“Este vapor tiene baños” anunciaba la naviera Comparía Generale Transatlantique, con dirección La Habana, el 24 de junio de 1914 en el periódico El Censor, que fue descubierto esta semana en los Fondos Especiales de la Biblioteca de la Universidad de La Laguna. En una época en la que los aseos en los barcos eran un lujo, un pseudomedicamento llamado Globulógeno prometía curar cualquier dolencia y el periódico se vendía a una peseta mensual, Benjamín Padrón García, antiguo director del trisemanario Excelsior, desaparecido en 1912, materializaba su deseo de abrir otro periódico, al que llamaría El Censor, a través de su expediente de fundación. Ese documento era la única constancia de la posible existencia de esta publicación. Si se llegó a editar o fue otro de los tantos intentos frustrados de la época, era, hasta hace poco, un misterio.

Cien años más tarde, la familia de Agustín Álvarez Rixo donó su legado a la Biblioteca de la Universidad de La Laguna. Rixo fue un erudito del siglo XIX con la firme convicción de que todo lo que no quedara reflejado por escrito, tarde o temprano, se perdería. Dedicó su vida a coleccionar y copiar documentos en un afán de preservar la historia.

, integramente dedicadas a la publicidad y su cabecera. Abajo, el primer periódico impreso de Canarias, el

Y lo consiguió. En su biblioteca se encontraron numerosos ejemplares de prensa canaria de los siglos XIX y XX, además de manuscritos que nunca llegaron a editarse, como el primer intento de elaborar un repertorio toponímico de Canarias. Entre todo ese volumen de información, apareció el primer ejemplar de El Censor.

El Censor vio por primera vez la luz ese 24 de junio de 1914, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, con la intención de seguir publicándose todos los miércoles y domingos. Se editó en el Puerto de la Cruz, en la imprenta propiedad de su director, Padrón García. El bisemanario se describe como una publicación dispuesta a controlar las irregularidades e injusticias con un carácter progresista.

Sus características son las propias de la época, mucha opinión, breves noticias y, sobre todo, publicidad. Esta última ocupa las dos páginas interiores de las cuatro que componen el ejemplar y es una gran fuente de información de la vida en Puerto de la Cruz en esos años. Entonces, de hecho, se leía como si fueran noticias.

El lugar era un pueblo en auge económico por ser el principal puerto exportador de la Isla. Los anuncios son un reflejo de la sociedad portuense. Los más abundantes hacen referencia a navieras de mercancías. Aunque, también, se cuela alguno que todavía sigue siendo reconocible, como el de chocolates Cadbury.

El ejemplar se encontró mientras el equipo encargado del legado de Álvarez Rixo, dirigido por la responsable de los Fondos Especiales de la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, Paz Fernández Palomeque, ordenaba y catalogaba sus documentos. Sin embargo, no fue hasta esta semana cuando se confirmó que estaban ante una edición única.

Esto se debe a que, después de la catalogación, se comienzan a incluir los número en las colecciones ya existentes. Y, cuando alguno llama la atención, se inicia la investigación pertinente. En este caso, hicieron falta alrededor de siete meses para que los investigadores se cerciorasen de que nunca antes se había encontrado ningún ejemplar de El Censor.

editado en La Laguna en 1785. | c.w.l

Verónica Salcedo, responsable de la Hemeroteca de la ULL, lo califica como un soplo de aire fresco

Verónica Salcedo, responsable de la hemeroteca de la Biblioteca canaria de la Universidad de La Laguna, asegura que, en ocasiones, pueden existir documentos únicos que se desconocen porque “las bibliotecas trabajan con los recursos y el personal mínimo, es imposible tener todo catalogado”.

Por ello, la importancia de esta aparición y, sobre todo, de su difusión, recae en el efecto llamada que puede generar, ya que abre una vía de investigación y búsqueda de otros ejemplares.

Además, según Salcedo, para los profesionales encargados de los archivos y las bibliotecas “es un soplo de esperanza porque demuestra que no es imposible encontrar cosas”.

Junto a El Censor, apareció un documento que indica la posible existencia de otra publicación hasta ahora desconocida. Se trata del prospecto, es decir, un folleto a modo de anuncio, de El Propagador de los conosimiento útiles que data de 1844.

“En el mundo de los documentos llamamos fantasmas a las publicaciones que se sabe que han podido existir, ya sea porque alguien lo dice o porque se conoce algún dato aislado, pero que nadie ha visto ni catalogado”, comenta Salcedo. Con la aparición de este ejemplar, El Censor ha dejado de serlo, pero se ha descubierto uno mucho más antiguo.

El Propagador de los conosimiento útiles pasa a engrosar el número de periódicos canarios que pudieron ser y no fueron o quizá sí que fueron pero aún están por descubrirse, la lista de los periódicos fantasmas.

Un patrimonio cultural excepcional

Canarias era la cuarta provincia española que más periódicos editaba a finales de la Primera Guerra Mundial. Además, según las investigaciones de Julio Yanes, doctor en Historia y Ciencias de la Información, el porcentaje de ejemplares conservados en el Archipiélago es superior al de la Península. Desde que se publicó el editado en La Laguna en 1785 y conservado en el Fondo Antiguo de la Biblioteca de La Universidad de La Laguna, solo en Tenerife, han aparecido 402 publicaciones. Además, Yanes afirma que en la Isla existieron otros 77 periódicos que aún no se han encontrado. “No hay que magnificar la aparición de este número, porque hay muchos en las mismas condiciones” comenta sobre el descubrimiento de El Censor. Y añade que lo importante es “que las familias de personas de la alta esfera que conservaron sus archivos los donen, porque ahí pueden encontrarse muchos de esos documentos desaparecidos”.