Cuando la ciencia crea mercado

Verónica Pavés

Verónica Pavés

A menudo denostada, otras veces relegada a los laboratorios universitarios. La sociedad depende de la ciencia para avanzar, pero son pocos los que deciden apostar por este un camino donde la incertidumbre y los riesgos están a la orden del día. Arquimea Research Center, con sede en Canarias, es un oasis dentro de una tierra donde no abunda la investigación privada. Hoy en día, Arquimea una de las pocas empresas de alta tecnología asentada en Canarias que crece cada año a pasos agigantados. 

Su modelo de negocio se basa en investigar. ¿De qué? La imaginación es el límite. Cualquier posible invención que sea comercializable tiene cabida en los laboratorios de la empresa. Su misión está clara: «Queremos crear I+D que supere desde su misma concepción el estado del arte y cuyo objetivo inicial sea fácilmente traspolable a los mercados».

En pocas palabras Rubén Criado, desglosa el método de funcionamiento de la empresa de la que trabaja como director del centro de investigación. El mismo método con el que nacieron hace tan solo 5 años y que ha elevado por doce su facturación en apenas un lustro: de 9 millones a 112 este año. «Hemos sido elegidos durante tres años consecutivos la empresa que más crece en el sector aeroespacial», abandera Criado. 

De 80 a 600 trabajadores

Gracias a su apuesta por la innovación hoy pueden presumir de una plantilla de expertos en distintas materias que se ha multiplicado por siete, pasando de 80 han pasado a 600 trabajadores; y un presencia competitiva en áreas de gran calado tecnológico como la robótica, la inteligencia artificial, la biotecnología o la cuántica. Y en cada una de estas áreas -u orbitales como la empresa prefiere llamarlos- se están realizando investigaciones punteras con menores trabas burocráticas y mucha más libertad para dejar volar la imaginación. 

«Tenemos proyectos tan ambiciosos que pueden rozar la locura», sentencia con cierto rubor la biotecnóloga Sara Vidal, que insiste que detrás de ellos siempre existe algo de «lógica». Vidal estuvo siete años trabajando en Suiza y Arquimea la «rescató» para que pudiera volver a España. 

La empresa ha creado un producto para salvaguardar la información de los 'hackers' cuánticos

Hoy se dedica, entre otras cosas, a estudiar las bacterias extremófilas -las que sobreviven en condiciones muy extremas- para ver cómo podrían contribuir a procurar el crecimiento de cultivos a un escenario de cambio climático o si sus propiedades son eficaces para crear nuevas terapias. La «loca» idea a la que se refiere es a la de introducir estas bacterias en una cámara que recrea la atmósfera marciana y ver si su nivel de adaptación es incluso traspolable a condiciones extraterrestres.

Romper con una losa

Arquimea tiene claro que quiere romper con la losa que pesa sobre la ciencia mundial. Y es que, un reciente estudio publicado en Nature ha demostrado que, en general, los descubrimientos son cada vez menos distruptivos. «Una empresa que quiere manterse de la tecnología debe tener una estrategia para que la investigación y la innovación sea ágil y pueda crear I+D puntera», insiste Rubén Criado. 

La empresa es consciente de que este método es más arriesgado que otros. «Te adelantas a nuevos mercados y muchas veces no trabajamos ni con especificaciones previas, las creamos nosotros», explica el director científico de Arquimea, que recuerda que se está trabajando en nuevos estados del arte cada año y medio. Y es que aunque el camino sea poco certero, cuando se logran resultados, se consigue mucho más de lo que invirtieron o incluso de lo que pudieron perder. La ciencia se comporta así. Cuesta hacerla pero cuando da resultados los beneficios se disparan. 

Son dos los proyectos que, en meno de tres años, han logrado resultados tan consolidados que ha podido salir a la venta al mercado. Por un lado, la empresa ha empezado a comercializar con un proceso criptográfico poscuántico que permite proteger a los ordenadores actuales de los hackers del futuro. Detrás de este avance está el equipo de la ingeniera Cristina de Dios, que dirige un equipo de 20 personas en el llamado orbital Quantum. 

Se trata de un mecanismo de encriptación, basado en las técnicas actuales «pero que protege de las futuras comunicaciones cuánticas», revela De Dios. La empresa ha vendido esta tecnología a otras empresas de Europa y Estados Unidos. 

Un ejemplo de su relación internacional que, por otro lado, consideran uno de sus grandes impulsos. «Nuestra empresa es global, tenemos inversores de Los Ángeles y Sillicon Valley», resalta Criado, que insiste en que destaca que esa capacidad de atraer fondos de otros países les permite seguir creciendo desde Canarias, generando en empleo y tributando en las Islas. 

Un ingeniero empata varios cables para que su tecnología entre en funcionamiento.

Un ingeniero empata varios cables para que su tecnología entre en funcionamiento.

Otra de sus joyas de la corona son los motores púlsar. «Queríamos buscar una forma de mejorar las articulaciones con las que se mueven los robots», explica el ingeniero Miguel López, encargado del orbital de robótica en Arquimea Research Center. Y es que, cuando comenzó a trabajar en este área, el ingeniero y su equipo se percataron de que gran parte de los avances que se están produciendo en la robótica están se están enfocando a mejorar su software.

«Esta tendencia la hemos visto sobre todo con la irrupción de la inteligencia artificial», explica. Por eso se han decidido a trabajar en lo que tanto se ha dejado de lado: el hardware. Es decir, el cuerpo de las máquinas. «De nada nos sirve tener robots muy inteligentes que se muevan con torpeza», insiste. La tecnología que han creado es el primer paso para que los robots empiecen a coger soltura. 

Y mientras uno de sus equipos reniega de la inteligencia artificial, otro intenta aprovechar cada una de las bondades de esta nueva y prometedora tecnología. En el caso del orbital IA, dirigido por Orlando Ávila, sus resultados se orientan a conseguir mejoras para el cine y la televisión. «Queremos conseguir cámaras que reconstruyan las fotografías en 3D en tiempo real», explica Ávila. 

Revolución audiovisual

La idea es conseguir una revolución en la producción audiovisual. «A principios del siglo XX se utilizaban proyecciones en el fondo de los actores para grabar escenas; esta tecnología quiere ofrecer una solución similar pero con pantallas», resalta. A través de una tecnología denominada Nerf, los investigadores de esta área están desarrollando la tecnología necesaria para que varias pantallas puedan ofrecer lo que ahora solo puede una ubicación al aire libre: veracidad. «Ya hemos visto que es capaz de hacerlo, ahora queremos que lo haga más rápido para que pueda adaptarse a los 25 o 30 fotogramas por segundo con los que trabaja el cine», insiste. 

Varias mujeres científicas investigan en el laboratorio de Arquimea.

Varias mujeres científicas investigan en el laboratorio de Arquimea.

Otra de las fortalezas de Arquimea está también en la colaboración, tanto dentro como fuera de la empresa. Y es que, pese a dividirse en secciones -u orbitales-, los trabajadores no están fijos trabajando en uno u otro. «Pueden cambiar en cualquier momento de proyecto y, por tanto, de orbital, por lo que así se intensifica la colaboración y la creación», explica Vidal. 

De cara al exterior, Arquimea también se cuida de crear relaciones estrechas con universidades públicas y centros de investigación de España. El objetivo es poder contar siempre con las mejores mentes y recursos. De hecho, Laura Trigueras, una de las investigadoras del orbital de biotecnología comparte su trabajo la Universidad de Málaga.  

Colaboración universitaria

Trigueras está desarrollando una terapia alternativa para el cáncer de páncreas, uno de los más letales a día de hoy. Para sus estudios, sin embargo, no está usando los laboratorios con los que cuenta Arquimea en el Parque Científico y Tecnológico de Tenerife (PCTT). «En lugar de obcecarnos en contar con esos costosos recursos, cuya instalación puede conllevar años, utilizamos los de otras instituciones», explica el director científico de Arquimea. Gracias a estos recursos, Trigueras ha podido concretar el funcionamiento del tumor y de sus proteínas, para así entender qué debe hacer para proteger al paciente. 

Arquimea colabora con universidades y centros de investigación de España y Canarias

El compromiso de Arquimea es también con Canarias, pues con la ciencia que realizan también están intentando resolver algunos de los principales problemas científicos de las Islas. 

Así, por ejemplo, los investigadores están desarollando un dispositivo que pueda reducir las colisiones de los ferrys con los cetáceos. Lo ideal, como explican, es crear un sistema integrado por distintas tecnologías. Ellos están trabajando en dos (una acústica y otra de imagen térmica), pues creen que solo integrando «capas» como si de un queso Gruyere se tratara, se puede conseguir resultados más favorables. 

Arquimea Research Center es una isla dentro de un ecosistema empresarial que históricamente no ha apostado por la ciencia. Sus trabajadores están demostrando que la innovación es negocio y que la ciencia está en el mercado. Arquimea sienta las bases de un futuro posible en las Islas y en un futuro no muy lejano, Canarias necesita que no sea la única que apueste por el incierto pero productivo camino del negocio científico.  

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