Los juegos de azar representan el 2,3% del PIB, más de 23.000 millones de euros al año según el informe del Ministerio de Hacienda del 2017. El subsector no ha dejado de crecer en el último lustro. La crisis financiera y económica, con el desempleo, precariedad y aumento de las desigualdades, es aprovechada como caldo de cultivo para la expansión de las casas de juegos de azar y apuestas deportivas, hasta el punto de convertir España en una timba, como exponen Luis Díez y Daniel Díez Carpintero en su libro ¡Jugad, malditos, jugad!

En la obra de Akal, analizan a fondo las tres dimensiones -humana, sociopolítica y económica- de una industria (la llaman) del entretenimiento que infecta de dichos locales los barrios de menor renta de las ciudades españolas (cada año se abren 500 más) y no parece tener tasa ni límite. "Se expande como si unos poderes inescrutables hubieran decidido en algún lugar ignoto inocular a los jóvenes (y no tan jóvenes) el virus de la ludopatía y la autodestrucción", comentan desde la editorial.

El aumento de la publicidad, de sus ingresos (tanto en la parte offline como online) y de sus sedes han encendido todas las alarmas. La presentación del libro no deja lugar a dudas: "Solo los salones y casas de juego recaudaban una media de 621 euros por familia. Por cada una que usted conozca que no juega -ojalá sean muchas-, puede ir sumando 621 euros de gasto a otra para que se mantenga esa media, así podrá percibir la tragedia". La crisis fue el contexto ideal para que las empresas del juego se lucraran aún más. Por eso este tema despierta cada vez más interés y preocupación entre vecinos y movimientos sociales.

Los problemas son múltiples: la cercanía de las casas de apuestas a colegios y parques; exministros que fichan por empresas del sector; las tramas de amaño de partidos; el aumento de la ludopatía entre los sectores más vulnerables, o la evasión fiscal. A los adictos y sus familias les afectan la depresión, ansiedad, bancarrota, fracaso en los estudios, delitos, mentiras o rupturas matrimoniales o de pareja.