El Juzgado de lo Penal número 5 de Las Palmas de Gran Canaria condenó a un exconcursante del programa de telerrealidad Gran Hermano como autor de siete delitos, seis de ellos consumados en la persona de su hoy exmujer y de sus dos hijos (ambos menores de edad), así como un séptimo perpetrado contra la nueva pareja de la mencionada ciudadana.

La sentencia declara probado que el acusado, Carlos N.M., de 44 años y apodado “El Yoyas” a raíz de participar en el citado concurso televisivo, es autor de un delito de maltrato habitual en el ámbito familiar, por el que lo condena a dos años de cárcel, cuatro años de prohibición para llevar armas, cuatro años de alejamiento e incomunicación con su exmujer y sus hijos y otros cuatro de privación de la patria potestad; cuatro delitos de lesiones en el ámbito familiar, por cada uno de los cuales se le imponen 11 meses de cárcel, la prohibición de portar armas durante dos años y ocho meses y dos años de alejamiento de su exmujer; un delito leve de amenazas sobre la nueva pareja de su ex, por el que es condenado a pagar 540 euros y se le impone la prohibición de acercarse al amenazado durante seis meses y, finalmente, un delito leve de vejaciones a su expareja, por el que deberá pagar 360 euros de multa y estar tres meses sin acercarse a ella ni comunicarse por cualquier medio.

Además de estas condenas, la resolución obliga al acusado a indemnizar a su exmujer con 8.000 euros y a sus dos hijos con 4.000 por los daños causados. El fallo es susceptible de recurso ante la Audiencia de Las Palmas, según informó ayer el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC).

En los hechos probados de la citada resolución se afirma que, el condenado limitó las comunicaciones de su expareja con amigos, familiares y terceros, a la vez que controlaba sus salidas fuera del domicilio familiar y su economía doméstica. A la citada víctima la llamaba la atención para que se callara, le retorcía la mano, le daba pisotones o la cogía del cuello hasta elevarla del suelo, además de que le daba patadas y puñetazos, o bien la insultaba como “hija de puta, subnormal o golfa”. En la sentencia se asegura que estos comportamientos empezaron al comienzo de la convivencia, pero se agravaron con el nacimiento de sus hijos.

Las mencionadas agresiones o humillaciones también fueron presenciadas por los citados menores, lo que llegó a generar “una situación de terror en la familia”. A veces, para evitar que el problema fuera a más, las víctimas huían de la vivienda durante varias horas. De hecho, eran los niños quienes le pedían a la madre que la necesidad de poner fin a la situación.

El problema de violencia sobre la exmujer y violencia doméstica sobre los mencionados pequeños se prolongó desde el año 2013 hasta el 2017, según se recoge en el escrito del citado órgano judicial. La expareja presentaba una afectación grave de su autoestima y sintomatología depresiva grave.