Desde hace seis meses, Francisco Javier Gutiérrez, madrileño de 30 años, vive pendiente de una cuna y una probeta. En la cuna descansa su hija Marta, que nació una semana después de que acabara el estado de alarma decretado por Pedro Sánchez. En la probeta se cocina la vacuna que el equipo del virólogo Luis Enjuanes, al cual pertenece, ensaya en el laboratorio del Centro Nacional de Biotecnología, en Tres Cantos, a 20 kilómetros de Madrid. Si se confirman los resultados positivos que han cosechado hasta ahora, en breve empezarán a probarla en animales y a continuación lo harán con humanos. Será el final feliz de un año que recuerda como “una montaña rusa”. Su relato corrobora este símil. Conviene agarrarse porque vienen curvas.

Viernes 21 de febrero: mientras Gutiérrez lee ante el tribunal su tesis doctoral, que va sobre los coronavirus, en Italia aparece el primer paciente afectado por esa extraña enfermedad contagiosa detectada en China. “Pensé... Ya lo tenemos aquí, antes de lo previsto tendré que poner en práctica lo que llevo años investigando”, recuerda. En efecto, Luis Enjuanes, que había sido su director de tesis, le llamó inmediatamente para que se incorporara al equipo con el que iba a empezar a diseñar una vacuna contra el SARS-CoV-2, la variante de coronavirus que estaba infectando a todo el planeta.

El joven investigador aceptó entusiasmado, pero enseguida llegaron los problemas: en plena mudanza de casa, con su mujer embarazada de seis meses y a punto de iniciar la investigación de la vacuna, dio positivo en covid y todos sus planes se suspendieron. “Fueron los peores días del año. Me vi recluido en una habitación, enfermo e impotente, sin poder acompañar a mi mujer en aquel estado ni ayudar a mis compañeros en la búsqueda de la vacuna”, relata.

Vacuna de segunda generación

Superada la cuarentena, Gutiérrez pudo reincorporarse al laboratorio y concentrarse en la investigación, pero sin dejar de pensar en su hogar. Con el verano vinieron también las buenas noticias: la pequeña Marta parecía llegar con una vacuna bajo el brazo y, tras su nacimiento, los intentos fallidos de Francisco Javier y sus compañeros por dar con una candidata empezaron a dar frutos. La inmunización contra el covid que está ayudando a fabricar tardará en estar disponible, pero tiene ventajas frente a los proyectos de Pfizer, Moderna o Astrazeneca. “Nuestra vacuna está hecha a partir de un virus atenuado y produce una inmunidad total con una sola dosis. Al coronavirus no lo derrotaremos solo con las vacunas de primera generación. Llegará el momento en que la nuestra sea necesaria”, advierte. Se le ve aliviado, como quien respira tras haber superado con éxito una prueba difícil. “2020 ha sido un año duro, pero al final ha merecido la pena”, resume este joven científico.