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Una desaparición bajo mentiras, contradicciones e infidelidades

El miércoles se cumplen dos años de la última vez que el taxista José Delgado fue visto con vida | Cuatro familiares, imputados

La Guardia Civil durante el rastreo en la vivienda del cuñado de José Delgado en El Palmar de Teror.

La desaparición del taxista José Delgado Naranjo, de la que el próximo miércoles se cumplen dos años, se produjo bajo un ambiente de infidelidades, mentiras y contradicciones que han llevado a que su mujer (Rosa María Y. O. ‘Rosi’), su hijastro (Kilian S. Y.), su cuñado (Eduardo Y. O.) y su suegra (Expedita Y.) estén imputados por un presunto caso de homicidio y obstrucción a la justicia. La investigación de la Guardia Civil revela que ni el matrimonio vivía una relación «idílica», como dijo su familia política; que su mujer ha dado varias versiones sobre dónde iba aquel día o cómo iba vestido, y que existen contradicciones entre los acusados. Los investigadores creen que solo falta una pieza para acabar este puzzle: hallar el cuerpo.

El Instituto Armado recoge en sus informes que Rosi aseguraba que la relación con su marido era «idílica», sin problemas aparentes, con objetivos de futuro. Como un viaje a Nueva York. Las pesquisas, sin embargo, muestran que existían desencuentros importantes. Un mes antes de la desaparición ambos mantuvieron una fuerte discusión que acabó con Delgado fuera del domicilio familiar. «No vuelvas... ya no entras en mi casa», le escribió ella por Whatsapp el 11 de noviembre a las 21:36 horas. «Te preparo tus cosas y te vas», fue el siguiente mensaje. El desaparecido tenía una relación extramatrimonial.

«Ya voy»

Entre las personas que vieron por última vez a José Delgado está su amante. Estaba con ella la tarde-noche del 8 de diciembre cuando aseguraba que cuidaba de su madre en el barrio de Casablanca I. Recibió entonces una llamada, supuestamente de su esposa. «Va, ya voy», asegura la amante que contestó y, nervioso, se fue. Paró un taxi que le llevó a su casa. Este conductor sí fue la última persona, fuera de su núcleo familiar político, que lo vio por última vez. El profesional reconoció meses después a José Delgado y aseguró que lo llevó al barrio terorense de La Guanchía. En el trayecto, su amante lo llamó dos veces y los investigadores creen que apagó el móvil antes de entrar a su casa para evitar que le llamase en presencia de su mujer.

Allí le esperaba Rosi, una persona que en palabras de su anterior marido es «dominante». Esta aseguró que llegó «borracho», un hecho que repite en cada entrevista; algo que niegan el taxista y la amante. Nadie sabe qué ocurrió entonces. Eduardo, su cuñado, afirma que hubo una discusión porque José no le había dicho la verdad a Rosi sobre el cuidado de su madre, ya que ese domingo tenía que estar con la progenitora. «Le mintió pero luego mi hermana le sacó la verdad. Él le dijo que la chica vino y le hizo el turno y ella le dijo: ¿vino o la llamaste tú? Y al final le sacó la verdad, que la llamó él». Rosi no cita estos hechos en ningún momento.

La declaración de los familiares de la esposa coinciden casi por completo en qué fue lo que ocurrió la mañana siguiente: fueron Rosi, Eduardo y la madre de ambos a Teror, donde dejaron a José, para después ir a Arucas a hacer gestiones y a un supermercado. Volvieron a la villa mariana a pagar unos recibos y allí se encontraron con el desaparecido, que les dijo: «Aquí los estaba esperando», algo que les extrañó puesto que había perdido el móvil el día anterior. Luego volvieron a su casa, pero no pudieron montar a José en el coche, un Dacia Duster, porque no había espacio para él pese a que quedaba una plaza libre. En el vehículo iban Rosi, Eduardo, Expedita y la compra. Sobre el mediodía llegaron a La Guanchía, haciéndolo José poco después en taxi.

Sin rastro de José por Teror

Las indagaciones de la Guardia Civil no sitúan al desaparecido en Teror aquel día. Rastrearon cámaras de comercios o bancos, preguntaron a los taxistas de las 21 licencias del municipio, se entrevistaron con trabajadores. Nadie vio aquel día a José por el casco urbano. Ninguna grabación le recoge por allí ni los taxistas recuerdan haberlo llevado a su casa. Nada que confirme que el relato de la familia es cierto.

Un factor clave es quién estaba en la casa poco antes de que, según Rosi, desaparareciera Delgado. En la vivienda se hallaban José, Rosi, Eduardo, Expedita y, por momentos, Kilian, el hijo mayor de Rosi. En sus declaraciones no coinciden al indicar quién estaba y quién no. Pero otra clave está en que Rosi dice que, después de comer, se tiró en el sofá junto a su marido y que se quedó dormida, sobre las 15:00 horas, viendo la tele. A las 15:45, cuando se despertó, José ya no estaba en la casa. Supuestamente, salió y ya no volvió nunca más. El análisis de las conexiones apuntan, sin embargo, a que Rosi estuvo conectada a internet durante todo ese tiempo, que está en todo momento recibiendo y enviando datos.

Llamada al 1-1-2

La última vez que la familia de Rosi vio a José Delgado fue la tarde del día 9. Ella, en cambio, no llamó al 1-1-2 para denunciar que no sabía nada de él hasta el mediodía del día siguiente. Así describió la desaparición con la operadora: «¡Hola!, ¡hola!, ¡buenos días!, ¡Eh! Estoy... es que he llamado a varios hospitales y a varios sitios y no localizo... ¡eh!..., y la policía me dijo que llamara a ustedes a ver si, como ustedes son los que recogen con las ambulancias a las personas heridas y demás. Que mi marido lleva desaparecido, mi marido se ha desaparecido hace un un un día y medio [esto llevaría su desaparición a la noche del día 8] y se dejó aquí en casa toda la documentación, y todo. Entonces...». La operadora del 1-1-2 le pregunta si lleva un día y medio desaparecido, a lo que Rosi responde que sí, y le pregunta que si sabe cómo iba vestido. «¿Vestido? No lo sé, no lo sé, no me acuerdo», afirmó. Otra cuestión clave para los investigadores se detecta al interrogarla sobre si sabe dónde iba: «Sé que iba para Las Palmas», respondió. Un agente le aconseja que vaya adonde suele ir él a caminar y, si no lo encuentra, que denuncie la desaparición.

En esa conversación la Guardia Civil comienza a tejer las contradicciones en el testimonio de la mujer. En la denuncia que presenta a las cinco de la tarde del 11 de diciembre dijo que la vestimenta que llevaba era un vaquero, calzado deportivo verde, una blusa azul y una chaqueta de abrigo. El 26 de diciembre indicó que iba con vaquero, camiseta de manga corta gris y náuticos de color marrón. A preguntas del agente sobre si echa en falta un pijama y unas zapatillas, descripción que dio una mujer que supuestamente había visto a José Delgado tras su desaparición, dijo que sí. La otra contradicción es adonde iba. Primero señaló que para Las Palmas, pero ante la Guardia civil alegó que creía se había ido a la farmacia porque le dolía la cabeza y padecía de lumbago.

El Instituto Armado declara la desaparición de «alto riesgo» y decenas de personas acompañan el dispositivo, entre los que hay familiares del taxista. En esa labor no participan los familiares políticos, un hecho que extraña a todos. La búsqueda se hace por tierra, por aire con el helicóptero y por agua, con la inmersión de los GEAS en varios estanques. Llegan de Madrid agentes de la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo, que se entrevistan con nueve personas para sacar numerosas conclusiones. También aparecen perros especializados en la búsqueda de personas. Tarde, según los familiares de José Delgado, quienes creen que se tenía que haber usado a estos animales desde el principio aunque fueran de la unidad canina de la Policía Nacional.

Al empezar la búsqueda, una sobrina del desaparecido grabó una conversación con el cuñado de Delgado, Eduardo, quien habla del taxista en pasado, como si ya estuviera muerto. «Nunca me imaginé que mi cuñado, que no servía de mucho el pobre, iba a terminar así. Yo un día me imaginé que mi hermana lo iba a mandar por culo y lo iba a echar de casa, pero nunca pensé este final para él». A lo que añadió: «Bueno, no se puede decir nada, pero yo para mí está muerto. Ya lleva cuatro [días] y una persona no puede vivir tanto tiempo por ahí tirado y con el frío que ha hecho y lo friolero que era él».

El móvil del taxista desapareció la noche del 8 de diciembre, supuestamente durante su viaje en taxi desde Las Palmas a Teror. La Guardia Civil registró tres veces la casa familiar sin hallar rastro del celular. Por momentos, el terminal se activó con puntos que lo situaban en Artenara o en medio del Atlántico, pero siempre en torno a Gran Canaria. Esto pudo deberse a que fue encendido y apagado al instante o puesto en modo avión. La Guardia Civil llegó a buscarlo en unos contenedores cerca de la antigua fábrica de Donuts de Teror, donde Google lo situaba como última ubicación. La sorpresa llegó en abril de 2020. En pleno confinamiento, Rosa avisa a los agentes de que halló el móvil, que cayó de un mueble al mover este en una limpieza. El «hallazgo casual» ocurrió el día anterior, pero la esposa no informó hasta un día después. Ella aseguró que lo manipuló, pero que no borró archivo alguno. El análisis del terminal la contradijo: eliminó cinco fotos de la cabeza de su marido, con gafas, en un coche. Los agentes comprobaron que el tráfico de mensajes entre ambos creció de manera sorprendente el 8 de diciembre, con 39 mensajes, hasta cinco veces más que un día normal.

«El tuyo ya no huele»

El 18 de junio de 2020 Rosi habló por Whatsapp con su hermano sobre el hallazgo de un cadáver en San José del Álamo. Ella le envía un audio donde comenta que le han dicho que localizaron hace 15 días un cuerpo y que olía mucho. Él le responde: «Piensa toleta, el tuyo ya no huele», según aparece en las diligencias policiales. En el ordenador de Eduardo, los guardias encuentran cinco búsquedas sobre descomposición de cadáveres. Las páginas que visita son «Descomposición», de Wikipedia; «¿Cuánto tarda un cuerpo en descomponerse?», del periódico El Mundo; el mismo titular de un artículo de la revista Muy Interesante; «Así se descompone un cuerpo al morir» y «Cómo se descompone un cuerpo». Los agentes creen que estos rastreos se hicieron entre el 21 de diciembre de 2019 y el 22 de enero de 2020. La Guardia Civil tiene claro de que la familia política está detrás de la muerte. Tiene numerosos indicios que apuntan a que algo pasó la noche del 8 de diciembre. Los agentes y la familia del taxista mantienen la esperanza de que encontrarán el cuerpo. Para ello, esperan que alguien que sepa lo que ocurrió aquel día les diga dónde está.

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