Al inicio de la entrevista aún no tiene decidido al cien por cien si trasladará su residencia a una zona más próxima al despacho desde el que tendrá que tomar decisiones como presidente del Cabildo Insular de Tenerife. Pedro Martín Domínguez (53 años) es desde el pasado miércoles el trigésimo primer político que se coloca al frente de la institución insular, el segundo socialista -toma el relevo de José Segura Clavell- y el hombre que ha puesto fin a 32 años de gestión nacionalista. En una larga conversación, a veces marcada por la emoción propia del momento, el exalcalde de Guía de Isora analiza una serie de asuntos que marcarán su agenda en los próximos cuatro años: asuntos sociales, carreteras, medidas económicas... También hay un bloque reservado para el lío que se montó en la moción de censura y la investidura de Pedro Sánchez; dos hechos ocurridos en menos de 24 horas que se resolvieron de forma antagónica. "La gente está harta de ir a votar, entre otras cosas, porque se ha dado cuenta de que no es una solución eficaz. Me gustaría que de estos desencuentros saliera algo de cordura para evitar alargar esta transición".

La primera es fácil: ¿cómo está?

Bien; apabullado pero bien. Acabando la primera junta de portavoces e intentando tomarle el pulso a la actualidad. ¡Hay que organizar la casa!

Dado los acontecimientos que se sucedieron el miércoles, ¿en algún instante tuvo la sensación de que podía perder la moción de censura?

La sensación fue más de estupor que de pérdida. Lo que no lograba entender era cómo algo que tenía bastante claro el secretario de la corporación, que es la persona que debe determinar las cuestiones legales, permanentemente se ponía en cuestión de forma partidista por la presidenta de la mesa. Ni siquiera tuvo en cuenta que era un órgano colegiado porque en ningún caso quiso pedir opinión a las personas que tenía a su lado. Yo lo resumiría como una maniobra de CC para impedir que se celebrara el pleno.

¿Qué pensó en el largo receso?

Fue difícil organizar las ideas pero siempre llegaba al mismo punto: CC estaba dispuesta a utilizar sus triquiñuelas hasta el último minuto. Por fortuna la presidenta entró en razón y se logró evitar uno de los mayores disparates que recuerdo de la época democrática. Fue una artimaña de última hora muy fea.

¿Cuándo conocieron la existencia de esa artimaña?

Nosotros nos enteramos durante el pleno, no antes... Allí fue cuando se planteó una cuestión de orden que no era más que una opinión interesada de CC para justificar la suspensión de la sesión. A pesar de que se demostró muy pronto por parte del secretario de la corporación que el consejero al que se aludía por una supuesta incompatibilidad no había incurrido en ninguna ilegalidad, la presidenta no estaba dispuesta a dar marcha atrás. Es más, cuando ordenó un receso de cinco minutos todos creíamos que lo hacía para intercambiar impresiones con el secretario y lo que hizo fue reunirse con sus compañeros de Coalición Canaria.

¿Una vez se salvó ese escollo, qué es lo que se ha encontrado en el primer día de trabajo?

Muchas dificultades... Yo no sé si es lo habitual o no, pero encontramos los ordenadores borrados o bloqueados y no hay agendas para revisar con pausa las tareas de gobierno que aún están pendientes. Estamos empezando de cero. Por no tener no tengo ni un portafirmas para firmar electrónicamente. ¡Todo está por hacer!

¿Le parece una situación normal?

No voy a entrar en polémicas sobre si lo ocurrido es lógico o no, lo asumo como parte de los cometidos que hay que hacer para poner en marcha el Cabildo. Nos toca reprogramar los ordenadores y las medidas que vamos a tomar a partir de ahora... Este trastorno no estaba previsto y nos dedicará un tiempo extra, pero lo resolveremos pronto.

Al margen de lo que sucedió el miércoles, ¿en qué instante fue consciente de que podía ser presidente del Cabildo de Tenerife?

Más que sentirme presidente, mi planteamiento ha sido favorecer una opción de gobierno que estuviese liderada por el PSOE. A partir de un programa de gestión busqué puntos en común con Ciudadanos que no contraviniesen su agenda. Debo decir que encontré muchos. Con Sí Podemos no quería un apoyo gratuito sino enraizar lo que busca el PSOE con los postulados medioambientales o de estabilidad laboral que ellos defienden; una serie de políticas transversales que se pueden desarrollar en varios ámbitos. Somos tres partidos distintos y, por lo tanto, tenemos ideas diferentes. Eso nos obliga a buscar estas afinidades.

Todo este proceso ha sido como una especie de partida de ajedrez, ¿no?

De lo que se trataba era de determinar quién era capaz de formar un gobierno: CC y PSOE obtuvieron el mismo número de consejeros. Los socialistas hemos logrado formar un gobierno y los nacionalistas no. La mano también se la tendimos en un primer momento al Partido Popular, pero ellos decidieron ir con CC.

¿El pacto anunciado por Carlos Alonso entre CC y PP fue la señal para presentar la censura?

Ese fue el límite que me puse, es decir, ya nos habíamos reunido en varias ocasiones con el PP, y en ocasiones con una buena sintonía de negociación, y Cs quería que en este acuerdo entrara el Partido Popular. Fueron los consejeros del PP los que optaron por quedarse fuera de este alianza. A partir de ese anuncio comprendimos que no había nada por lo que esperar y avanzamos hacia la moción de censura.

¿Alguna vez había participado en una negociación tan compleja, larga y secreta?

No tan secreta... Fue una negociación discreta. Yo no creo que sea bueno publicitar al minuto las reuniones de un posible pacto, entre otras cosas, porque hasta que no lo tienes cerrado cualquier avance se puede transformar en un retroceso definitivo. Retransmitir esas reuniones de trabajo en las que se discutió mucho el modelo que tenemos de Isla hubiera sido perjudicial para el acuerdo.

¿Cuáles fueron los puntos que se abordaron en esas reuniones de trabajo?

Necesitábamos cruzar opiniones sobre el modelo de movilidad, qué pensábamos del problema de las carreteras, cómo nos enfrentaríamos a las nuevas políticas energéticas, cuáles son las cosas que nos unen en los programas sociales que queríamos implantar en Tenerife... Hasta que no tuvimos claro que este pacto era posible no se habló de un posible reparto de áreas o sillones. Eso se determinó una vez se presentó la moción de censura.

¿Qué espera de sus socios?

Lo mismo que ellos esperan de mí... Espero que seamos leales y sepamos asumir las diversidades que existen entre nosotros. No le tengo miedo a la disensión, sé que habrá asuntos en los que no estaremos de acuerdo los tres. Eso sí, espero que en no menos del 90% de las cuestiones que vamos a tratar se perciba que estamos juntos por el bien de Tenerife.

¿Y de la oposición?

Mi gobierno no se ha creado contra ningún partido; esta es una propuesta de gestión nueva para la isla de Tenerife y espero contar con la complicidad de la oposición en asuntos que son buenos para los tinerfeños. Sé que no siempre lo vamos a lograr, pero este Gobierno no va a comprar edificios privados para transformarlos en residencia de mayores y seremos muy exigentes con el dinero que se ha invertido en Las Chumberas sin conocer qué resultados ha dado.

¿Usted no es un recién llegado a la política, pero siente el vértigo del que se pone al frente de una institución tan poderosa?

Sería un temerario si en este instante no tuviera algo de vértigo ante lo que está por llegar. Este cabildo es el que más competencias tiene de todos los que hay en Canarias y, por lo tanto, la responsabilidad es alta. Confío muchísimo en las posibilidades de este equipo, del que me acompañó a lo largo de la campaña electoral y de las personas que se han sumado a él a través de los acuerdos con Cs y Sí Podemos. No quiero salir en todas las fotos; buscaré delegar competencias.

¿Si el señor Ángel Víctor Torres dice que quiere ser el alcalde de las ocho Islas, Pedro Martín será el de Tenerife?

No, no pretendo ejercer ese rol porque Tenerife ya tiene una alcaldesa. Soy un municipalista convencido y los ayuntamientos de España han demostrado que son cumplidores; que la enorme mayoría respetan los ratios de salud financiera que se les exige y, además, su ayuda es vital a la hora de reducir el déficit de este país. Ninguna institución está tan controlada, fiscalizada y observada como una corporación local. Digo esto porque me gustaría descentralizar algunos asuntos que hoy están controlados por el Cabildo para que formen parte de la gestión de los ayuntamientos. Esa liberación nos permitirá tratar asuntos que tienen que ver con las comarcas, con el área metropolitana, con Tenerife. Muchas de esas cuestiones administrativas, que en ocasiones se alargan más de lo necesario, se podrían resolver de una manera más sencilla sin tener que salir del municipio. El Cabildo no debe competir de forma permanente con los consistorios, sino sentir que son sus aliados.

¿Cómo percibe el momento que está viviendo el PSOE en las Islas?

Espero que sepamos estar, empezando por mí, a la altura de cada una de las expectativas que se han creado alrededor del ciclo histórico que vive el PSOE en Canarias. A mi juicio hay dos elementos claves para que se produzca esta situación de cambio. Primero, hemos sido capaces de generar confianza en una mayoría generosa del electorado y en segundo lugar se ha roto con la idea de que se acabó el hecho de que daban igual los resultados que obtuviera el PSOE porque al final CC siempre gobernaba. Eso le dio un poder a Coalición Canaria muy superior a los apoyos que consiguió en las urnas. En esta ocasión nos hemos liberados de lastres que en anteriores procesos electorales no nos permitió avanzar.

¿Y en esa liberación, usted tuvo libertad de movimientos?

Sí, una libertad absoluta. El PSOE me dio autonomía para negociar pactos con cualquier partido político. Me hubiera gustado que en el Partido Popular se sintieran igual de libres. Si aprendemos a tomar decisiones sin atarnos a lo que diga Madrid Coalición Canaria lo va a tener más complicado para formar gobiernos. Lo recomendable es que otras formaciones que siguen teniendo demasiados prejuicios, simplemente por una marca política, se liberen de esos compromisos.

¿Existe una explicación razonable que aclare el hecho de que el PSOE tinerfeño haya logrado esta dosis de visibilidad?

No voy a valorar los aciertos y los errores que se cometieron en épocas pasadas, pero sí el hecho de que durante años las acciones socialistas se han visto apagadas por la omnipresencia del que ha sido hasta el miércoles el presidente del Cabildo. Nuestra gestión fue siempre minimizada. Esa fue una de las razones en las que nos apoyamos para no poner barreras que obstaculizaran un Gobierno socialista.

Más arriba habló de las reuniones previas con Cs y Sí Podemos en las que se discutió el modelo de gestión que existía en la Isla. ¿Podría concretar qué visión tiene a día de hoy de Tenerife?

Tiene problemas muy gordos. En carreteras hay un fracaso absoluto: Coalición Canaria ha dado muestras de sobra de que no sabe resolver los problemas de comunicación. Seguimos teniendo problemas en sanidad, no solo con los Hospitales del Sur y El Norte, sino a la hora de coordinar la gestión sanitaria con otras administraciones. Existen carencias en materia de movilidad y la cosa no mejora en el apartado del tratamiento de las aguas residuales. Esa es una de las grandes asignaturas pendientes, aunque en los últimos cuatro años, con Manuel Martínez (PSC-PSOE), se han logrados unos avances que aun son insuficientes. ¿Esta larga lista de carencias significa que debemos presentar una enmienda a la totalidad a los últimos 32 años de gestión de CC? No. Hay aspectos positivos, como la reducción de la deuda que se tienen que tener en cuenta. Se han desarrollado políticas de empleo interesantes y en el ámbito del turismo no todo se ha hecho mal, a pesar de que yo considere que hay que darle una mayor transversalidad para desterrar la idea de que esta es un área que tiene vida propia: Cabildo y turismo tienen que ser la misma cosa. Probablemente hemos avanzado más que en otras Islas, pero el sector turístico es algo más que un escaparate.

¿Usted no tiene una varita mágica para solucionar los problemas en las carreteras?

No. Ni en carreteras ni en otras áreas que nos generan la misma preocupación, pero sí que podemos planificar una Isla más eficaz y ordenada. Durante las elecciones dije en varias ocasiones que yo no podía arreglar los problemas del tráfico en unas semanas, meses o años, entre otras cosas, porque el que se atreva a realizar esa afirmación estaría mintiendo. Lo qué sí dije es que un Gobierno insular no podía ir a la guerra con el Estado porque al final eso no sirvió para nada: ni el Cabildo ni el Gobierno de Canarias anterior fueron capaces de hacer ni un solo metro en Tenerife. En lugar de buscar esa pelea quiero impulsar proyectos de carreteras, algunos de ellos ya tienen un recorrido por parte del Cabildo y que se abandonaron. Hay que sentarse con el Ejecutivo regional. Ninguna otra Isla tiene un déficit en carreteras como Tenerife y, por lo tanto, vamos a solicitar que nos den un trato especial. Mi primera reunión con un consejero de esta administración autonómica será con el responsable de carreteras (Sebastián Franquis) porque esto no se puede dilatar más.

¿Pero las colas seguirán?

No van a desaparecer por arte de magia, pero más allá de los plazos que nos marquemos quiero que los ciudadanos de Tenerife perciban la sensación de que estamos trabajando en poner soluciones y no metidos en debates estériles que no conducen a ninguna parte.

Usted es un hombre que conoce bien la vertiente sur de la Isla, una zona en la que existen asignaturas por resolver como el crecimiento del aeropuerto ubicado en Granadilla de Abona.

Tenerife Sur es uno de los más rentables de España y durante muchos años ha estado dejado de la mano de Dios. Creo que debemos tener una nueva terminal, pero mi primer interés es conocer en qué fase estamos. El anterior presidente del Cabildo se ha reunido en varias ocasiones con AENA, pero los datos que tengo en estos momentos son inconcretos porque nunca fui invitado a una reunión en la que se me pidiera una valoración como alcalde afectado. Espero encontrar alguna de esas referencias en un informe. Lo que sí tengo claro es que Tenerife Sur debe tener una terminal de garantías, no los parcheos que se han ido realizando. Ni renuncio a esa terminal ni a contar con la segunda pista, porque eso estaba en un proyecto original que han incumplido.

¿Al Puerto de Granadilla se le debe sacar más partido?

El Cabildo y el Gobierno de Canarias tienen que repensar qué rendimiento se le quiere sacar a una infraestructura tan costosa y tan poco aprovechada. Hay que decidir qué tipo de puerto queremos y no dejarlo languidecer. Espero que el Gobierno de Canarias no opte por el abandono.

¿Fonsalía tiene solución?

Esa es una asignatura pendiente que sigue acumulando años de desinterés general. La primera reunión que tuve como alcalde en Santa Cruz, hace casi 25 años, fue para hablar del Puerto de Fonsalía. En dos décadas y media solo se ha realizado un avance del proyecto y unos cuantos informes medioambientales. Espero que el Gobierno saliente haya dejado alguna tarea echa porque en Fonsalía hay que hacer mucho.

¿El tren del Sur?

En estos momento no soy partidario de esta obra. Yo no voy a rechazar ningún proyecto, pero el tren del Sur no es tan prioritario como una buena red de guaguas. No soy un vendedor de humo y los problemas de comunicación no se van a resolver con esa infraestructura.

¿Está a favor de una tasa turística?

Yo no tengo ningún temor a la hora de hablar de impuestos, pero hay que justificar su implantación y necesidad. Cuando se habla de una tasa turística habrá que valorar antes el importe del que hablamos, el destino que se le dar a esos beneficios, quién es el que lo va a recaudar y si es una tasa finalista. Espero que el Gobierno de Canarias use el mejor de los criterios posibles porque los impuestos una vez se ponen no se quitan tan fácil.