El parricida de Alcaravaneras confesó a la Policía Nacional durante su arresto que había matado a su padre porque este le maltrataba a él y a su madre –que falleció horas antes del crimen–. Así se explicó ayer en la tercera sesión del juicio que se sigue en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas contra Marcos Hernández de 45 años, por haber matado a su padre, el poeta y abogado José Rafael Hernández de 78 años, tras asestarle una veintena de hachazos por todo el cuerpo la madrugada del 15 de octubre de 2018.

Los policías que acudieron al domicilio explicaron al tribunal del jurado que les confesó de manera “espontánea” que había acabado con la vida de su progenitor, ya que este le había dado malos tratos tanto a él como a su madre, y relataron que no mencionó en ningún momento que había escuchado una voz que le dijo que la víctima era el demonio, tal y como declaró el pasado lunes.

Un funcionario de la Policía Nacional narró que conocía al acusado porque eran del mismo barrio y que cuando acudió a la escena del crimen le preguntó al homicida qué había pasado, a lo que este contestó: “ya terminé con mi padre”. Por lo que el policía, además de detenerlo, se encargó de verificar si la madre estaba muerta como él les había indicado y al destaparla se percató de lo “extremadamente delgada” que se encontaba la fallecida que yacía en su cama.

Asimismo, el policía nacional que le tomó declaración desgranó que Marcos Hernández le contó que el 14 de octubre de 2018 salió de su casa sobre las 20:00 y regresó cuando eran las 22:30, momento en el que se encontró a su madre muerta e intentó reanimarla sin éxito. Dos horas más tarde llegó a la vivienda su padre con el que comenzó a discutir y el poeta espetó, según la declaración del homicida, “la casa huele a muerto”.

Así, mientras José Rafael Hernández entraba a su habitación, su hijo Marcos subió a la azotea en busca de las herramientas que se guardaban allí. Tras bajar al dormitorio con un hacha en la mano esperó un momento afuera para después entrar y comenzar a asestarle hachazos de pies a cabeza, mientras su padre estaba acostado. Declaró que no podía determinar la cantidad de las heridas que le ocasionó pero sí que su progenitor se desvaneció durante la agresión.

Posteriormente, se fue a dar una ducha y regresó a tomarle la temperatura a su padre en varias ocasiones para determinar si seguía vivo, ya que tenía miedo de que éste le hiciera algo como represalia. A la mañana siguiente salió a “pensar” y luego regresó de nuevo a su vivienda para llamar a Emergencias y notificarles lo ocurrido.

La oficial de la Policía Nacional explicó que al entrar en el domicilio vio al acusado “salir tranquilamente, le pregunto qué ha pasado, porque vimos sangre, y me dice que había matado a su padre”. El parricida, en el momento de su detención, se hallaba “colaborador y muy tranquilo”, algo que llamó la atención de la oficial, en especial, “su frialdad”.