El streaming era una realidad con futuro antes de la pandemia, pero las restricciones del confinamiento aceleraron su crecimiento por encima de cualquier expectativa. El último cuatrimestre de 2020, lejos del colapso de primavera, las cifras de nuevos suscriptores fueron sorprendentes. Netflix añadió más de 8,5 millones de usuarios de pago, dos millones y medio más de los esperados, sumando un total de 203,67 millones de suscriptores.

A principios del mes de marzo, Bob Chapek, presidente ejecutivo de Disney, anunciaba ante los inversores de la compañía que Disney+ había superado los 100 millones de usuarios. La popularidad de la marca y la habilidad de Disney para convertir sus estrenos en eventos han hecho posible amasar en 16 meses una base de suscriptores que a Netflix le costó una década.

Ha sido a base de tomar decisiones peligrosas, sobre todo para el futuro de la exhibición cinematográfica. Cuando la compañía del ratón anunció que su remake en imagen real de Mulán se estrenaría directamente en Disney+ por un precio adicional (el llamado Premium Video On Demand, o lo que ellos llaman Premier Access), exhibidores de medio mundo lo vieron como una estocada mortal a su negocio. Algunos quisimos verlo como una anomalía producto de la emergencia sanitaria, pero en los últimos días Chapek ha dejado claro que los viejos hábitos de consumo y explotación son ya parte de la historia.

Para la especialista en nuevos modelos de distribución audiovisual Elena Neira, autora de Streaming wars: La nueva televisión, el cambio de hábitos del consumidor es una realidad: «Todos los estudios publicados al respecto coinciden en dos tendencias muy claras: la digitalización de la mayoría tardía que todavía no se había incorporado a la revolución del streaming y la resistencia a abandonar las conductas recién adquiridas. A medio plazo, el sofá de nuestros salones será una dura competencia para las butacas de las salas de cine».

Con el avance de la relajación de las restricciones gracias a la vacunación masiva, es fácil imaginar una explosión de la actividad social y cierta reducción del tiempo que dedicamos a las maratones de series. Pero el consumidor querrá mantener ciertos privilegios adquiridos durante la pandemia. El tradicional modelo de ventanas de exclusividad, basado en periodos de explotación durante un tiempo determinado dentro de territorios específicos, va a ser dinamitado casi por completo: o veremos los estrenos simultáneamente en cines y casas, o llegarán a nuestras casas no tantas semanas después de pasar por los cines.

Por otro lado, los viejos estudios han de lidiar con streamers pioneros que han sabido convertir sus propias series y películas, ofertadas básicamente online, en verdadera competencia para los estrenos cinematográficos tradicionales. El mercado audiovisual está ahora mismo en perpetuo y desestabilizador cambio, pero vamos a tratar de tomar aire por un segundo y desgranar varias claves posibles para el futuro.

1. El asentamiento del estreno dual.

El futuro estreno simultáneo en salas y en Disney+ de Viuda Negra, muchas veces retrasada entrega del Universo Cinematográfico de Marvel, no ha levantado tanto revuelo como el citado estreno doméstico de Mulán. Pero que una gran película de superhéroes –básicamente, el sustento principal de los cines de todo el mundo en este momento– se pueda ver en casa en el mismo día de estreno resulta significativo. Que no necesariamente determinante.

«Creo que están esperando a ver si la gente tiene confianza para volver a los cines a lo grande», opina el siempre agudo Scott Bryan, crítico de televisión y copresentador del pódcast Must Watch en BBC Radio. «Solo hay que recordar el éxito de la saga Vengadores para saber que un blockbuster (taquillazo) provee miles de millones de dólares en entradas, algo que no se puede conseguir yendo directamente a la televisión».

Y eso que el Premier Access no es precisamente barato: 21 euros adicionales hemos debido pagar por ver en casa Mulán y Raya y el último dragón, y deberemos pagar tanto por Viuda Negra (9 de julio) como antes por Cruella (28 de mayo). Quizás ese precio salga a cuenta para un matrimonio con un par de hijos, pero no para aquellos espectadores solitarios que no quieran traer burbujas externas a casa. Para estos últimos, la plataforma estrenará sin coste adicional Luca, la próxima de Pixar, el 18 de ­junio.

2. Reducción de ventanas.

En diciembre de 2020, el estudio Warner Bros y su compañía matriz WarnerMedia anunciaron que todos sus estrenos de sala de 2021 se estrenarían al unísono en cines y HBO Max en Estados Unidos. Desde el próximo año, sea como sea, las películas de Warner volverán a estrenarse allí en cines, o para ser precisos, en las salas de cine de la cadena Regal. Será, eso sí, con una ventana más reducida: 45 días en lugar de 74.

«Los productores de Hollywood siempre han tenido dudas sobre si reducir la ventana de estreno por si la gente deja de ir a los cines, pero, al mismo tiempo, muchos de nosotros podemos no sentirnos seguros de volver al cine hasta que las restricciones del coronavirus hayan quedado muy lejos», dice Bryan. En opinión de Neira, posiblemente no haya vuelta atrás: «Revertir la situación de las ventanas a la fase prepandemia no es algo que resulte demasiado realista a estas alturas».

3. Fusiones y adquisiciones.

Si creen que ahora mismo hay demasiados contenidos de streaming entre los que elegir, esperen a ver dentro de unos meses, cuando HBO se convierta en HBO Max –con el consabido aumento de catálogo– o, en principio, llegue por fin a España el nuevo servicio Paramount+, al que irían a parar los nuevos títulos de Showtime y los originales de CBS All Access. Incluso para los más enfermos del cine y la televisión, empieza a haber miedo a la ruina. «La mayoría de suscripciones son relativamente baratas –dice Bryan–, pero cuando las pones juntas, si tienes tres o cuatro, empieza a ser dinero». El futuro a más o menos vista pasa, necesariamente, por la supervivencia de las plataformas mejor preparadas o, simplemente, más grandes, que probablemente acaben engullendo a los servicios más pequeños. «Creo que a la larga acabaremos viendo algunas fusiones y el fracaso de algunos nuevos servicios».

4. Aumento de precios.

Con la incorporación, desde el pasado 23 de febrero, de la nueva marca Star, Disney+ ha pasado de los 6,99 a los 8,99 euros mensuales, es decir, un euro más de lo que cuesta el plan básico de Netflix en España. Por otro lado, Netflix volvió a subir precios en Estados Unidos el pasado noviembre y desde enero, de forma progresiva, ha ido aumentándolos en diferentes países. Tras consultar a la compañía Netflix sobre cuáles son sus planes para España, desde su consultoría de comunicación, Llorente y Cuenca, nos informan que no tienen «ninguna información» en este sentido.

5. Gratuito o más económico.

Otra cosa que viene ocurriendo en el transcurso de los últimos tiempos es que hemos visto el crecimiento del llamado AVOD: es decir, Video On Demand con anuncios a cambio de nada o, como mucho, un registro. En octubre de 2019 llegó Rakuten TV Free y un año después lo hizo Pluto TV, de ViacomCBS, que reúne ahora mismo hasta 58 canales de todo tipo y contenidos bajo demanda.

Por otro lado, acaba de salir PrendeTV, el servicio gratuito con el que la cadena estadounidense de habla hispana Univision quiere convertirse en gigante multiplataforma. Sin llegar a la gratuidad, HBO Max tendrá a partir de junio (de momento, solo en Estados Unidos) una versión de coste reducido con anuncios.