Dos empleados de Pan Am que se metieron en la ‘boca del lobo’ y salieron ilesos

Ambos volaron ea La Laguna en un Fokker de Iberia cuando la normalidad volvió a Gando

Imagen de los dos Boeing, minutos antes de colisionar en Tenerife Norte.

Imagen de los dos Boeing, minutos antes de colisionar en Tenerife Norte. / E.D.

Ninguno de los dos apareció en el primer listado oficial que difundió la aerolínea Pan Am. No figuraban porque Juan Antonio Murillo y John Cooper estaban en la cafetería del aeropuerto de Gando en el momento en el que el Boeing 747-121 de la aerolínea estadounidense tomó tierra en Los Rodeos. Por eso sus nombres no se incluyen en una relación de supervivientes en las que sí estaban Victor Franklin Grubbs [capitán], Robert L. Bragg [primer oficial], George W. Warns [ingeniero de vuelo], Joan Jackson, Suzanne Donovan, Dorothy Keller y Carla Johnson. Y es que no todos en la compañía Pan Am estaban al corriente de que el malagueño y el norteamericano iban en la cabina del Clipper Victor en el instante en el que se produjo la colisión. ¿Qué hacían allí?

El avión que nunca llegó

Juan Antonio Murillo, ya fallecido, era en la primavera de 1977 el delegado en el sur de Europa y en el norte de África de las operaciones chárter de Pan Am, mientras que John Cooper estaba contratado como mecánico de flota para atender las incidencias registradas en esta franja atlántica. Ambos estaban desayunando en las instalaciones de Gando, compartiendo mesa con un portugués al que asignaban la supervisión de las operaciones de catering. Murillo recuerda una conversación que mantuvo con un periodista de El Mundo –en marzo de 2017– que pudo escuchar perfectamente el estruendo del explosivo que un comando del Mpaiac colocó en una papelera ubicada junto a una floristería. Ese fue el instante en que pudo cambiar las vidas de los «Juan» de esta historia.

Las condiciones de trabajo en Tenerife Norte estaban muy justitas –las obras en el Reina Sofía se habían acelerando para evitar colapsos como el que se dio después del mediodía del 27 de marzo de hace 46 años– y el delegado de Pan Am en esta franja geográfica tomó la decisión de subirse en un Fokker de Iberia, horas después de recibir la confirmación de que el Pan Am [747 - 121 / N736PA] no iba a aterrizar en Gando sino en La Laguna, porque en Tenerife no había ningún delegado para recibir a la tripulación americana. A su lado voló John Cooper y ambos accedieron al Jumbo por unas escaleras auxiliares que estaban debajo de la cabina segundos después de pisar la plataforma de Tenerife Norte: los pasajeros, en un porcentaje elevado cruceristas que habían contratado un tour por el Mediterráneo a bordo del Golden Odyssey, no bajaron del avión y aguardaron en sus asientos que se le asignaran un plan de vuelo para restablecer la ruta original entre Nueva York y Gando.

El único superviviente español del accidente de los Jumbos fue el primero en informar al capitán Victor Grubbs de lo que había ocurrido en Gando. Esta conversación siguió con los «invitados» sentados en los jump seats en los que iban a cubrir una corta travesía hasta Gran Canaria. Murillo admite que hubo diferentes comunicaciones con la torre de control, pero que no fue hasta las 16:45 horas cuando empezaron a preparar la maniobra despegue. Los últimos 20 minutos antes del impacto mortal estuvieron inundados de confusión y sólo cuando vio cómo el avión americano se desintegraba en una de las cabeceras de Los Rodeos, fue cuando llegó a ser consciente de había sobrevivido a la masacre.

Suscríbete para seguir leyendo