La Fiscalía investiga las palabras del obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, sobre la homosexualidad por posible delito de odio. El Ministerio Fiscal ha incoado diligencias para estudiar si las declaraciones del responsable de la Diócesis Nivariense durante una entrevista en televisión son constitutivas de delito, según ha avanzado el fiscal superior de Canarias, Luis del Río, a la Cadena Ser.

El obispo indicó durante la entrevista que la homosexualidad podría considerarse un "pecado mortal" y llegó a compararla con el alcoholismo. Sus palabras han provocado entre la sociedad canaria la indignación y el rechazo, e incluso colectivos LGTBI iniciaron tanto una recogida de firmas para reclamar su dimisión como la petición de mociones institucionales para la reprobación de Álvarez.

Por el momento, el Cabildo de Tenerife ha sido la primera Administración pública isleña que se ha sumado a esta iniciativa y aprobó en su pleno del pasado viernes una moción de "condena rotunda" a las declaraciones.

Pese a ello, tal y como indica la Cadena Ser, esta situación no ha impedido que la Fiscalía haya "tomado cartas en el asunto". La apertura de diligencias implica la posibilidad de tomar declaración al responsable de la Diócesis Nivariense y supone un acto sin precedentes en el Archipiélago.

Como se recordará, Bernardo Álvarez volvió a protagonizar unas declaraciones con amplia repercusión después del «hay menores que si te descuidas te provocan» de hace quince años en una entrevista en La Opinión de Tenerife. Álvarez dirigió sus recientes críticas, realizadas en una entrevista en el programa Buenas Tardes Canarias, de Televisión Canaria, a la homosexualidad, de la que aseguró que es «un pecado mortal si se hace a sabiendas de que está mal». «Depende de la persona y las circunstancias; para que una cosa sea pecado mortal hace falta que la persona sea consciente de que es pecado, que lo haga libremente y no esté condicionada por nada, que sepa que está mal y que, a pesar de que sabe que está mal, lo hace libremente y sin ser condicionada por nadie», manifestó el obispo.

Tras el revuelo, el máximo responsable del Obispado decidió salir al paso. «Pido perdón a cuantos haya podido ofender con mis palabras, de manera especial a las personas LGTBI, a quienes expreso mi respeto y consideración», aseguró. En un escueto comunicado, afirmó que no quiso «fomentar la discriminación, ni comparar la homosexualidad con el alcoholismo ni con cualquier otra realidad», y reconoció que no estuvo «acertado» al responder a algunas cuestiones «que requieren una más detenida reflexión y explicación». «Lamento haber inducido a confusión y causado dolor», insistió Bernardo Álvarez antes de concluir: «Como obispo, reitero mi adhesión a las enseñanzas de la Iglesia y mi voluntad de transmitirlas fielmente. Asimismo, manifiesto mi comunión con el papa Francisco y su magisterio».