El diablo y la diabla de Las Angustias, en Icod de los Vinos, no fallaron a su cita anual con una multitud de chiquillos y mayores. En la tarde del domingo, y durante casi tres horas, dos gigantescos diablos con enormes cabezas no pararon de perseguir a los asistentes en una divertida representación de la lucha entre el bien y el mal, al ritmo del tajaraste.

El bucio, los tambores y las flautas pusieron la nota musical a una celebración en la que sobre todo resuenan los gritos de los niños. Unos asustados y otros divertidos.

Los más pequeños suelen recibir con cierto pavor a estos gigantescos diablos, pero cuando se les quita el miedo, comienza la fiesta. Los pequeños se acercan, los tocan y huyen; tratan de asustarlos; esquivan sus manotazos inofensivos, y les piden que se besen o que den más vueltas.

Félix Cámara Fajardo tiene 56 años y, desde que tiene "uso de razón" se recuerda como uno más en estas fiestas. Ahora forma parte del reducido grupo de vecinos, unos 15, que mantienen la Asociación Cultural Librea de los Diablos de Las Angustias, responsable, con el apoyo del Ayuntamiento de Icod de los Vinos, de evitar que esta tradición desaparezca.

Afortunadamente, la Librea del Diablo y la Diabla vive un momento dulce: "Cada año viene más gente y se podría decir que ahora se reúne más público que nunca antes en su historia, que se remonta al siglo XVIII", señala Cámara.

El colectivo comparte esta tradición local a través de una página propia en Facebook y, según reconocen, "las redes sociales nos han dado mucha visibilidad y eso atrae a mucha gente de Icod y de fuera del municipio".

Cada año, en torno al 15 de septiembre, Las Angustias organiza una fiesta que antaño formaba parte de las celebraciones del Corpus Christi. La iglesia terminó por abandonar la tradición por considerar que este baile de diablos podía "estimular la pérdida de la fe".

Esta librea era común en prácticamente todos los barrios icodenses, pero se fue perdiendo hasta quedar relegada únicamente a Las Angustias y a una representación menor en las fiestas de Las Canales.

"En su momento los intentaron prohibir, pero aquí se han mantenido como una celebración al margen de la iglesia, como una tradición popular", detalla Cámara.

"Estuve 18 años cargándolos, en la época en la que pesaban más del doble -recuerda Cámara-. Entonces se hacían de fibra y otros materiales más pesados que los actuales, que son de gomaespuma".

Bajo las amenazadoras caras de los diablos, cuatro jóvenes se encargan de que la fiesta no decaiga: Ale, Fran, Javi y Alexis fueron los responsables de las diabluras de este año.