¿Qué se siente tras liderar un proyecto quirúrgico que ha sido pionero en el mundo?

La cirugía que realicé hace unos días fue algo excepcional. Se intervino por primera vez en el mundo a una mujer afectada por una vasculitis por Covid-19. Hasta la fecha no existía ningún caso similar... El dedo pulgar de la mano derecha de esta paciente estaba inservible, no le llegaba el riego sanguíneo y era como si se hubiera carbonizado: no recibir esa "alimentación" ocasionó que se quedara completamente negro. Igual la gente puede pensar que perder un dedo no es importante, pero el pulgar representa el 50% del movimiento de la mano. Si dejamos a una persona sin él no puede hacer casi nada: no hará pinzas y tampoco tendrá agarre.

¿Cómo evolucionó esa vasculitis hasta entrar en quirófano?

La paciente ingresó en una unidad de ciudados intensivos (UCI) debido a unas complicaciones por Covid-19. Una vez consiguió superar la fase de riesgo vital comprobamos que el virus había ocasionado una inflamación de los vasos sanguíneos que podía haber afectado a cualquier otra parte cuerpo, pero la anomalía se localizó en el pulgar derecho. Se quedó sin movilidad y oscurecido, por lo que se practicó una biopsia para descartar otras patologías y tratar de averiguar las causas del deterioro. Los resultados certificaron que se trataba de unas vasculitis.

¿Dónde radica lo excepcional de esta operación?

Hasta ese instante nadie había reportado a una paciente Covid-19 con una isquemia en un dedo en la que yo, para resolverlo tuve que realizar una transferencia parcial del primer dedo de un pie a la mano. Esta microcirugía se realiza bajo un microscopio a partir de una técnica extremadamente compleja. Tuve la suerte de contar a mi lado con el doctor Francisco Soldado, que es un referente no solo en España sino a nivel internacional, y un gran equipo de trabajo. Estas transferencias se hacen con cierta frecuencia, pero lo inusual es que era una paciente Covid-19. El virus había destrozado su sistema vascular. En un caso tan extremo como este la solución más inmediata podía haber sido amputar la extremidad que estaba siendo atacada por un virus que aún desconocemos, pero el reto de recuperar la superficie afectada era lo suficientemente atractivo como para intentar la intervención quirúrgica. Veinticuatro horas después de salir del quirófano ya había relleno capilar, es decir, que valió la pena arriesgar.

¿Un doble riesgo, en base al parte médico de la paciente?

La microcirugía no es una especialidad, es una técnica que algunos profesionales conocemos para ejecutar estos implantes en pies y manos... El hecho de que la mujer hubiera superado el virus -se le practicaron varias pruebas horas antes de la intervención- me animó a la hora de tomar esta decisión. La paciente ya había pasado por una carga importante de sufrimiento y, sinceramente, había que intentar salvar el pulgar... Terminé agotada, pero al ver que el dedo tiene relleno, está caliente y recupera el color las sensaciones inevitablemente tienen que ser bastante positivas.

No es por restar importancia a lo sucedido, ¿pero podría resumir las sensaciones que ha vivido en los últimos meses?

Está crisis sanitaria ha dictado sentencia: los profesionales llevábamos unos cuantos años quejándonos de lo mal que se estaban haciendo las cosas. España nos ha dejado tirados; sin protección ante algo tan voraz como el Covid-19. Es triste y, por supuesto, lamentable lo expuestos que hemos estado. Poner a los sanitarios en primera línea sin protección ha sido un suicidio. He visto morir a compañeros que lo dieron todo por salvar muchas vidas.

¿Los han mandado a combatir el Covid-19 sin medios?

La pandemia ha puesto de manifiesto que nuestras reivindicaciones a la hora de pedir materiales de calidad y denunciar los continuos recortes no eran un capricho. Lamentablemente todos hemos podido comprobar que esto no era un pedir por pedir, es decir, una rabieta, sino que las grietas que tenemos en nuestro sistema sanitario son cada vez más grandes. No es una casualidad que España sea el segundo país del mundo con más sanitarios afectados, por detrás de Estados Unidos. Está claro que algo ha fallado, ¿no?

Entre tantas malas noticias, hay una que realza el "músculo" y la alta profesional de los sanitarios que trabajan en España...

El sistema sanitario español no es malo, pero un modelo en el que hay buenos profesionales que están mal equipados no va a funcionar nunca: sin medios es imposible ganar la guerra al coronavirus. ¿Qué pretendían? Ganar una batalla en la que no teníamos ni test. Lo peor de todo es que veíamos lo que pasaba en China, y más tarde, en Italia y no supimos reaccionar.

Da la sensación de que ya se ve algo de luz al final del túnel...

Por los datos que nos están dando parece, remarcando lo de parece, que estamos cerca de la fase final de la epidemia, aunque tampoco nos hemos alejado demasiado de los contagiados por el virus: todavía tenemos muchos pacientes, muchos registros de muertes, muchas personas con el virus...

¿Eso significa que un rebrote no sería nada descartable?

Yo creo que volveremos a caer... No veo que pongan solución a un problema que está muy por encima de los intereses políticos. Sobre todo, cuando escuchas la opinión de los científicos: España es un país que históricamente ha vetado al conocimiento y solo recurre a los expertos cuando es tarde.

¿El conocimiento no cotiza al alza en los tiempos que corren?

Ni ahora, ni antes... Admito que soy una voz discordante a la hora de analizar cuestiones que tienen que ver con el ámbito sanitario. Yo, por ejemplo, no tengo nada que decir del trato que he recibido en Cataluña porque, sinceramente, siempre me he sentido querida pero eso no significa que no tenga la percepción de que a los de fuera nos cuesta un poquito más llegar. No sé si es el hándicap del idioma, pero hay días en los que se te hace más duro. Por esa razón me siento orgullosa por haber podido dirigir a este equipo... Si todo esto lo extrapolamos al territorio nacional nos encontramos con un país que no apuesta por el conocimiento y por la gente que vale. Muchos colegas han tenido que hacer las maletas para irse a Estados Unidos o Suiza porque sus posibilidades de éxito aquí estaban limitadas.

¿Vamos, que tiene claro que los científicos volverán a caer en el olvido?

Eso ya se está viendo... Cuando desde arriba los mensajes que llegan son "estamos viviendo una situación dura o hemos visto mucha gente morir" te das cuenta de la gravedad de la situación por la que aún estamos pasando. Entrar en una habitación llena de ataúdes o ser testigo de cómo un paciente se despide de sus familiares a través de una tablet son situaciones extremas para las que nadie te ha preparado... En los últimos meses he escuchado a pacientes que están a punto de ser sedados decir. "Doctora, me promete que me voy a despertar". Ese es el nivel de dolor que estamos soportando en la comunidad sanitaria. Sabe cuál es mi mayor pena...

No, ¿cuál?

Que en poco tiempo, en cuanto nos adaptemos a eso que llaman la nueva normalidad, muchos se van a olvidar de lo que hemos pasado. Tengo claro de que volverá otra pandemia. No sé si será el Covid-19 o el primo hermano del coronavirus, pero seguro que volveremos a caer... El modelo sanitario ha fallado, pero tampoco hay que quitar culpas a la ausencia de conciencia personal para aprender de situaciones tan dramáticas con la actual. Sí, volveremos a caer...

¿Cómo se recupera un profesional de un instante tan cruel, por ejemplo, el de asistir a un último mensaje a través de una tablet?

Es uno de esos momentos difíciles que se hace más duro cuando te alejas del lugar en el que ha ocurrido.

Siempre hay que volver a casa, ¿no?

Llegas derrumbada, pero siendo consciente de que en unas horas tienes que volver al hospital; también con algo de miedo porque no siempre tienes la cabeza fría para autoprotegerte... Vas tan a tope que en ocasiones llegas a perder la perspectiva de los peligros a los que te expones y por el juramento hipocrático, con el que me comprometí a dar lo mejor de mí bajo cualquier circunstancia. El gran desconsuelo siempre es llegar a esa frontera en la que sabes que ya no puedes hacer nada más; los médicos no somos dioses que lo podemos solucionar todo. Por mucho que lo intentes, los instantes duros se van a casa contigo.

Esta vez volvió con una alegría.

Sí (ríe)... Eso es algo que se me nota en la cara; mi marido lo primero que dijo cuando me vio fue: "¡Bien, ha salido bien!". En este caso me he visto respaldada por mi jefe, pero también oí comentarios que iban en la otra dirección, es decir, los que apuntaban a que estaba algo loca... No es fácil explicarle a una mujer que acaba de salir de una situación crítica que tienes un plan para salvarle un dedo. Las expectativas que se hacen antes de entrar a un quirófano son altas y de alguna forma sentía que no podía fallarle ni a la mujer, ni a las hijas que han estado pendiente de todo este proceso.