Las Islas Canarias presentan algunos de los ecosistemas forestales más singulares de toda Europa, como el bosque termófilo, el bosque de laurisilva o monteverde y el pinar, que debe su nombre al pino canario (pinus canariensis). Todo eso me ha enseñado como arquitecto, y lo único que he pretendido es imitar a la naturaleza y respetarla.

La variabilidad climática, el origen volcánico, el aislamiento de las islas y el paso del tiempo han dado lugar a una naturaleza excepcionalmente rica y diversa, organizada en forma de ecosistemas únicos, y que hace que estas islas se consideren "continentes en miniatura". Las especies vegetales existentes en los ecosistemas terrestres de Canarias se encuentran agrupadas en comunidades, que se distribuyen en diferentes pisos de vegetación en función del clima y la altitud. El número de ecosistemas que puede presentar una isla va a depender de su altitud. Así, Tenerife, isla más alta del archipiélago, presenta todo el abanico de ecosistemas conocidos en Canarias. El resto de las islas cuenta con un número de ecosistemas menor, disminuyendo con la altura de las islas, de manera que Lanzarote y Fuerteventura son las que presentan menor variedad pero no por eso son menos interesantes.

En concreto en la isla de Tenerife aparecen muchos de los ecosistemas del planeta, en una dimensión superior a lo normal en relación al tamaño del territorio de la isla, con lo que tenemos en Canarias un laboratorio perfecto que nos permite estudiar una gran cantidad de situaciones diferentes, o sea, nos permite estudiar el globo desde aquí y desde aquí analizar por qué y cómo nuestra interesante arquitectura popular (no solo en el sentido histórico sino también en el sentido del término "pop"), cuando es correcta y con sentido común, responde a la topografía, a la altura, a los vientos, a una situación térmica y botánica determinada. Y nos permite estudiar también como la agricultura en los diferentes ecosistemas hace que se tenga que producir terrenos agrícolas diferentes a los de forma plana, pues el terreno es abrupto y escarpado, especialmente en las Islas Verdes y solo así se puede facilitar el cultivo agrícola. Y en otros casos produciendo paisajes maravillosos como la Geria en Lanzarote. Considero que todo eso es arquitectura, y por tanto cultura. En todo eso me he basado yo para abordar cada proyecto.

Creo que la arquitectura vernácula usaba en estas islas afortunadas la fuerza de la naturaleza en su propio beneficio, y ahora tendríamos que intentar coger la fuerza del viento y de alguna forma actualizar los conceptos vernaculares, de forma que nos posibiliten mejorar en la lucha contra el cambio climático, y también en la lucha contra virus (que otros vendrán) y todo esto tiene mucho que ver con la razón y la emoción.

Además, tenemos otro recurso disponible, que no usamos, y es la posibilidad de utilizar la energía del propio mar para resolver problemas utilizando formas de la arquitectura que neutralicen la potencia del mar (especialmente de los nortes de las islas occidentales, pensemos por ejemplo en lugares como Garachico) y que al final ese fenómeno (la dureza del mar, a veces) se transforme en un fenómeno lleno de emoción. Hasta ahora los ingenieros se limitan a parar, neutralizar las fuerzas de las olas, pero se podría de alguna manera (con la arquitectura) neutralizar esta potencia utilizándola para producir energía.

Entiendo que es en la fuerza de la naturaleza donde radica la esencia de Canarias y por eso mi arquitectura es como es.