Los botellones ilegales, los vuelos de drones y el tránsito de bicicletas por espacios naturales protegidos han aumentado durante los últimos meses en la Isla tras la salida del confinamiento de marzo pasado. La desescalada coincidió con el inicio del verano y con las ganas de salir a respirar aire puro, pero mientras unos lo hacen de forma respetuosa, otros se han dedicado a utilizar los espacios naturales para hacer determinadas actividades que provocan importantes daños. Acciones que a pesar de ser ilícitas y suponer un grave atentado para la naturaleza, no dejan de aparecer en las redes sociales con imágenes o vídeos donde los protagonistas hacen gala de una gran irresponsabilidad y que, en la mayoría de las ocasiones, quedan impunes.

La campaña Pasa sin huella, puesta en marcha hace dos años en el seno de la Fundación Telesforo Bravo-Juan Coello, que cuenta ya con 61 entidades colaboradoras y más de 1.100 particulares, quiere poner coto a estas acciones denunciando los peligros a los que están sujetos nuestros parajes protegidos y, por ello, ha impulsando acciones tanto para reparar los daños ocasionados como impulsado programas de educación y sensibilización.

Jaime Coello, director de la fundación, recuerda que "más de la mitad del territorio canario está protegido pero no existen medios humanos o materiales suficientes con los que protegerlo hoy en día de forma adecuada". Coello apunta a la necesidad de "mejorar la financiación de las administraciones competentes y dotarse de una reglamentación administrativa y jurídica más eficaz que permita perseguir a los infractores y sancionarlos, como ocurre en otros ámbitos".

A los daños que ya había denunciado Pasa sin huella, los colaboradores de la fundación se han encontrado en los últimos meses con una escalada "sin precedentes" de actividades humanas no permitidas en espacios naturales protegidos. Daños que no solo quedan patentes en el medio natural, también en formato digital.

Atentados por un 'selfie'

Las redes sociales se han convertido en el escaparate de algunos irresponsables que cuelgan imágenes y vídeos de agresiones medioambientales que, en su mayoría, quedan impunes. Por ello, Coello hace "un llamamiento para que se persiga en las redes sociales a quienes atentan contra la riqueza natural, arqueológica y etnográfica de Canarias, con el mismo celo con el que se persigue a los infractores de las normas de tráfico". Asegura que "la mayoría de las agresiones ambientales ni se persiguen ni se sancionan, por lo que demandamos una mayor colaboración e integración de las acciones entre administraciones públicas, policías locales, Seprona y juzgados para denunciar, perseguir y sancionar a aquellos que causan daños, ya sean isleños o turistas, de tal forma que se arbitren los medios que sean necesarios para que ninguna infracción quede sin castigo".

Y es que se cuentan por varios cientos, si no miles, las imágenes de los atentados sufridos en el entorno natural de las Islas por lo que se hace imprescindible, ahora que parece que regresa el turismo, emprender acciones informativas, divulgativas y educativas que eviten daños como los denunciados desde hace tiempo como las tonguitas de piedras, parrilladas ilegales en espacios como los Roques de García dentro del Parque Nacional del Teide, vuelos de drones en espacios protegidos con nidificación de aves, circulación de bicicletas o senderismo en zonas en las que está prohibido el paso, vertidos incontrolados de residuos, grafitis y grabados y un incontrolado aumento de los botellones.

Incremento de los residuos

"Recibimos muchas denuncias por botellones ilegales con el consiguiente aumento de residuos abandonados". Es gente que huye de los controles por las restricciones establecidas en las poblaciones para evitar la expansión de contagios por coronavirus". Por ello sería necesario "aumentar la vigilancia y los controles para erradicar estas actividades que han proliferado muchísimo, una barbaridad, desde la desescalada", apunta Coello.

"La gente parece que se ha olvidado de la existencia de puntos limpios o los servicios municipales de recogida de enseres dada la gran cantidad de residuos que encontramos en cunetas, solares y otros espacios no autorizados", resalta Coello. En la mayoría de casos son particulares, aunque también dejan huella empresas que tiran escombros, uralitas o cementos.

Días atrás, los representantes de Pasa sin huella, Jaime Coello, Félix de la Rosa y Enrique Díaz se reunieron con la consejera de Gestión del Medio Natural y Seguridad del Cabildo de Tenerife, Isabel García, para hacerle llegar sus quejas, propuestas y acciones e interesarse por la gestión de los espacios protegidos de Tenerife. Una reunión que Coello calificó de "muy fructífera" y en la que se habló de la necesidad de "incrementar la vigilancia en los espacios naturales protegidos y del medio natural en general, con una ampliación del personal dedicado a estas tareas y dotarlas de más medios materiales".

La plataforma denunció en dicha reunión el aumento del vuelo de drones en zonas protegidas o de monte que podrían provocar incendios en caso de accidente debido a que su energía la proporcionan baterías de litio que pueden explotar. Pero además, el vuelo de drones causa daños en la propia fauna de la zona, sobre todo en áreas de nidificación, así como molestias para quienes se encuentran en en esos lugares dedicados al estudio científico y la protección de dichos parajes.

Coello denuncia la proliferación de en las redes sociales de vídeos o imágenes captadas por drones en el Parque Nacional del Teide, en ocasiones aprovechando las horas en las que menos vigilancia hay.

"Se podría hacer un rastreo en redes sociales para sancionar a los responsables porque, además, hemos detectado que algunos son reincidentes y que, a pesar de que nos consta que sabe de la prohibición para volar drones en estos parajes, persiste", asegura Coello.

Un ejemplo de este tipo de infracciones muy graves ha ocurrido hace escasas fechas en Tenerife, en el domo volcánico conocido como Roque de Anambro, un espacio en el que la normativa del Plan Rural de Anaga prohíbe el acceso. Sin embargo, hay personas que lo han escalado y han volado un dron para hacerse una fotografía -la misma que acompaña a esta información-, subiéndola luego a las redes sociales, como denuncia la fundación Telesforo Bravo-Juan Coello.

El uso de bicicletas y quads en zonas protegidas o los herbívoros introducidos como las cabras que pastan sin control y ponen en peligro la flora y fauna autóctonas, son otros de los problemas que afectan a las zonas protegidas.

Educar y divulgar

Coello insiste en la importancia de poner en marcha programas educativos que promuevan el sentido de pertenencia y la identificación con la naturaleza que prevengan y desincentiven la práctica de conductas dañinas por parte de la población más joven. Acciones que podrían dirigirse también a los cientos de miles de turistas que visitan las Islas todos los años, con campañas de promoción como ocurre en otros lugares del mundo concienciados de la importancia de proteger precisamente las riquezas por las que son visitados como destino turístico.

"No podemos permanecer impasibles mientras nuestro patrimonio natural, nuestra mayor riqueza y del que somos depositarios, se degrada y daña a veces de manera irreversible", denuncia Coello quien apunta a que "existe un cierto sentido de impunidad entre quienes nos visitan desde el extranjero y dañan el medio ambiente, porque una vez que abandonan las Islas no se persigue el delito, no hay convenios con otros países. Por ello, el portavoz de Pasa sin huella reclama que "se arbitren medios para que las sanciones se abonen antes de marcharse de Canarias, ya sea en el momento de abandonar el hotel o con las facturas de los coches de alquiler, como se pretende hacer en Andalucía". Coello recordó la parrillada que organizó una pareja en el verano de 2019 en el Parque Nacional del Teide, con fotos subidas a las redes sociales, y que constituye todo un atentado.

"Debemos pensar cómo se puede ser más eficaz porque la situación es crítica con una presión enorme para los espacios protegidos", denuncia el portavoz quien avanza que tiene pensado reunirse con turoperadores y Turismo de Tenerife para coordinar acciones.

Coello también aboga por la implantación de una ecotasa con carácter finalista, que se recaude para financiar la protección del medio ambiente, como ocurre en otras partes del mundo, ya sea para contratar personal de vigilancia, realizar acciones de recuperación de las riquezas que tenemos y por las que somos visitados por miles de turistas. "Si nuestros visitantes se encuentren con informadores o agentes medioambientales da un plus a nuestro destino porque ven que la conservación de estos espacios es algo que nos importa y, por lo tanto, se produce un efecto positivo entre aquellos que los visitan. "Hacer lo contrario, devalúa nuestro destino, da una imagen de abandono, de dejadez que incluso invita al vandalismo", concluye Jaime Coello.

Borrar las huellas

Desde la Fundación Telesforo Bravo-Juan Coello se han realizado numerosas acciones o campañas de sensibilización en espacios degradados para devolverles al menos parte del esplendor que tenían antes de resultar dañados por la acción antrópica. Así nació a finales de 2018 la campaña Pasar sin huella.

A principios del verano del pasado año, la Fundación Telesforo Bravo-Juan Coello realizó una acción de regeneración ambiental en el entorno del Castillo de San Felipe, en Playa Jardín (Puerto de la Cruz), para eliminar lo que se ha denominado como "tonguitas de berolos", la moda de formar torres de callaos hechas por usuarios de este entorno que han acabado por alterar el paisaje y dañar el ecosistema. Fue una acción que contó con voluntarios, con miembros de los colectivos adheridos a la campaña Pasa sin huella y con el apoyo del Ayuntamiento portuense y el Cabildo de Tenerife.

Pero la de Puerto de la Cruz no ha sido la única acción para hacer desaparecer esas tonguitas de berolos, en Fuerteventura y El Hierro ya han actuado en el faro de El Cotillo y en el pico de Malpaso. A pesar de ello, se siguen encontrando en distintos lugares torres de piedras o callaos por una moda malentendida que pone en peligro la flora y fauna de los lugares afectados.

Esta plataforma también ha puesto la lupa en un problema recurrente en varias zonas de la Isla, pero sobre todo en la Caleta de Adeje, como es la proliferación de casetas de campaña o asentamientos ilegales de chabolas en entornos protegidos. Así, lo ha denunciado y a principios del pasado verano, casi coincidiendo con el final de la desescalada por fin se volvió a realizar un desalojo masivo de los ocupantes irregulares de este paraje natural, un lugar en el que se contabilizó cerca de un centenar de casetas a las que hay que sumar la ocupación de las cuevas que existen en esta cala. La cantidad de usuarios de este enclave fue creciendo drásticamente produciendo un deterioro notable de un enclave con la catalogación de Sitio de Interés Científico. Pero es un problema que afecta a este lugar de manera recurrente.

Con anterioridad se ha procedido a desalojar el lugar en varias ocasiones. En 2016, efectivos del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) denunciaron a 62 personas y contabilizaron hasta 85 construcciones ilegales. En 2017 se desarrolló un operativo similar que terminó con la expulsión de más de un centenar de infractores, mientras que en 2018 la Policía tuvo que obligar a 15 personas a abandonar la playa. En enero de 2019, el Cabildo de Tenerife se comprometió a poner vigilancia continuada, pero el asentamiento siguió existiendo.

A pesar del valor de este paraje, la zona no cuenta con carteles que pidan prudencia o indiquen el valor de este paraje, el sendero litoral no tiene mantenimiento y es un peligro en algunos puntos para las numerosas personas que acuden a estas calas. Por el camino, hay esculturas hechas con piedras (una de un lagarto, por ejemplo), algunos habitantes venden piedras pintadas recogidas en este mismo lugar y otros ofrecen bebidas y hasta masajes. Mientras, son numerosas las cuevas convertidas en apartamentos con vistas privilegiadas al mar, incluso algunas con terrazas en las que se han colocado bancos para otear el horizonte.