La naturaleza emplea siglos en modelar paisajes y ecosistemas que el ser humano es capaz de alterar o destruir en cuestión de minutos. Esa capacidad transformadora se utilizó en la mañana de ayer para reparar un daño realizado durante años sin mala intención, fruto del desconocimiento, las modas y la pura imitación. Más de 150 voluntarios acabaron en apenas media hora de trabajo conjunto con cientos de torres hechas con callaos que alteraban el paisaje y el ecosistema costero de la trasera del castillo de San Felipe, en el Puerto de la Cruz, a unos metros de Playa Jardín.

La convocatoria de la Fundación Telesforo Bravo-Juan Coello y la iniciativa Pasa sin Huella, con el apoyo del Ayuntamiento portuense y el Cabildo de Tenerife, fue un éxito. Desde las diez de la mañana, más de 150 voluntarios se concentraron junto al castillo para participar en una acción para defender el paisaje natural, la flora y la fauna. Tras repartir guantes, rellenar las fichas de inscripción para estar asegurados ante posibles accidentes y explicar la organización de la actividad, un equipo heterogéneo de voluntarios de todas las edades se puso manos a la obra.

El resultado de este trabajo desinteresado y en equipo fue espectacular. En apenas 20 minutos no quedaban torres de piedras en pie. En sólo media hora se había terminado el grueso del trabajo, pero muchos asistentes continuaron tapando los senderos creados de forma artificial y recogiendo basuras y escombros. Y eso que cada montículo se retiró piedra a piedra, de arriba abajo, y depositándolas con cuidado para no dañar a animales ni plantas.

La fuerza colectiva dio una nueva lección en el Puerto de la Cruz. La suma de muchos pequeños esfuerzos permitió acabar la tarea en tiempo récord y devolver a la zona el aspecto que tenía antes de la llegada de la dañina moda de las torres de piedras.

Voluntarias de Los Realejos, La Orotava, Arico, Inglaterra, Alemania o Francia mostraban su satisfacción por poder colaborar en una acción que tendrá eco en otros lugares donde el problema es evidente, como Adeje. Niños y mayores se juntaron para colaborar, cada uno en la medida de sus posibilidades, y el resultado fue contundente. Un área de varios cientos de metros cuadrados recuperada y limpia en cuestión de minutos. La previsión inicial era trabajar hasta las 14:00 horas, pero no hizo falta.

La labor de concienciación ya ha comenzado con esta acción voluntaria, y continuará en el futuro con la colocación de carteles informativos que informen a los visitantes del daño que genera una acción tan aparentemente inofensiva como amontonar unas cuantas piedras.

El alcalde portuense, Marco González (PSOE); el edil de Ciudad Sostenible, David Hernández (ACP), y la concejala de Turismo, Carolina Rodríguez (PSOE), participaron en la acción como tres voluntarios más y se comprometieron a que el municipio "vuelva a ser pionero en sostenibilidad y medio ambiente".

El trabajo de ayer también permitió detectar la presencia de miles de toallitas higiénicas acumuladas alrededor de una tapa de registro de la red de saneamiento de aguas residuales. Vertidos en plena costa que nadie se había preocupado de limpiar.