"La pérdida de cualquier especie marina suele conllevar desarreglos en el funcionamiento de un ecosistema, un efecto cascada. Son reemplazadas por otras especies a menudo de carácter exótico o invasor, lo que a su vez provoca otros desarreglos", señala Juan Guillén, jefe del departamento de investigación del Instituto de Ecología Litoral. Muchos de estos cambios son incluso desconocidos a nivel científico en la actualidad, admite Guillén. En el caso de las gorgonias o abanicos de mar, además, alerta de que "hay un conjunto de pequeñas gambitas y moluscos que viven sobre ellas, y al desaparecer éstas ponen en peligro de extinción a esa microfauna".

Los corales sirven de alimento a diferentes peces y moluscos, a la vez que facilitan protección contra sus depredadores naturales. Y son un componente "esencial" en el Mediterráneo, tal como explica Guillén. "Algunas de sus poblaciones están casi extintas, como es el caso del coral rojo (Corallium rubrum), pero otras, al no ser objeto de explotación comercial, se han mantenido en mayor número", argumenta.

Con sensores de temperatura y PH, el Instituto de Ecología Litoral lleva a cabo un pormenorizado seguimiento de las distintas colonias y su evolución en aguas del Mediterráneo. También se han cartografiado y evaluado las formaciones de vermétidos (caracoles de mar), y se han identificado aquellos sectores de la costa donde estas poblaciones se muestran más vulnerables al cambio climático, en concreto a la subida del nivel de mar y a otros fenómenos asociados, como es un excesivo desarrollo algal que pueda provocar asfixia, señalan los expertos.

Los científicos han llegado a la conclusión de que para el año 2050 casi el 90% de estos ecosistemas de corales, que a su vez proporcionan hábitat al 25% de las especies marinas, podrían desaparecer. En 1998 se registró el primer blanqueamiento global y murieron aproximadamente el 16% de las colonias en el mundo entero. El más reciente sucedió entre 2015 y 2016, focalizado en un punto en las Maldivas donde tres cuartos de los corales se blanquearon y en el norte de la barrera de coral en Australia, con la muerte de dos tercios.

"El estrés producido por un sobrecalentamiento de las aguas provoca la expulsión de las algas simbiontes que estos animales tienen en sus tejidos por lo que acaban perdiendo su coloración característica y se vuelven blanquecinos", comenta Guillén. Las madréporas y las gorgonias, asegura, tienen la capacidad de regenerarse "pudiendo sobreponerse a estos fenómenos, si son puntuales, pero cuando estos son periódicos y prolongados, suelen provocar su muerte". El foco está puesto especialmente en la Cladocora caespitosa, incluida dentro del Listado de Especies en régimen de protección especial, debido al retroceso de sus poblaciones por el aumento de la temperatura.