Hacen de todo; son los viticultores, los bodegueros y también quienes se encargan de negociar la comercialización de sus vinos en los canales de distribución. “Es una labor muy compleja”, tal y como reconoce José Domingo Padilla García, a quien no le asustan ni lo arredran las duras jornadas a pie de viña. “Lo complicado es colocar el vino”, hacerlo visible en los lineales de los supermercados, y más aún con la fuerte competencia en precios que deben librar frente a los peninsulares.

Hace veintitantos años que está metido de lleno en el mundo vitivinícola y, precisamente, a través de una de las fórmulas más singulares, propia de la isla de Tenerife: desde un popular guachinche.

¿Quién no conoce o al menos ha oído hablar del Martes Trancao, localizado en el municipio de La Matanza? Pues es el establecimiento que regenta y el que ha dado pie al surgimiento de esta bodega familiar, adscrita a la Denominación de Origen Tacoronte-Acentejo. Fue allá por el 2012 cuando José Domingo Padilla decidió que había llegado ya el momento de embotellar vino. “Con la crisis, y tantas pegas como se estaban poniendo, los bares ya no compraban tanto granel”, señala. El director de Jesuman, en compañía de su familia, es uno de esos habituales clientes del guachinche, como tanta gente que llega desde Santa Cruz y La Laguna, y fue él quien le propuso por entonces llevar las marcas de Trancao hasta el lineal, y desde ahí dar el salto y colocarse entre las ofertas de las grandes superficies.

Lleva veintitantos años ligado a esta vida, a través de la singular fórmula del guachinche

Con 150.000 metros de viñas repartidas por La Victoria, La Matanza y Tacoronte, los vinos Trancao de Acentejo son fruto del tesón y destilan todo ese amor por la tierra que siente este viticultor. De ahí que esta bodega rinda tributo a las elaboraciones antiguas de la comarca, respetando sus tierras, su buen hacer, su cultura y sus tradiciones. Con cada sorbo de estos vinos se paladea y degusta todo el saber centenario de los agricultores de la comarca, la raíz de su verdadera esencia.

“Toda nuestra cosecha es propia, también los viñedos. No compramos uva”, subraya este viticultor, quien destaca cómo han puesto en explotación terrenos que estaban abandonados. Y de ahí surgen una cuidada variedad de vinos. Valgan estas notas de cata:

  • Trancao de Acentejo Tinto: Tinto cereza capa media alta. Aromas limpios de fruta y elaboración tradicional. Suave y delicada entrada en boca. Persistencia media larga. Un vino muy agradable para acompañar los platos de la cocina tradicional canaria.
  • Trancao de Acentejo Tinto Barrica: Tinto bien cubierto. Nariz limpia, discreta y compleja fruta, con aromas a vainilla. Entrada en boca muy suave. Amplio, redondo, fresco, invita a repetir sabores tradicionales de Acentejo.
  • Trancao de Acentejo de Maceración Carbónica: Color violáceo de capa media, aromas frutales (plátanos tropicales) con recuerdos florales, violeta. Boca ligera, suave y fresca.
  • Trancao de Acentejo blanco: Color pálido brillante, aromas florales discretos. Fresco, suave y amplio en boca.
  • Trancao de Acentejo Blanco Afrutado: Color pálido con buena lágrima, aromas tropicales con recuerdos cítricos. Boca con agradable dulzor, amplio en boca, salida fresca. Armónico y grato. Un vino muy personal.

La bodega ofrece al consumidor hasta siete marcas que son representativas del buen gusto y el mimo que Trancao de Acentejo pone en su labor vitivinícola, y que además busca ahora enriquecer con un ambicioso proyecto ligado al renglón del enoturismo.