El ansiado elixir de la vida eterna está más cerca, aunque por el momento nos tendremos que conformar con alargar la juventud. Vivir sin tener que utilizar gafas, poder experimentar la maternidad sin complicaciones más allá de los 40 o evitar los pasos por quirófano para extirpar un cáncer son algunos de esos avances que la sanidad espera implantar de aquí a unos pocos años y para el que será clave el papel de la robótica, la inteligencia artificial y la impresión 3D.

Con un escenario futuro tan prometedor, a algunos incluso les va a dar mucha pena morirse. "Va a ser lamentable", resumió José Luis País, médico traumatólogo del Hospital Universitario de Canarias (HUC), que junto con otros tres facultativos especialistas, Javier Domingo, especialista en Obstetricia y Ginecología y director médico de IVI Las Palmas-Tenerife; Manuel Machado, jefe de Sección de Patología Mamaria del Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Universitario de Canarias, y Alberto Muiños, especialista en Oftalmología y director médico de Innova Ocular Clínica Muiños, participaron en un evento organizado por Canary Doctor y Visible Salud, Corpus 2019.

La jornada dejó claro que la sanidad está viviendo una auténtica revolución que avanza hacia tratamientos más personalizados y técnicas para revertir la degeneración por el paso de los años. Porque la medicina quiere adaptarse a las necesidades que tendrá una sociedad futura más envejecida. La reproducción asistida tendrá, por ejemplo, un papel fundamental en la maternidad del mañana. "El retraso de la maternidad es un problema, ya rozamos los 32 años de edad media para tener el primer hijo", explicó Domingo, que afirmó que el gran reto es lograr que los embriones gestados después de los 36 años tengan menos probabilidades de ser "anormales".

Y existen muchas posibilidades de evolucionar a mejor, pues ya a día de hoy la fecundación in vitro "ha cambiado mucho" desde el primer probeta, nacido en los años 70. "Las técnicas de preservación de la fertilidad nos permitirá lograr que los óvulos congelados de una paciente de 34, continúen teniendo las mismas características años después", explicó el facultativo. Para ello habrán tres tecnologías clave: la Inteligencia Artificial, que permitirá discernir entre los mejores embriones; la robotización, que permitirá mejorar los procesos; y la impresión 3D para crear órganos (ovarios e incluso úteros) artificiales.

Las gafas también serán cosa del pasado en este nuevo escenario. Las robotización y los láseres revertirán los defectos refractivos del ojo, lo que quiere decir que la miopía, la hipermetropía y la presbicia podrán resolverse "modificando la curvatura del cristalino", como señaló Alberto Muiños, que afirmó que el paciente "podrá elegir ver en 8k".

En este campo, al igual que en el radiodiagnóstico o la traumatología, la inteligencia artificial tendrá un papel clave. Con una programación correcta, será un ordenador quien pueda hallar un cáncer escondido, comprobar dónde se encuentra el patógeno o prever cómo evolucionará una enfermedad. Todo ello, con una efectividad mayor que la que puede tener actualmente un humano.

A pesar de que el escenario laboral pueda resultar desolador, los facultativos estuvieron de acuerdo en que estas tecnologías no son más que una herramienta y que siempre se necesitará una persona que los maneje y pueda "saltarse los protocolos". Porque la capacidad de improvisación es una característica que aún está muy lejos del alcance de las máquinas.