Aumentan los nativos pornográficos, los jóvenes que consumen pornografía antes de tener sus primeras experiencias sexuales. Los datos del estudio Sexualidad y consumo de pornografía en adolescentes y jóvenes de 16 a 29 años, realizado por la Universidad de La Laguna y encargado por el Cabildo de Tenerife, pone de manifiesto esta realidad. La edad media de consumo de pornografía se establece en los 12 años y el 71% de los chicos menores de edad ha visto porno en el último mes. Además, seis de cada diez varones lo consume semanalmente.

El informe también evidencia la diferencia de consumo por géneros, ya que la cifra de chicas que ve pornografía con esta frecuencia se reduce a la mitad, y en el caso de las menores de edad es el 21% las que han recurrido a esta actividad en el último mes, un 50% menos que en el caso de los chicos. Además, también se incide en las motivaciones que tiene cada grupo, mientras los varones recurren a la pornografía para excitarse, las mujeres lo hacen para buscar información, de hecho, una vez han resuelto sus dudas, la mayoría suele abandonar el consumo.

La problemática que trae consigo este fenómeno es que el consumo temprano y continuado de pornografía influye en la socialización y en la adultez, lo que se traduce en un aumento de la violencia machista, sobre todo en la sexual. “El fenómeno de las manadas no es casual, si el primer contacto que tienen los niños con la sexualidad son vídeos violentos, entenderán que eso es lo normal”, afirma Esther Torrado, directora de la investigación. Además, produce un efecto directo en el desarrollo de la masculinidad, por lo que “estamos asistiendo en una normalización de la violencia”. Sin embargo, la doctora no considera que los menores que acceden a estos vídeos vayan buscando contenidos violentos, sino que son “víctimas de una industria millonaria de explotación sexual que lo que quiere es captar clientes”.

La hipersexualización y cosificación de las mujeres en otros ámbitos también influye en el aumento de la violencia machista porque “nuestros jóvenes van a imitar esos modelos de comportamiento”. Plataformas como Tik Tok u OnlyFans, “contribuyen a la cosificación de la mujer y son muy influyentes en la autopercepción de los adolescentes”. Además, estos “tienden a repetir las conductas de los influencers”.

La solución estaría en una buena educación sexual y afectiva. Sin embargo, el 70% de los jóvenes ha recibido información de esta índole sin afectar a sus conductas. “La mayoría reconoce que la educación que reciben no les satisface”, apunta Torrado, que, aún así, felicita la labor de los centros educativos e instituciones por el esfuerzo realizado en este ámbito, aunque matizando que “lo que se está haciendo no es suficiente”. El 52% de los menores resuelve dudas sobre sexualidad a través de internet. “La fuente sexual pedagógica de nuestros jóvenes no puede ser la pornografía”, sentencia la consejera de Acción Social, Marián Franquet.

Por ello, tanto Torrado como Franquet, resaltan la importancia de un “programa afectivo sexual serio donde se contemplen este tipo de retos desde la infancia”. La falta de herramientas para abordar esta problemática está en el desconocimiento, ya que la “pornografía está mutando”, y la mayoría de los progenitores y profesorado, participante en el foro de debate realizado en el estudio, lo ignora. “Lo importante es que los jóvenes estén reforzados para que, cuando se encuentren con estos contenidos, sepan diferenciar lo que es violencia de lo que es sexualidad”, explica Torrado.

La progresiva disminución de la edad de inicio en el consumo de estos vídeos y el aumento de la cantidad de personas y la frecuencia se debe a las facilidades para acceder a estos contenidos. El estudio demuestra el medio más utilizado para estas actividades es internet, ya que el 52% accede a los contenidos a través de la red. Además, la mayoría lo hace desde un teléfono móvil. El estudio relaciona el aumento del consumo de contenidos con el desarrollo de las nuevas tecnologías.

El precedente de este estudio es otra investigación sobre el consumo de prostitución en Tenerife, que abrió puertas a otras líneas de investigación como esta. La motivación de muchos hombres a pagar por sexo respondía a la práctica de unas “fantasías o deseos que no era posible satisfacer de otra manera porque atentan contra los derechos fundamentales de las mujeres”, según informó Franquet. El Cabildo encargó este estudio para esclarecer la manera en la que la pornografía influye en la normalización, invisibilización y erotización de la violencia. Además, de determinar cómo afecta en la sociedad el consumo de estos contenidos y, en especial, a la construcción de la masculinidad. Por último, resultaba indispensable hacer un repaso por la evolución de la misma, porque “no es posible resolver los retos del presente con estrategias del pasado”, en palabras de Torrado.

El Cabildo, además, trabaja en el primer Plan de prevención en edades tempranas, aunque para que sea efectivo es necesaria la “colaboración y coordinación interadministrativa, porque el Cabildo solo no puede”, sentencia Franquet. Además, recalca que la prevención tiene que ser “prioritaria en todas las administraciones”, porque solo así se podrá conseguir sensibilizar a la sociedad en clave de violencia machista. Este estudio supone un “punto de partida para desarrollar políticas de prevención en materia de igualdad”.