Mientras la media de hijos por mujer se situó en el conjunto de España en 1,23, el dato para Canarias es el más bajo de todas las comunidades españolas con un registro de 0,94, tal y como arroja la publicación difundida ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre las estadísticas de los fenómenos demográficos, en concreto la referida al Movimiento Natural de la Población.

En este estudio, que ofrece la explotación de datos provisionales referidos al año 2019, el Archipiélago mantiene su tendencia continuada de pérdida de población, que en la última década acumula ya una caída en el parámetros de nacimientos del 22,9%.

Estos registros, sumados al incremento de defunciones y a una mayor esperanza de vida dibujan una pirámide demográfica que refleja el comportamiento atribuible a las dinámicas propias de las sociedades modernas, al tiempo que también advierte de un futuro que plantea importantes retos.

Vicente Zapata, profesor de Geografía Humana de la Universidad de La Laguna (ULL), subraya el dato de la baja fecundidad de las mujeres residentes en las Islas y, a propósito, tira de manual y habla de la denominada tasa de fecundidad de reemplazo. Este parámetro se refiere a la fecundidad mínima necesaria para que una población cerrada (las migraciones se entienden aparte) se mantenga indefinidamente en el tiempo sin disminuir su volumen y suele cifrarse el valor de 2,1 hijos por mujer como promedio.

"Desde el momento en el que la mujer se incorpora al mercado de trabajo, ya no le resulta tan atractivo tener hijos". Además, las mentalidades han ido cambiando, de manera que ya no se entiende la prole como esa mano de obra capaz de incorporarse como fuerza productiva al sector primario, razón por la que ya no resulta imperiosamente necesario concebir nuevas vidas como un factor casi de subsistencia.

De otra parte, las crisis económicas actúan como freno, desmotivando a las unidades familiares a perpetuarse en sus vástagos. "Si esta crisis va a ser tan profunda como se viene anunciando", señala el profesor, "las familias que se conformen van a plantearse tener o no descendencia", por la evidente carga que representan. Si a eso se añade la más que probable ralentización de los flujos migratorios, siempre dinamizadores, la tendencia indica que los parámetros de fecundidad seguirán cayendo en el Archipiélago.

Y es que si bien los fenómenos migratorios suelen dotar a las sociedades receptoras de un capital humano joven, trabajador, con proyectos vitales en marcha y por tanto en edad fecunda, en el caso de Canarias el mayor impacto lo representan los flujos procedentes de países de la Europa comunitaria, jubilados y, en consecuencia, ajenos a esos propósitos.

El Libro de Familia. La fotografía más habitual es la que retrata un libro de familia con uno o a lo sumo dos hijos. No se olvide que aquellas que cuentan con tres ya se consideran numerosas, y también las hay que prefieren la comodidad de una pareja sin descendencia, como una forma de no complicarse la existencia.

En este sentido, la nueva realidad impuesta por el coronavirus apunta a la vuelta al cole como un problema añadido. Si en la anterior crisis los abuelos actuaron como cuidadores de sus nietos, ahora se han convertido en un factor de riesgo, razón que desincentiva a las parejas.

Mayor longevidad. La esperanza de vida al nacer se sitúa en Canarias en los 82,8 años. "Este es uno de los grandes retos a los que se enfrenta el Archipiélago", destaca Vicente Zapata, quien tras la frialdad de los números plantea que habrá que gestionar, y bien, el envejecimiento de la población.

En una cultura donde son importantes los cuidados, y en una coyuntura en la que los recursos públicos no van a poder abarcar al conjunto de los mayores, "lo que planteamos es un modelo de envejecimiento más comunitario", de tal manera que se disfrute la vejez "en el barrio o en su pueblo", en lugar de en residencias.