaba su suegra, de 94 años de edad, sentada en una silla para repartir Los Santitos.

Los Santitos en San Juan de la Rambla María Pisaca

La exalcaldesa ramblera Fidela Velázquez también participa: «Esta es una zona de mucha tradición y el año pasado muchas personas lo pasaron fatal porque los niños no pudieron venir. Afortunadamente, se ha logrado mantener con la ayuda de los colegios. Desde 2011, en el ayuntamiento quisimos darle más protagonismo a Los Santitos y al Pan por Dios de la manera más tradicional. Y yo estoy encantada ahora también de colaborar como vecina». En el CEIP Francisco Afonso Carrillo, los alumnos engalanaron sus cestas el pasado viernes y recibieron un adelanto de la jornada.

Josefina, con más de 80 años, tampoco falla a su cita con Los Santitos. Reparte a pequeños y grandes y disfruta mucho: «Esto es una locura, una cosa muy bonita. Me acuerdo de celebrarlo de siempre y ya llevo 62 años viviendo aquí». Leticia, otra vecina de San Juan de la Rambla, acudió a disfrutar de este 1 de noviembre diferente junto a su hija: «Venimos todos los años. Salía yo de pequeña y ahora vengo con mi hija. Esto nunca se ha perdido y ahora incluso vienen más que antes».

Los vecinos del casco de San Juan de la Rambla compran chucherías para repartir entre la gran cantidad de menores que participan

decoration

Juan Carlos y Mónica bajaron al casco desde San José para traer a sus hijos a la fiesta. «Ha estado muy bien y los niños han disfrutado mucho, vale la pena mantener estas buenas tradiciones vivas», explica él. Ella nació en estas calles y nunca falla: «Lo disfruté yo de pequeña y ahora traigo a mis niños, que este año han venido con más ilusión y más ganas después del parón de 2020».

Los Santitos en San Juan de la Rambla María Pisaca

Con el cesto ya vacío, Milagros hace un repaso de la jornada y reflexiona: «Han venido muchos. Tenía el cesto lleno y ya no me queda nada. Algunos repiten, pero eso no importa. Esto no se debería de perder nunca porque es muy bonito». Entre 100 y 200 niños participaron en esta edición de Los Santitos, según los cálculos del Ayuntamiento, que cortó las calles de La Cooperativa al tráfico para garantizar una fiesta segura. La hora punta fue entre las 10:30 y las 11:30 horas, cuando la mayoría de los menores hizo el recorrido para llenar sus cestas. Luego continuaron por otras zonas e, incluso, algunos vecinos llevaban sus golosinas encima para agasajar a los niños que encontraban por la calle. La plaza de la iglesia fue lugar de reunión al final de la mañana, donde dar cuenta de lo recolectado a la voz de ¡Los Santitos!

El Pan por Dios

El Pan por Dios es una tradición más arraigada en la zona alta del municipio de San Juan de la Rambla y se cree que también tiene origen portugués, donde se denomina Pão por Deus o bolinho. En sus comienzos, la costumbre servía para ayudar a mitigar la situación de pobreza que se vivió, especialmente, en épocas de posguerra, epidemias, crisis o catástrofes naturales, lo que llevaba a las personas más desfavorecidas, especialmente a los niños, a acudir a los domicilios de personas con mejor posición económico para pedir, en un día señalado, ayuda para mitigar el hambre. Ha perdido algo de fuerza con el paso del tiempo, pero el Consistorio ramblero y los centros educativos quieren evitar su desaparición. Antaño, los niños recorrían las calles de núcleos como San José y cada 1 de noviembre aún pedían el Pan por Dios, un agasajo que solía tener forma de pan, aunque en la actualidad también ha evolucionado para convertirse en golosinas y dulces. Además, las panaderías de la zona mantienen la costumbre de obsequiar a sus clientes con un pan de leche extra con sus compras habituales, un detalle que sirve como regalo y como forma de recordar los tiempos en los que se recorrían las calles pidiendo ese presente. La tradición también se mantiene en otros lugares del noroeste de Tenerife, como Garachico y Los Silos.

Compartir el artículo

stats