La dependencia de Canarias con el exterior es uno de los grandes obstáculos a los que siempre se ha enfrentando el Archipiélago. Pero una situación de emergencia como la que han atravesado las Islas en el momento álgido de la pandemia ha convertido esa dependencia en un verdadero peligro para la población, especialmente para los sanitarios. Con un mercado saturado y una estimación de uso por debajo de lo necesario, los equipos de protección que se necesitaban no llegaron con la premura necesaria. Por esta razón, y a la espera de la aparición de una segunda ola epidémica en noviembre, en el Archipiélago se ha empezado a trabajar en un proyecto de investigación que permitiría reutilizar los equipos de protección individual (EPI) para así no tener que recurrir en tantas ocasiones al mercado asiático.

Cinco centros lo estudiarán

El estudio, que cuenta con la colaboración de hasta cinco centros distintos de toda Canarias, valorará si se produce una pérdida importante de partículas contaminantes (virus y bacterias) en este material de protección ya usado al lavarlas con ozono. "Valoraremos cuánto tiempo tarda en inactivar los virus y si lo hace en un tiempo de exposición y en una concentración adecuada", señala Bernardino Clavo, investigador principal de este proyecto y médico del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín. El objetivo es tratar de determinar si algo que "funciona y es útil" para muchos tipos de desinfección, también puede contribuir a la eliminación de los restos de SARS-CoV-2 que se hubieran acumulado en mascarillas, guantes o batas de los profesionales durante su uso.

El estudio que va a llevar a cabo Clavo ha sido financiado por el Instituto de Salud Carlos III, a través del Fondo Covid19, con un montante de 109.000 euros. Además de la unidad de Investigación del Hospital Universitario Doctor Negrín, también participará el Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias de la Universidad de La Laguna, el Servicio de Evaluación y Planificación del Servicio Canario de Salud - Redissec, el Ciberes (Ciber de Enfermedades Respiratorias), el Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Canarias y el Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria.

El investigador tiene certezas de que "el ozono es capaz de matar microbios y algunos virus" e insiste en que se utiliza en "aguas de consumo y piscinas" para desinfectar. "El ozono se lleva usando más de 100 años y se ha descrito que es capaz de matar microbios y algunos virus", afirma Clavo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) avala su teoría pues, aunque se refiere a su uso para potabilizar el agua, afirma que "el ozono es el desinfectante más eficiente para todo tipo de microorganismos".

El debate del ozono

El uso de ozono ha sido ampliamente discutido durante la pandemia de Covid-19, pues aunque su uso no está autorizado como virucida por la Unión Europea, el mercado de dispositivos productores de ozono estalló durante los momentos álgidos de la crisis. Ante su comercialización masiva, las sociedades científicas y el Ministerio de Sanidad se han visto obligados a actuar para indicar que, si bien el ozono sirve para inactivar muchos virus, no hay evidencia científica de que funcione con el SARS-CoV-2. Por esta razón, la International Ozone Association (IOA) insiste en que no se pueden sacar conclusiones definitivas con respecto a la inactivación del SARS-CoV-2 por ozono. Los profesionales además hacen hincapié en los efectos nocivos de su uso en ambientes no controlados o por personas que no son profesionales. La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla), el pasado 23 de abril advirtió que este gas, en concentraciones muy altas, puede implicar riesgos para la salud de las personas expuestas, como "potenciales efectos irritantes de la piel y mucosas, reacciones cutáneas, lesiones oculares y afectación del tracto respiratorio". También en ello hace hincapié la OMS, que señala que "las desventajas" de su uso incluye su alto costo y la "información limitada sobre la naturaleza y toxicidad de sus subproductos".

Hasta la Sociedad Española de Sanidad Ambiental se posicionó en contra del uso de este compuesto como virucida y le siguió el Ministerio de Sanidad, que "ante la proliferación en el mercado de dispositivos productores de ozono", insistió en que estos biocidas no se puede aplicar en presencia de personas, los aplicadores deben contar con los equipos de protección adecuados, que es una sustancia peligrosa con efectos adversos, que se deberá ventilar adecuadamente el lugar desinfectado antes de su uso y que puede reaccionar con sustancias inflamables pudiendo producir reacciones químicas peligrosas al contacto con otros productos químicos.

Por tanto, con un debate de esta magnitud abierto, es necesario realizar una investigación que confiera respuestas basadas en la ciencia, en un sentido u otro, para desterrar o aprovechar este producto. Si funcionara tal y como pretenden los investigadores, "abriría la puerta hacia la reutilización de los EPI", lo que podría resultar todo un ahorro para la propia sanidad canaria, como señala Clavo. "Descontaminar igual es más fácil y barato que comprar", destaca el investigador. Este año lo sabremos.