Los patólogos forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) de Santa Cruz de Tenerife que practicaron la autopsia a Lílibet Hernández, la mujer asesinada el 31 de octubre de 2017 en El Fraile (Arona), afirmaron ayer en la vista oral que se celebra en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife que la víctima fue asesinada "por asfixia, de forma mecánica empleando las dos manos, y desde atrás muy probablemente". "Le fracturó el hioides y luego el cuello a la altura de la segunda vértebra, lo que le causó la muerte al instante".

En la tercera sesión, del juicio que se sigue con Tribunal del Jurado en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial tinerfeña contra José Antonio Palau, marido de la víctima y acusado como presunto autor de los delitos de asesinato y malos tratos continuados, se revelaron, además de los detalles de cómo se produjo el asesinato, los rasgos psicológicos del investigado así como las pruebas biológicas que lo relacionan con el crimen.

Los médicos forenses señalaron que para causar la muerte por rotura de una vértebra "hay que emplear mucha fuerza" y descartaron que dicha fractura se pudiera causar con una sola mano, como mantuvo el acusado en su declaración inicial ante el Jurado.

El acusado sostuvo entonces que no estranguló a Lílibet y la fractura de la segunda vértebra la atribuyó a un episodio accidental. Relató que dicha lesión se produjo cuando "estaba de rodillas en la cama, mientras discutía con Lílibet, trataba de calmarla y le cogió el móvil para evitar que volviera a llamar a la que entonces era su pareja extramatrimonial". Según dijo, la mujer quería que su nuevo novio fuera al piso de El Fraile y echara del mismo a José Antonio.

El procesado declaró que su esposa "se lanzó muy rápido desde la cama para coger una plancha" y, para impedírselo, él "intentó frenarla colocando su mano derecha en la cara de Lílibet" y "así se habría roto el cuello la víctima".

Sin embargo, los informes forenses expuestos por los patólogos revelan una realidad bien distinta. Por un lado, el ataque se produjo de pie, la mujer fue agarrada por el cuello con las dos manos y desde la parte de atrás, en algún momento posterior, le provocó un giro del cuello que acabó por fracturarlo causándole la muerte. Los forenses fueron taxativos y negaron que la fractura se produjera como dice el acusado.

Además, los inquilinos del edificio señalaron que no escucharon ninguna discusión, "solo como si hubieran rodado un mueble".

Los agentes del laboratorio de criminalística confirmaron que una de las puertas del armario del dormitorio conyugal, donde se habría producido el asesinato, tuvo que estar abierta en algún momento del ataque y la víctima intentó agarrarse de la misma con la intención de intentar hacer fuerza para escapar, pero solo logró romper dos bisagras.

Una de las forenses destacó que "si quedaba alguna posibilidad de que la víctima aún estuviera viva tras ser asfixiada, toda esperanza se desvaneció con la rotura del odontoides".

"No tiene enfermedad psicológica"

"Tiene rasgos compulsivos, es ordenado y metódico; racionaliza lo que dice o expresa para justificar su comportamiento y sus acciones, tanto ante terceros como para tranquilizarse a sí mismo". Esta es la conclusión principal del informe que depusieron las dos psicólogas del Instituto de Medicina Legal de Santa Cruz de Tenerife sobre las entrevistas que mantuvieron con José Antonio Palau tres meses después del crimen. Y añadieron: "No tiene ninguna enfermedad psicológica". En otra parte del informe, ambas peritos, Teresa Sánchez e Imelda Bencomo, destacaron: "No objetivamos ningún tipo de patología, ni lapsus de memoria, ni otra cuestión que aprecie una enajenación; de hecho recordaba todo lo que pasó", concluyeron.