Los paisajes son el género dominante en la amalgama de obras que integran la colectiva Seis por seis que se desarrolla hasta el próximo 31 de diciembre en la sala de exposiciones del Círculo de Amistad XII de Enero de la capital tinerfeña, organizada en colaboración con el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Santa Cruz de Tenerife. Esta mezcolanza de estilos, tendencias y temáticas dota de interés a esta muestra en la que domina el realismo, pero entendido desde diferentes ópticas y calidades. Los espacios creados están desiertos, salvo una obra de Felipe Torres en la que aparece la figura humana.

Como aseguró el comisario de esta iniciativa, Joaquín Castro, "nos quieren enseñar sus últimos trabajos que con arte y esmero vemos reflejados en los soportes que han utilizado". Ellos son los pintores Miguel González, Cristóbal Garrido "Toba", Julio Padrón, Alfonso Araquistáin, Ana María González y Felipe Torres, que han utilizado para materializar sus cuadros el óleo y la acuarela sobre lienzo y papel.

El consagrado acuarelista chicharrero Miguel González (Santa Cruz de Tenerife, 1961) destaca por la calidad de su trabajo y su pleno dominio del dibujo y de la aguada. En esta ocasión presenta siete piezas en las que reproduce con su peculiar estilo realista un muelle con algunos barcos pesqueros amarrados y su reflejo en el agua, un patio canario abierto poblado de diversas plantas autóctonas, entre las que destacan unas buganvillas perfectamente ejecutadas, y unas ropas colgadas al aire libre al fondo de la escena; o un par de casas rurales canarias desvencijadas en las que solo se distinguen sus tejados cubiertos de plantas y rodeados de una frondosa vegetación, en la que destacan unos almendros en flor y la silueta de unos árboles casi inapreciables.

Otra se centra en un detalle del interior de un bosque en el que reproduce con total fidelidad los árboles torcidos y cubiertos de musgo, en medio de un ambiente dominado por la neblina. También participa con una acuarela que evoca una perspectiva muy singular de la catedral de La Laguna, y dos flores, una de ellas una rosa.

Estos trabajos, la mayoría de ellos centrados en su temática favorita, el paisaje, aunque también practica otros géneros como el desnudo o el bodegón, demuestran la calidad técnica que ha adquirido tras todos estos años consagrados al arte, mundo donde es considerado el acuarelista de la luz y el color, además de apreciarse la riqueza de detalles que describe en los motivos evocados con una paleta de tonos suaves. Sus sentimientos están presentes en cada una de sus propuestas, en las que narra con sinceridad estados de ánimo que definen su existencia.

El pintor e ingeniero Alfonso Araquistain (Bilbao 1951) participa con media docena de óleos sobre lienzo en los que ha plasmado con una pincelada de trazo largo y cierto aire postimpresionista una serie de paisajes bastante idílicos -uno de ellos dedicado al Teide con sus inconfundibles tajinastes-, en ninguno de los cuales aparece la figura humana, salvo uno en el que se aprecia al fondo un pueblo que se supone habitado. Los árboles son uno de los elementos que dominan en todas las telas que reúne en el Círculo XII, espacios idílicos que relajan e invitan a ser recorridos con la imaginación. También muestra una marina.

La paleta de colores de este vasco-tinerfeño, que reside en la isla desde el año 1984, es muy rica en matices e incluye tanto las gamas frías como las calientes, aunque el maestro que despertó su interés por el arte en la niñez, Isidro Ortiz de Villalba, le inculcó la idea a pintar con tres colores: el rojo magenta o cadmio medio; el amarillo, cadmio medio, y el azul ultramar o el prusia.

El herreño Julio Padrón, un estudioso del óleo licenciado en Bellas Artes, aporta media docena de cuadros protagonizados por frutas en su medio, las ramas donde han crecido hasta alcanzar la madurez, sin separarse de la naturaleza en la que han nacido y se han desarrollado.

Albaricoques, manzanas, ciruelas, nectarinas y pitangas con sus colores característicos son los protagonistas de los cuadros que presenta y que pertenecen a la serie que él denomina Naturalezas entrelazadas. Algunas de ellas están enmarcadas en escenas cuyo fondo son marinas, una de las temáticas que suele tocar Padrón, además de otras de carácter costumbrista, arquitectura canaria y dedicadas a la naturaleza y al paisaje canario. Las otras piezas son primeros planos que ocupan toda la superficie del lienzo.

Este autor posee un destacado sentido de la proporcionalidad, cualidad que ha insuflado a los alumnos que han recibido sus enseñanzas en las clases particulares que ha impartido en su estudio.

Por su parte, Ana María González Garrido, que se formó artísticamente en la Escuela de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, interviene en la colectiva con obras que reproducen diversos paisajes, como uno en el que se observa en primer plano unos cactus y las hojas de una palmera, con un fondo montañoso; mientras que en otra muestra un plano detalle de un limonero con varios frutos.

También presenta un óleo con un florido jardín con un estanque como protagonista. Es una bella escena dominada por una paleta repleta de tonos verdosos, excepto unas flores suspendidas en el aire y una escultura de mármol blanco situada en el centro de la imagen. Asimismo, exhibe otros motivos como planos detalle de un horno junto a una maceta y otra centrada en un rincón de un patio con una destiladera y varias flores de cala, tras las cuales se aprecia un lagarto en la sombra. A pesar de que sus temas predilectos están relacionados con la naturaleza, también se siente atraída por los retratos. Sus propuestas transmiten serenidad, tienen una luz muy sutil y un perfecto equilibrio de color muy bien conjuntado.

El acuarelista Felipe Torres, que estudió en la Escuela de Bellas Artes de Santa Cruz, contribuye a esta galería de paisajes con una selección de obras en las que produce escenas de diferentes calles pobladas con casas tradicionales canarias, algunas de ellas con espaciosos jardines a sus puertas y una vegetación que otorga un brillante colorido a las pinturas. Una de las obras, la única que incluye varias figuras humanas, intenta reproducir el edificio del Real Casino de Tenerife en Santa Cruz.

La obra de Torres, que al parecer fue discípulo de Guillermo Sureda, Jesús Ortíz y Francisco Zuppo, entre otros maestros, se distingue por su pretensión de cuidar el dibujo, muy presente en los trabajos que exhibe en el Círculo XII, centro social en el que imparte clases de acuarela, y su peculiar utilización del color. Según la crítica, "es un gran conocedor de los secretos del paisaje que consigue con matices y tonos, todo a través de las formas y el color que le hacen llegar a la transmisión de sensaciones estéticas".

Por último, Cristóbal Garrido 'Toba' es otro de los máximo exponentes de la acuarela canaria que participa en Seis por seis con unas aguadas muy singulares, todas con una formato panorámico y motivos tan dispares como primeros planos de unas plantas, perfectamente reproducidas, o un paisaje marino con barcas amarradas a unas boyas en una orilla en la que no se distingue si es un río o una playa.

También da a conocer unos originales bodegones, uno de ellos con diferentes botellas, una de gaseosa La Casera y otra de Elegido, la mayoría de ellas llenas de vino, además de varias garrafas con el mismo líquido. Tras ellas se aprecian algunos envases vacíos con unas logradas transparencias, lo que parece una radio de los años 60 y un cubo de metal con varios embellecedores de puertas que marcan el espacio donde se meten las llaves. La otra naturaleza muerta es un conjunto de cencerros colgados de un palo en sentido horizontal.

'Toba', profesor de Dibujo Técnico y Cultura Audiovisual, milita en una pintura realista, fiel a los objetos que elige para plasmar en el papel con todo lujo de detalles. Posee una técnica muy depurada, con unas gamas de color suaves y muy buen gusto a la hora de elegir los temas, sugerentes, llenos de imaginación y originalidad.