Los aborígenes vivieron en una continua crisis alimentaria tras llegar a Canarias

Un nuevo estudio, basado en el análisis de los dientes de guanches y canarios, revela que los pobladores de las Islas buscaban fórmulas para sobrevivir alargando el periodo de lactancia o aprovechando los recursos del mar

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Los aborígenes canarios alargaban el periodo de lactancia hasta que el bebé cumplía dos años para reducir las bocas que pedían alimento y acudían al bravo mar atlántico en busca de comida cuando ya no había nada que pudiera satisfacer su hambre. Estas estrategias le sirvieron a guanches y canarios para sobrevivir en una tierra hostil marcada por las inclemencias meteorológicas, la abrupta orografía y los escasos y finitos recursos, que provocaron que la crisis alimentaria se convirtiera en recurrente desde el mismo momento en el que pusieron un pie en el archipiélago.

La que un grupo de nómadas africanos conquistó cual tierra prometida, dejando atrás la riqueza del continente, se convirtió a lo largo de los siglos en un lugar del que era complejo salir pero también prosperar. En el periodo tardío de poblaciones aborígenes, allá por el siglo XIII –diez siglos después de conquistar las Islas–, las pequeñas comunidades familiares en las que se mantenían divididos luchaban por subsistir, ya fuera amamantando a sus pequeños el mayor tiempo posible o aprovechando los recursos del mar.

Esta nueva información sobre cómo transcurrió la vida aborigen canaria en el periodo previo a la conquista es una de las conclusiones, recogidas por la American Journal of Biological Anthropology, de un estudio liderado por las dos universidades canarias y en la que ha participado la Universidad de Bradford en Reino Unido. Una investigación arqueológica que ha utilizado, por primera vez en Canarias y de las primeras veces en España, una novedosa técnica para conocer la dieta que nuestros antepasados seguían de niños a través de las piezas dentales que dejaron como adultos. 

Esta técnica, que se lleva utilizando apenas una década en la antropología, utiliza isótopos estables para conocer qué elementos protagonizaban la dieta de los aborígenes durante sus primeros años de vida. Los investigadores analizaron los primeros y segundos molares de hasta ocho aborígenes encontrados en cuevas en el Parque Nacional del Teide y de algunos asentamientos de Gran Canaria, uno en medianías, como es el Guayadeque, y otro de costa, cercano al Metropole en Las Palmas de Gran Canaria. 

"Aunque un bebé o un niño tenga dientes de leche, dentro de sus encías ya se están desarrollando los dientes permanentes", afirma Elías Sánchez Cañadillas, arqueólogo adscrito tanto a la Universidad de La Laguna (ULL) como a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y autor principal del estudio. De esta manera, analizando el primer molar – que se empieza a gestar entre los seis meses y el año de vida– se puede conocer la dieta del bebé como lactante; mientras que, con el segundo molar –que se forma a los 2 años– se puede saber qué comían los aborígenes cuando se destetaban.

El análisis isotópico de los molares revela la alimentación de los primeros dos años de vida

La elección de los emplazamientos no es casual. Por un lado, el grupo de investigación está muy implicado en los estudios arqueológicos del Parque Nacional del Teide, donde ya han realizado varias investigaciones referentes a cómo vivían los guanches en las cumbres de Tenerife. En lo que se refiere a Gran Canaria "elegimos esas dos zonas porque un estudio previo aseguraba que, durante el periodo tardío hubo problemas de recursos en Gran Canaria y la población empezó a vivir de la costa", explica. 

Sus resultados han corroborado esta hipótesis. A través del análisis de su dieta, en Canarias se pueden diferenciar dos tipos de familias: aquellas que podían aprovechar mejor los recursos que habían traído sus antepasados de África (como carne de cabra o leche de oveja) y aquellos que se veían obligadas a obtener recursos del mar para completar su dieta ante una situación de carestía.

Los niños y niñas que vivían cerca de la costa tenían una dieta mixta, basada en cereal y sin una proteína que imperara frente a la otra: comían tanto carne cabra como viejas y sargos. "Los estudios muestran que llegaban a la pubertad antes que los que tenían una dieta basada en los recursos terrestres, lo que creemos que está relacionado con un estrés nutricional", asevera el investigador, que recuerda que el "estirón" temprano es una cuestión de supervivencia, pues aumenta la capacidad de los jóvenes para perpetuar la especie adelantando la aparición de rasgos de la edad adulta.

Los aborígenes obligados a aprovechar los recursos del mar pasaron hambre

En otras palabras, los canarios y guanches que se vieron obligados a aprovechar los recursos del mar pasaban hambre. Los investigadores creen que esto tiene que ver con que realmente nunca fueron grandes pescadores en aguas profundas. "En Canarias no sucedió lo que en otros archipiélagos del mundo, como podría ser la Polinesia", relata.

No es que no desarrollaran ninguna herramienta para pescar, pues se han encontrado anzuelos hechos en hueso y utilizados por los aborígenes; pero guanches y canarios eran más proclives a atrapar pescados pequeños cercanos a la costa, como viejas o sargos, y recolectar recursos marinos, como lapas y burgados. Nunca se adentraban al mar en busca de presas más grandes.

Los investigadores encontraron en las cumbres de Tenerife otro fenómeno social curioso. Los guanches que se asentaban en el actual Parque Nacional lo hacían en grupos aislados. "Hay cuevas en las que predomina una dieta basada en los recursos terrestres y otras en los que la dieta mixta es la más común, lo que nos hace pensar que la cumbre se convirtió en un refugio al que acudían familias de varios lugares de la isla", afirma Sánchez. Los investigadores creen que este comportamiento tiene su origen en la búsqueda de recursos en la inexplorada –y menos abusada– cumbre. 

Al hilo de estos resultados, los científicos creen que es posible concluir que la vida en Canarias nunca fue demasiado amable. "Está claro que la gente que vino a las Islas desde África salió perdiendo", explica el investigador. Y es así porque el "paquete colonizador" con el que llegaron a las Islas (en el que transportaban semillas de trigo, cebada y legumbres y cabras, ovejas y cerdos desde el continente) no fue suficiente como para mantener a la población en un archipiélago hostil y pobre en recursos. 

Suscríbete para seguir leyendo