La Policía Nacional desarticuló una organización criminal que se dedicaba a la comisión de robos con fuerza y robos con violencia en Tenerife. Los agentes detuvieron a once personas después de ocho meses de investigación. Los acusados presuntamente consiguieron reunir una cantidad cercana a los 140.000 euros en ganancias con dichas infracciones penales, que después blanquearon con el uso de carteras de criptomonedas.

El Grupo de Delitos Tecnológicos tuvo conocimiento de la existencia de esta banda criminal a raíz de una denuncia interpuesta en septiembre de 2021, en la que una mujer ponía en conocimiento de la policía que le habían sustraído en su domicilio un dispositivo de almacenamiento de criptoactivos, que se conoce como monedero frío, que contenía un valor aproximado de 40.000 euros. Iniciadas las investigaciones, los indicios llevaron a los miembros de la Brigada de Policía Judicial hasta diversas personas que recibieron las criptodivisas sustraídas.

Cruces de información

Después de diversos cruces de información con otras investigaciones, los policías llegaron a la conclusión que los implicados en el delito denunciado formaban parte de una organización criminal asentada en Santa Cruz de Tenerife desde hacía cuatro años, que se dedicaba a los robos con fuerza y a los robos con violencia. De esta forma, los funcionarios consiguieron, a su vez, esclarecer múltiples delitos cometidos por estas personas.

Estructura piramidal

La organización, de estructura piramidal con tres líderes principales, se dedicaba a diversas actividades delictivas. Por un lado, perpetraban robos violentos sobre víctimas a las que habían vigilado y seguido previamente. Esos seguimientos a las personas afectadas también les permitía conocer las rutinas de las mismas y saber si estaban en casa o no, si vivían solas, entre otras cosas, para así aprovechar para cometer también robos con fuerza en sus domicilios. En este sentido, sus objetivos preferidos eran personas mayores para aprovechar su vulnerabilidad y robarles dinero y joyas.

Además, también contaban con conocimientos técnicos suficientes para la obtención de criptoactivos de forma fraudulenta, dado su dificil rastreo. En estos casos, buscaban a víctimas más jóvenes, familiarizadas con este tipo de productos. En concreto, uno de los miembros de la banda trabajaba en una empresa de distribución de escala mundial, que permite pagos con estos sistemas. Cuando este detectaba un pago en criptomonedas, recopilaba información suficiente para valorar su idoneidad como víctima y acceder a sus carteras de criptoactivos para adueñarse de su valor.

Posteriormente, una vez obtenido el botín, los delincuentes vendían los objetos robados en el mercado negro o blanqueaban el dinero de los criptoactivos en otros productos similares. Sin embargo, la falta de conocimiento de algunos integrantes de la organización fue la puerta de entrada para que los miembros de la Policía Nacional pudieran rastrear las operaciones e ir identificando a delincuentes y víctimas.

Ocho registros

Así, tras lograr las pruebas suficientes y realizar las solicitudes pertinentes a las autoridades jurídicas correspondientes, se practicaron ocho entradas y registros de forma simultánea en las zonas de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife y Radazul, en los que los policías encontraron desde armas blancas y objetos contundentes hasta 64 gramos de cocaína y diez kilos de hachís, pasando por animales exóticos robados a una fundación tinerfeña.

Tras obtener los indicios y pruebas oportunas, los investigadores consiguieron detener a once individuos, diez españoles y un extranjero con orden de expulsión vigente en España, entre los que se encontraban dirigentes, lugartenientes y varios hombres de confianza. Todos los arrestados fueron puestos a disposición del Juzgado de Instrucción que estaba en funciones de Guardia en la capital tinerfeña.