El pasado 1 de marzo el Gobierno de Italia aprobó un paquete de medidas para tratar de frenar la expansión del coronavirus en el que se incluía la obligación de mantener una distancia entre personas de al menos un metro. Aquella distancia social mínima de 100 centímetros se tomó casi a broma en España, donde el virus ha matado a más de 25.000 personas. Tras la obsesiva búsqueda de geles hidroalcohólicos, guantes y mascarillas, la población aún debe asumir que la distancia social y la higiene son las mejores armas para evitar el Covid-19. Y en esto del alejamiento interpersonal, más vale que sobre que no que falte.

Mantener la distancia social es clave para el éxito de la desescalada. Al pasear se puede estar más cerca de las personas que conviven en el hogar, pero no es recomendable acercarse a menos de dos metros de otros transeúntes, aunque sean familiares, conocidos o amigos. Las imágenes del cierre del hospital de IFEMA, en Madrid, un acto en el que no se respetó una mínima distancia social; de los surfistas compartiendo olas en Las Canteras, o de los corrillos que se forman para conversar en estos días son auténticas bocanadas de aire fresco para el coronavirus. Cuanto más juntos, más vida para la pandemia.

Mal ejemplo en La Laguna. La Policía Local de La Laguna compartió este sábado varias fotos a través de Twitter donde se veía a mucha gente paseando sin respetar la distancia de al menos dos metros entre personas que no conviven. Los agentes recordaban que "es muy importante que mantengamos la distancia de seguridad. Sólo así lograremos salir de ésta. Debemos poner de nuestra parte y respetar las normas".

El distanciamiento social es una vieja medida para prevenir la expansión de epidemias. El hacinamiento y las multitudes son siempre buenas aliadas de los virus. Si una persona infectada tose sola en medio de una calle vacía, el riesgo de contagio es minúsculo. Todo lo contrario a un estornudo en un concierto o un ascensor.

Aunque inicialmente se habló de 1 metro, como en Italia, Salud Pública elevó esa medida a 1,5 metros y en las recomendaciones de los paseos con niños subió a 2 metros. La orden de 30 de abril sobre las condiciones en las que se puede realizar actividad física no profesional al aire libre plantea en su artículo tres, entre los requisitos para evitar el contagio, que durante la práctica deportiva autorizada por esta orden "debe mantenerse una distancia interpersonal con terceros de al menos dos metros". Sin embargo, algunos expertos aconsejan que esa distancia sea aún mayor.

Un reciente estudio realizado conjuntamente por las universidades de Eindhoven (Holanda) y Lovaina (Bélgica) muestra en una simulación en vídeo el riesgo de contagio mientras se camina o corre. Estos expertos aconsejan dejar entre 4 y 5 metros de distancia respecto a la persona que vaya delante al caminar. Esa distancia debería aumentar hasta los 10 o 15 metros cuando se esté detrás de alguien que corre o va en bicicleta. Las partículas que expulsan las personas al respirar mientras se ejercitan pueden llevar carga viral. Se trata de una estela de gotas minúsculas que se desplazan hacia detrás y flotan en el aire.

Este experimento demostró que también se dejan partículas atrás simplemente cuando se respira al correr o caminar, y no solamente al estornudar o toser. El riesgo se reduce cuando se mantiene la distancia y se camina o corre en paralelo o en diagonal, y no justo detrás de alguien. Puede ser útil imaginar que el deportista que va delante deja detrás una estela invisible de virus. Cuanto más lejos quede esa estela, más seguro será el paseo.

La recomendación general es que hay que evitar situarse detrás de una persona que camina o corre. Y cuando se produzca un acercamiento a alguien que está delante haciendo ejercicio, lo más adecuado sería desplazarse unos dos metros hacia la derecha o la izquierda de su estela. A mayor velocidad o viento favorable, más distancia.

Una cama o cuatro sillas. Como la distancia social resulta clave para disminuir la propagación del Covid-19, conviene, tal y como hizo la cadena británica BBC en un vídeo informativo, tratar de explicar con ejemplos qué supone mantener una distancia de al menos dos metros, considerada bastante segura en la mayoría de países del mundo, aunque no infalible. Esos dos metros de alejamiento equivalen, según recuerda la BBC, a las medidas de una cama desde el cabecero hasta los pies, dos carros de supermercado, la mitad de una plaza de aparcamiento o cuatro sillas. También se podría imaginar a un Michael Jordan (1,98 metros de altura) acostado entre dos personas; calcular una distancia de tres pasos, o pensar que la persona que tenemos enfrente debería poder echarse en el suelo completamente estirada sin llegar a tocarnos con la cabeza, salvo que sea tan alto como Lebron James (2,06) o Pau Gasol (2,13).

Base científica. Esa distancia no es ni un capricho ni el fruto de una paranoia individual o colectiva. La ciencia ha demostrado que este virus se propaga a través de las gotitas minúsculas que expulsamos a través de la boca o la nariz al respirar, toser, estornudar, hablar o gritar. Esas gotas viajan por el aire y terminan entrando en contacto con otras personas a través de la boca, la nariz o los ojos. O se quedan en la piel y llegan al interior del cuerpo por tocarse la cara. Con distancia e higiene, las posibilidades de contagio se reducen. Y si a eso se añade el uso masivo de mascarillas, la batalla puede ganarse.

Carga viral. Los dos metros no son infalibles, pero también ayudan a dejar atrás las gotitas más grandes que expulsa una persona y que son las que mayor carga viral llevan y, por lo tanto, las más peligrosas. Lo ideal es pensar que cuanto más alejados, sobre todo en espacios cerrados, menos probabilidades de contagio. Cuando alguien estornude o tosa, debería cubrirse con el codo o, mejor aún, llevar mascarilla. El chorro que se proyecta se limita mucho con estos sencillos y solidarios gestos.

Muchos negocios han colocado marcas en el suelo para asegurar una distancia de un metro o metro y medio, pero es habitual que no se respeten. En las colas espontáneas en el exterior de supermercados y otras tiendas de alimentación, cuesta ver dos metros de distancia entre clientes. En esa situación conviene pensar de forma racional: no por estar más cerca de la persona que nos precede o de la puerta del negocio se espera menos. La espera será la misma, pero aumentará el riesgo de contagio.