¿Qué pasa si se pierde la referencia visual al hablar? Vocalizar más y mejor o gesticular mucho son algunas de las estrategias para salvar dicha barrera.

El uso de las mascarillas tanto en los niños como en los adultos con los que interactúan podría dar lugar a dificultades en el desarrollo del lenguaje. «Si no tienes la información de la boca es como si tu cerebro fuera más a ciegas», expone Núria Esteve-Gibert, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitad Abierta de Catalunya (UOC) e investigadora del Grupo de Investigación en Cognición y Lenguaje (GRECIL).

La investigadora está recopilando artículos científicos internacionales que traten el posible impacto de las mascarillas en el desarrollo del habla de los menores y una vez recopilada toda esa información –y sus conclusiones– serán publicadas en la revista Frontiers in Psychology.

«Los humanos aprendemos por imitación y el lenguaje funciona de la misma manera. Hay varios aspectos que son necesarios para la adquisición del lenguaje pero los más importantes son la audición y la observación. Cuando aprendemos a hablar nos apoyamos por supuesto en lo que oímos, pero también en lo que vemos: cómo mueven la boca las personas de nuestro entorno, dónde apoyan la lengua e incluso cuándo hacen las pausas para respirar. También nos fijamos en los gestos y en la expresión facial, la cual, además de en los ojos o en las cejas, la podemos observar en la boca, por ejemplo al sonreír. Así que, con las mascarillas, los niños se pierden mucha información», constata Beatriz Chimeno Pérez, logopeda del Gabinete de Psicología Arca.

Con el uso de la mascarilla, indica, «la principal dificultad es la pérdida de información a nivel visual». «Los bebés saben qué es lo que quieren transmitirles sus padres antes incluso de comprenderlos auditivamente. Se apoyan en la expresión facial y en la sonrisa social para jugar y empezar la interacción y la imitación. A medida que crecen utilizan esas mismas estrategias para empezar a emitir sonidos, palabras y frases», explica la logopeda.

«Los niños, cuando son pequeños, actúan por imitación y el habla no solo es sonido, son los movimientos de la boca, los gestos... El lenguaje es muy amplio, no solo lo que escuchas a través del oído», apunta María Esther Bas Pérez, psicopedagoga y maestra especialista en Educación Infantil. «También hay niños con problemas a nivel de discriminación auditiva, por ejemplo, que tienen otras dificultades a nivel cognitivo, para los que solo escuchar no es suficiente. Necesitan ver los gestos, poder imitar...», afirma.

«Cuando hablamos de niños con dificultades en el lenguaje, o con dificultades a nivel emocional, que están apareciendo muchísimo a consecuencia de todo esto, se complica mucho más porque necesitas de todas las herramientas para trabajar esos aspectos y eso actúa en detrimento, es algo que resta», dice la piscopedagoga de Educa-T.

Según Chimeno, «para los niños que ya hablan pero tienen alguna dificultad a nivel articulatorio el uso de la mascarilla les dificulta poder observar cuál es el punto de articulación y, por tanto, sólo utilizan la vía auditiva. Esto hace que en el tratamiento les cueste más introducir ese sonido que están aprendiendo en su expresión habitual».

«Las dificultades ya no se dan solamente en el lenguaje, sino a nivel de intervención, que no es tan eficaz como era antes. Hay muchas carencias y necesitamos muchos apoyos extra para poder llevar adelante una intervención de calidad», afirma la logopeda Alba Romero. «Con la mascarilla se elimina todo apoyo gestual, sobre todo la lectura labial», prosigue.

«Cuando tratamos a niños con problemas de articulación del lenguaje siempre apoyamos de forma visual cómo hacemos los fonemas y, ahora mismo, ese apoyo no lo tenemos», lamenta. Los bits de apoyo o los pictogramas son los recursos que ella emplea para paliar esta carencia: «Es una manera de mostrar ese punto de articulación, pero de forma artificial, no natural. También tienen imágenes de mi boca, para saber el punto de articulación».

Beatriz Chimeno considera que «el rango de edad más afectado en relación al desarrollo del lenguaje sería desde que los niños nacen hasta que se adquieren los últimos fonemas, alrededor de los 5 o 6 años». Antes de los dos años, «toda la experiencia imitativa con su entorno es imprescindible para poder expresarse oralmente».

Por su parte, Romero cree que también los adultos se ven afectados por el uso de la mascarilla y prevé más consecuencias en el futuro: «El uso de mascarillas va a aumentar un montón la demanda de logopedas porque aparecerán muchas patologías relacionadas con el lenguaje».

Las consecuencias van más allá del contexto del aprendizaje de la lengua materna. «Hay estudios que indican las dificultades que se encuentra también la gente para adquirir un nuevo idioma porque la distorsión que nos produce la mascarilla a nivel fonológico y a nivel articulatorio es tal que hay una distorsión tremenda», advierte Alba Romero.