'Abejorros' contra el fuego

Tres hidroaviones del 43 Grupo de las Fuerzas Aéreas se emplean a fondo para reforzar la lucha contra las llamaradas desde el cielo

Uno de los tres CL-215L que intervienen en el operativo de extinción realiza una descarga en El Rosario. | | MARÍA PISACA

Uno de los tres CL-215L que intervienen en el operativo de extinción realiza una descarga en El Rosario. | | MARÍA PISACA / Jorge Dávila

Nadie desea verlos luchar contra el fuego, pero cuando no están y son necesarios se les echa de menos. ‘Apaga y vámonos’. Ése es el lema del 43 Grupo de las Fuerzas Aéreas que en la actualidad mantiene a tres de sus hidroaviones combatiendo unas llamas que están fuera de control.  

Viejos, ruidosos y no muy agraciados, más bien feítos. Así son los Canadair CL-215L del 43 Grupo de las Fuerzas Aéreas que en las últimas horas se han alistado al dispositivo aéreo que batalla desde hace más de 48 horas contra un gigantesco incendio en Tenerife. Su presencia en el Archipiélago siempre reabre un debate sobre la conveniencia de disponer de una base de hidroaviones en estas coordenadas atlánticas. Sobre todo en los meses de verano, que es cuando suelen abandonar su campamento base en Madrid para ser reubicados en diferentes puntos de la geografía peninsular.

Sea como sea, lo cierto es que los abejorros están de nuevo en las Islas: en los últimos años han tenido que desplegarse en las catástrofe forestales de Gran Canaria y, más recientemente, en la isla de La Palma. Sus mansos, aunque estruendosos vuelos, sorprendieron a un buen número de tinerfeños cuando saboreaban el primer café del día en alguna de las terrazas localizadas en los alrededores del puerto capitalino. Ése fue el punto de avituallamiento elegido por las tripulaciones de los CL-215L para llenar sus depósitos [5.346 litros de agua y 600 litros de un retardante químico para darle más densidad a las descargas] en menos de doce segundos: el avance del avión sobre el agua llena los tanques sin la necesidad de utilizar una bomba de succión.

Los 20 segundos antes de entrar en un medio acuático – un impacto a unos 100 kilómetros puede partir la nave en dos – son decisivos a la hora de completar con éxito sus misiones. Para poder operar con ciertas garantías necesitan al menos una profundidad de al menos 1,12 metros y dos kilómetros de longitud. Aunque hay voces como las de la Asociación de Agentes Forestales y de Medio Ambiente de Canarias (Afmacan) que creen que ésta «no es la mejor herramienta para luchar contra los incendios en Canarias» [terrenos escarpados y estrechos que dificultan su aproximación a los focos], los 360.000 litros que tiraron ayer – otra quincena de medios aéreos, entre los que había un avión de distintas características, se desgastaron en los frentes de Arafo, Candelaria, El Rosario, Santa Úrsula y La Orotava – sobre unas llamas casi indomables fueron una bendición para las cuadrillas terrestres.

Los puntos marcados durante la mañana de ayer estaban próximos a unas lenguas de fuego que arrinconaban a núcleos poblacionales de El Rosario. Refrescar zonas aún no quemadas se convirtió en una prioridad antes de que a las dos de la tarde cesaran los vuelos para dar descanso a las tripulaciones. Por la tarde, los CL-215L volvieron a la actividad después de las 16:00 horas. Con los tanques llenos – su autonomía durante los servicios de extinción llega hasta las cuatro horas y media – y buenas condiciones de vuelo [la presencia de ceniza en el aire no dificulta sus maniobras], el último paso era autorizar el despegue de las tres unidades de Los Rodeos. En el aeródromo lagunero ayer estaban programadas más de dos centenares de operaciones y el operativo de emergencia no alteró los movimientos. Sobre todo, porque los Canadair CL-215L se desplazan por unos pasillos alejados de las rutas comerciales con unos vuelos rasantes.

Mientras haya luz...

La operatividad de los aviones del 43 Grupo de las Fuerzas Aéreas es efectiva mientras haya luz natural y, sobre todo, con unas condiciones de vuelo favorables. En los incendios de sexta generación uno de los factores que más se tienen en cuenta son los vientos, los remolinos y las turbulencias. Estos tres factores no evitaron, por fortuna, que los hidroaviones se emplearan a fondo hasta casi las nueve de la noche. Las vertientes casi fueron las mismas que por la mañana, aunque se potenciaron las maniobras en el norte de la Isla.

Más de medio siglo apagando fuegos. Ése es el tiempo que lleva activo un grupo que nació el 8 de febrero de 1971 en la base aérea de Getafe [entonces fue bautizado como UD-13 del 803 Escuadrón del Aire], aunque las tres aeronaves que trabajan en Tenerife datan de principios de los años 90, cuando la unidad ya era conocida como el 43 Grupo de las Fuerzas Aéreas. Su actual esquema lo componen 18 aviones [cuatro CL-415 y catorce CL-215L] y los integrantes del escuadrón acumulan más de 200.000 horas de vuelo, en su gran mayoría participando en misiones especiales contra el fuego en España, Portugal, Francia, Italia, Turquía o Israel. Los abejorros, pues, vuelven a sobrevolar tristemente el cielo de Canarias con el objetivo de cumplir lo antes posible el lema que tienen como bandera: Apaga y vámonos. ¡Ojalá ocurra pronto, gracias!