Relaciones
El ligoteo de los trovadores: ¿existen diferencias en el amor de la era Tinder y la Edad Media?
Un investigador gallego ha analizado 400 cantigas para averiguarlo

Monumento a Codax, Meendinho y Johan de Cangas en San Simón. / GUILLERMO CAMESELLE
Mar Mato
Ya en la era Tinder, ya en la época medieval, ligar siempre ha supuesto el echar mano de una estrategia. Los siglos de la Edad Media ni fueron tan oscuros ni el papel de la mujer era tan pasivo. ¿Cómo ligaban los trovadores? Un estudio de la Universidade de Santiago revela los pasos y lo que realmente importaba en dichas relaciones.
El título de la investigación es “Entre antropología e historia. A oralidade na ficción amorosa dos trovadores galego-portugueses ou como salvar o itinerarium ad dominam” y la firma el doctor en Filoloxía Románica Xabier Ron Fernández, del grupo de Investigación de Románicas de la Universidade de Santiago (USC). Se puede leer en la monografía de Política Lingüística y el Centro Ramón Piñeiro. Fue en este último donde arrancó la investigación hace 30 años.
Pacto de silencio
En ella, Ron analiza con detalle 471 textos de trovadores para concluir el papel dominante de ellas a la hora de aceptar la relación. Al tiempo destaca la importancia de un pacto de silencio entre los enamorados que finalmente se plasmaba en las cantigas.
En el estudio, dejan patente que en el Medievo se entendía “el amor como una sucesión de etapas a superar”. En el caso de la lírica medieval el ligoteo atravesaba cinco puertas del Palacio del Amor que empezaba primero por las miradas insinuantes o palabras temerosas. Después, siempre con discreción, el arte de trovar establecía que el enamorado debía rogar con humildad para saber si era aceptado o no por la enamorada.
En caso positivo, se pasaba al “servizo ben levado” cuando la señora le otorgaba unos dones. Ya en la cuarta puerta se llegaba al beso o a otra experiencia amorosa (con suerte) para en la quinta encontrarse la muerte de amor, un sentimiento elevado a la máxima potencia.
Feudalización del amor
Ron ofrece una posible interpretación: la feudalización del amor. Así estas fases se resumirían en una primera en la que se comunica el deseo que se experimenta y se ruega ser aceptado; y en una segunda cuando la “dona” acepta y lo retiene considerándolo su vasallo pero siempre sirviendo con “discreción” guardando el secreto del amor con la “recompensa” del beso o la posibilidad de llegar más lejos.
Juegos poéticos
Esa relación no se daría a conocer públicamente con una cláusula de silencio que quedó patente en las cantigas mediante juegos poéticos sin que se supiera la verdadera destinataria de las cantigas.
De hecho, el informe señala en qué cantigas analizadas nos podemos encontrar con este ocultamiento de los sentimientos al público echando mano de un código cifrado de entendimiento así como de una estrategia de disimulación.
El estudio también se fija en las virtudes que las señoras puntuaban de los trovadores y entre las que figurarían el tener buenos modales y saber guardar la relación en secreto.
La mujer noble medieval, propietaria
Ron también se fija en la posición de la mujer (la señora, clase alta) en el Medievo. Las investigaciones de los últimos años han comenzado a destapar una verdad histórica alrededor de las señoras de dicha época histórica lejos de la resignación que se les ha asociado para mostrar que participaba en los asuntos públicos (al menos las de la nobleza), que eran propietarias y podían disponer de su patrimonio, al tiempo que tenían un papel clave en la relación amorosa.
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