Asesinato de un hombre en Amarilla Golf | Investigación

La familia de Alexis espera desde hace cinco años que se descubra al autor

La víctima recibió un disparo y fue enterrada en una obra muy próxima al taller clandestino donde trabajaba | Aún no ha llegado el análisis de algunas herramientas

Agentes de la Guardia Civil trasladan el cadáver de Víctor Alexis Morales tras su recuperación en una obra de Amarilla Golf. | | E.D.

Agentes de la Guardia Civil trasladan el cadáver de Víctor Alexis Morales tras su recuperación en una obra de Amarilla Golf. | | E.D. / Pedro Fumero

El asesinato de Víctor Alexis Morales García, de 35 años y vecino de San Isidro (Granadilla), es uno de esos casos en los que el autor o autores todavía no han sido llevados ante la Justicia para pagar por lo que hicieron. La investigación desarrollada por la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ) de la Guardia Civil aún no ha logrado conseguir la pieza o las piezas claves del puzle para efectuar una acusación firme contra los responsables. Ya han pasado más de cinco años desde la muerte violenta de Alexis en la urbanización Amarilla Golf, en el municipio de San Miguel de Abona. Y la familia de la víctima espera por el esclarecimiento del asunto. Por el momento, falta por conocer el resultado de unos análisis encargados al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses sobre unas herramientas. El objetivo es saber si en esas azadas, palas o picos puede haber restos biológicos del fallecido y, de esa forma, determinar si fueron usadas o no para enterrar el cuerpo.

La última vez que sus familiares y parejas sentimentales pudieron hablar con este mecánico fue el jueves 8 de febrero de 2018 por la tarde. Los repetidores de telefonía móvil y los mensajes de Alexis a algunas personas lo sitúan en el taller clandestino donde trabajaba, propiedad de un ciudadano británico, Robert. Este recinto se encuentra a muy poca distancia del solar en el que se halló el cadáver. Su teléfono dejó de dar señal a las 20:12 horas de ese día, según la antena situada en la azotea de un hotel, a menos de 500 metros.

Su entorno habló con él por última vez el 8 de febrero de 2018 y el cadáver se halló diez días más tarde

Su padre acudió a la Guardia Civil a denunciar la desaparición el 10 de febrero. Y por aquellas jornadas preguntó a numerosas personas que podían tener algún tipo de relación con Alexis para ver si lo habían visto. También se dirigió al puesto de trabajo de su hijo, pero el dueño le dijo que no sabía nada de él desde la tarde del 8 de febrero. A los investigadores les llamó la atención que Robert no hiciera llamada alguna a su empleado el día 9, viernes, para preguntarle por qué se retrasaba o por qué no había ido a su puesto. Ni esa jornada ni las siguientes trató de comunicarse con su empleado. Y eso a pesar de que hasta la desaparición sus comunicaciones por teléfono eran muy frecuentes. Pero contra dicho ciudadano británico no se hallado prueba alguna para proceder a su imputación por la autoridad judicial por este caso.

De forma casual, el progenitor de Alexis habló en un bar con obreros que trabajaban en la construcción que se hacía a pocos metros del mencionado taller. Dichos hombres sólo le dijeron que en uno de los márgenes de la parcela había un fuerte mal olor y muchas moscas. Y acompañaron al padre al lugar. Fue el 18 de febrero. Tras avisar a la Guardia Civil y hacer la primera inspección, se localizó la cabeza de una persona enterrada a unos tres metros de profundidad en el lugar marcado por los obreros. Era una zona que en la última semana había sido rellenada con escombros y arena. Y estaba previsto que también se vertiera cemento en ese punto. Faltó muy poco para que el cuerpo de Alexis nunca fuera encontrado.

Los agentes del Laboratorio de Criminalística hicieron una minuciosa excavación, que se prolongó tres días. Cada capa de escombro que sacaban era analizada por si aparecía algún elemento de interés para la investigación.

El cuerpo se ocultó en un punto que iba a rellenarse en poco tiempo con cemento, arena y escombros

Al final, el cadáver se extrajo el 20 de febrero. La identificación de Víctor Alexis se hizo gracias a una huella dactilar, debido al estado de descomposición que presentaba el cuerpo. Todo indica que el mecánico nunca salió de la parcela donde está el taller, según las conclusiones a las que llegaron en su día los agentes.

La Policía Judicial analizó todas las llamadas que la víctima hizo o recibió en los días previos a su muerte y ninguna resultó sospechosa. Todos sus interlocutores ofrecieron argumentos lógicos sobre por qué contactaron con Alexis. El hombre asesinado tenía previsto entrar en prisión cuatro días después de que recibiera un tiro mortal. Debía ingresar en Tenerife II para cumplir dos meses de condena por un delito de apropiación indebida. Y esta circunstancia le preocupaba por motivos económicos. Alexis quería dejarle suficiente dinero a su expareja y sus hijos para que pudieran comer, cubrir otras necesidades básicas y pagar el alquiler en esas ocho semanas en que él iba a estar en la cárcel.

A personas de su entorno había expresado su malestar con el dueño del taller, puesto que supuestamente hacía dos meses que no le pagaba su salario. De hecho, estaba dispuesto a vender un Range Rover de su propiedad por 3.000 o 2.500 euros y así solventar la situación.

El ciudadano británico afirmó que había comprado dicho vehículo a Alexis por unos 2.000 euros, al igual que sus herramientas por otros 1.000, y un segundo coche, un Peugeot, por 500 euros. Pero en la ropa de la víctima no se halló dinero alguno, ni su teléfono móvil, que nunca apareció, ni el manojo de llaves que el vecino de San Isidro portaba siempre consigo. Varias de esas llaves estaban en el taller de Amarilla Golf cuando la Guardia Civil hizo la inspección del mismo y no había motivo aparente para que la víctima se las dejara en ese recinto. Una correspondía a la casa de su padre, otra al buzón de la vivienda de su abuela, una tercera al Toyota que usaba por esas semanas y era de una tía, mientras que un par más correspondían a dos coches de un amigo y cliente.

Iba a entrar en prisión y buscaba dinero de forma desesperada para dejárselo a una expareja y sus hijos

Tanto el Range Rover rojo como el Toyota de su tía estaban en el exterior del taller cuando se encontró a la víctima. Sus familiares y parejas señalan que Alexis se movía en automóvil para ir a cualquier lugar; es decir, apenas caminaba. Y no resulta lógico que esa tarde noche anduviera más de siete kilómetros para llegar a El Médano, San Isidro o Los Blanquitos.

El taller y la obra en la que se halló el cadáver están en una misma manzana urbanística. Cada parcela tenía su propia entrada, cerrada cada una con candado. Pero ambas están separadas por un vallado metálico que se podía mover y atravesar por personas, según comprobó la Guardia Civil.

Al día siguiente de la desaparición de la víctima, el dueño del taller compró un billete con el que viajó a Reino Unido para comprar una caravana. Cuando se conoció la noticia del hallazgo del cuerpo, estaba en un barco de regreso a Tenerife. Alexis recibió un disparo por su costado izquierdo que le llegó al corazón. Por ahora se desconoce con certeza quién pudo usar un arma de fuego para acabar con la vida del mecánico y decidió enterrarlo en un lugar que, en pocos días, hubiese quedado cubierto por arena, escombros y cemento. El caso está archivado provisionalmente por un Juzgado de Instrucción de Granadilla.

Suscríbete para seguir leyendo