El acusado de asesinar a su tía en el santacrucero distrito de Ofra en febrero del 2019 hizo fotos con su teléfono móvil a las heridas y los hematomas de la víctima durante casi dos años, de forma concreta entre mayo de 2017 y horas antes de que Rosa María Concepción falleciera. Además, captó imágenes de algunas de las gotas de sangre de la afectada proyectadas en paredes. Por ahora, es una incógnita por qué fotografió los rastros de esas lesiones.

Esta fue una de las últimas pruebas que el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional incorporó al expediente del caso, cuando tanto la Fiscalía como la acusación popular (el Instituto Canario de Igualdad) ya habían presentado sus respectivos escritos de calificación para el juicio con Jurado que esta mañana celebró su segunda sesión.

Los investigadores hallaron tales fotos en el teléfono del procesado. Una agente de paisano explicó al Tribunal de Jurado que las imágenes fueron tomadas por una persona diferente a la propia afectada y desde varios ángulos.

Y, además, desde el terminal de la víctima alguien se conectó varias veces a páginas de contenido pornográfico para ver vídeos de incestos. Cabe recordar que, durante parte del proceso, se llegó a afirmar que Gonzalo S.C. y Rosa María mantenían una relación sentimental, aunque el acusado negó que eso fuera cierto durante la primera sesión del juicio.

El subinspector del Grupo de Homicidios recordó que la víctima, natural de San Andrés y Sauces, tenía heridas por todo el cuerpo que fueron provocadas a lo largo de varios meses. En algunos casos, había "lesiones sobre lesiones".

En el piso de Ofra donde residieron el acusado y su tía en los meses previos al fallecimiento de Rosa María había manchas de sangre seca en numerosos lugares, la inmensa mayoría por proyección, es decir, aquellas gotas que salen impulsadas tras un golpe. Restos sanguíneos fueron localizados en paredes, muebles, calzado, puertas, en el baño y hasta en la tapa de la lavadora, entre otros lugares y objetos.

Este investigador aclaró que en el salón apareció una bolsa de basura azul, en la que había diversas prendas de ropa de mujer manchadas de sangre, como un pantalón de pijama, unas bragas o blusas. Esas manchas eran recientes. La víctima apareció tendida en la cama con ropa limpia, que no se correspondía con la que llevaba cuando sufrió las lesiones.

En la lavadora aparecieron una almohada y una sábana que también estaban manchadas de sangre y se hallaban húmedas, pero mal lavadas. También había restos sanguíneos en la fregona.

Todos los agentes, tanto los de la patrulla que llegó en primer lugar como los de Homicidios, coincidieron en que los moradores del piso de la calle Simbad dormían en la misma cama, puesto que las otras dos habitaciones no se utilizaban como dormitorio.

Gonzalo fue hallado tumbado y dormido en el sillón del salón. En la mesa próxima había pastillas y cervezas. A pesar de que manifestó que había ingerido unas cincuenta pastillas de psicotrópicos, ni los agentes ni el personal sanitario consideró creíble esta versión por su reacción en los minutos posteriores a que los policías nacionales entraran en su vivienda. Es decir, que se hallaba muy activo y despierto para haber consumido tal cantidad de fármacos.

En esa misma mesa había una nota manuscrita en una pequeña libreta, en la que podía leerse: "Para mi hermana". Bajo esta se localizó un poder notarial otorgado por Rosa María a Gonzalo para que administrara de sus bienes. Por ahora también se desconoce en qué momento se otorgó dicho poder a favor del acusado.

La patrulla que acudió al piso de la calle Simbad, en la zona de César Casariego, pensó que iba a un episodio de muerte natural. Fueron activados por una persona que llamó desde Venezuela. Esta alertante informó de que había muerto una mujer y un hombre estaba a punto de suicidarse.

El agente de la Policía Nacional que llegó hasta la habitación donde se hallaba la víctima en la cama se percató de que había manchas de sangre seca por el pasillo y en las inmediaciones de donde estaba la afectada. Comprobó que Rosa María estaba fría, sin signos vitales y que tenía un paño sobre los ojos. Además, detectó que tenía golpes en la cara.

Tras llamar a una ambulancia, también activó el protocolo por una posible muerte violenta. Y la reacción del acusado les pareció extraña a los funcionarios, ya que aseguró que la situación se debía a que la víctima "se había dado un golpe con la puerta del baño porque no veía bien".

El inspector del Grupo de Homicidios resaltó en su declaración por videoconferencia que el lavado de estómago no dio un contenido excesivo de psicotrópicos, sobre todo tantos como dijo Gonzalo.

Este mando, que también es licenciado en Psicología, aclaró que el procesado llegó a mostrar una actitud de sorpresa cuando le comunicaron que había fallecido. Sin embargo, para los investigadores se trató de una reacción muy poco creíble e incoherente. Es decir, que simulaba desconocer que había muerto su tía. De hecho, en la primera sesión del juicio, Gonzalo afirmó que sabía que estaba muerta desde que regresó a su casa y la halló tendida en la cama y muy fría.