Nadie niega ya que los efectos que ha generado el coronavirus se extienden a todos los niveles. Un reflejo de ello son las principales calles comerciales de la capital tinerfeña. La imagen de ayer, con cientos (miles) de personas en un constante ir y venir, aparentaba una realidad más bien ficticia. La coincidencia de varios cruceros en el puerto de la capital animó una mañana que, sin embargo, no cumplió -ni ha cumplido durante los últimos días- con las expectativas de los comercios de esta zona de Santa Cruz. Desde la plaza de Weyler hasta la plaza de España, a través de la calle Castillo, no era fácil encontrar a residentes entre las 12:15 y las 13:45.

De los turistas que arribaron al puerto, algunos optaron por usar mascarilla para recorrer las vías con más concentración de comercios, en una imagen llamativa para algunos y preocupante. Y es que a pesar de las llamadas a la tranquilidad realizadas por las autoridades, el temor a un contagio ha ido calando entre la población. "Ha entrado gente con mascarilla y la verdad es que da cierto reparo cuando se acercan", reconoció Ariadna Gil, empleada de una tienda de accesorios para teléfonos móviles. Ella, como otros encargados de comercios, recalcaron ayer que durante los últimos días ha aumentado el número, sobre todo, de turistas, que ha decidido usar máscara de protección para pasear por la capital.

No obstante, y protecciones al margen, la preocupación de los establecimientos pasa por la disminución de potenciales clientes. Desde una multitienda ubicada en la parte alta de la calle Castillo hasta un souvenir emplazado en plena plaza de La Candelaria, la coincidencia ayer era plena: "Se ha notado el bajón de gente". Es más, algunos de los que a diario están de cara al público resumían la situación de los últimos días con un explícito "la gente está trastornada".

Caída de los clientes

Al más pausado, Haresh, gerente del souvenir Islenia, calculó que el descenso de clientes ha sido de hasta un 50%. En un negocio que se nutre, principalmente, de los turistas de cruceros, el miedo, según indicó, ha motivado que muchos de ellos no se bajen del barco. "Hay que tener en cuenta que la edad media de los cruceristas supera los 60 años. Y la gente tiene miedo", explicó Haresh.

¿Hay alcohol?

De hecho, durante la mañana de ayer, aunque no había entrado nadie a la tienda con mascarilla, algunos clientes sí que le habían preguntado sí disponían de alcohol. "Marzo y abril son dos de los mejores meses desde el punto de vista comercial, pero se está notando la caída", resumió. "Y por las tardes no hay nadie en la calle", añadió. De ello dejó constancia también Naira Tejera, encargada de la tienda deportiva Décimas, quien, además, añadió otro detalle: "Los barcos que han llegado son de los que consumen, pero la tripulación, que es la que más compra, no se está bajando", subrayó. "Se lleva notando desde hace días", recalcó Tejera.

De la preocupación que existe son conscientes los propios cruceristas. Liana, una de las turistas brasileñas que ayer arribó al puerto de la capital, relató a EL DÍA que en el barco se había exigido "mucha higiene". Además, indicó que tenían prohibido llevar alimentos desde los distintos restaurantes a las habitaciones, y contó que tras partir del Puerto de Santos, en Brasil, hace unos diez días, no se les permitió atracar en el puerto de Mindelo, en Cabo Verde.

Precisamente, sin conocer aún la decisión de prohibir el atraque del crucero Costa Luminosa, los distintos comerciantes consultados mostraron su rechazo a la posibilidad de que ese buque pudiese arribar al puerto de la capital.

De la disminución de gente en las calles han sido testigos, incluso, los captadores de ONG. Manuel y Adriana, por ejemplo, reconocieron que su actividad también ha sufrido este descenso, hasta en un 70%. "Es muy negativo para nuestra actividad", dijeron. Antes de las 13:00 horas, el casco lagunero vivía al ritmo normal de un día soleado, incluidos los grupos de turistas que visitaban la ciudad. Tranquilidad, al menos aparente. "No es para tanto; por eso yo no me he comprado mascarilla ni nada", decía Ángela Rodríguez, que a sus 55 años aseguraba vivir la situación "sin ningún miedo". "Mi marido sí que parece que está más preocupado y me dijo de ir a hacer una compra grande, pero yo le dije que no", señaló.

La salud es lo importante

Alberto Díaz tiene 32 años, estudió Trabajo Social en la Universidad de La Laguna y actualmente se encuentra desempleado. "Evidentemente la salud es importante y hay población de riesgo, pero el coronavirus no es tan peligroso y el contagio se puede parar si las autoridades aplican las medidas correspondientes para evitar grandes aglomeraciones", expresó, antes de añadir que le inquieta más la economía.

Empresas sin teletrabajo

"Hay empresas que no van a poder utilizar el teletrabajo, la gente dejará de salir de sus casas y de comprar, las bolsas están cayendo...", reflexionó, antes de mostrarse convencido de que habrá despidos y "problemas económicos serios" que perdurarán "mucho tiempo". También reconoció su preocupación Ana Díaz, lagunera, 47 años. "Da un poco de miedo todo esto que está pasando, las cifras de gente que ha muerto y que se esté suspendiendo todo...", indicó. "Ojalá que consigan parar esto pronto y que podamos seguir viviendo con normalidad", dijo.