Izaña ha registrado este octubre la temperatura más alta en un siglo, concretamente desde 1916. La estación meteorológica marcó una temperatura máxima de 24,6 grados centígrados el pasado 1 de octubre coincidiendo con la llegada de una ola de calor a las Islas. Unos datos que, lejos de ser meramente anecdóticos, constituyen "una evidencia más de la acción del cambio climático en el Archipiélago", como constató Víctor Quintero, director del Centro Meteorológico de Santa Cruz de Tenerife (Aemet)

La pérdida del otoño es una de las tantas consecuencias a la que está abocando el calentamiento global a las Islas. Y aunque Canarias nunca se ha caracterizado por tener un gran contraste entre estaciones, corre el riesgo de perder los habituales meses de tregua entre el calor más sofocante y el frío más extremo. De hecho, el estudio El calentamiento global en el Atlántico Norte Suroriental. El caso de Canarias. Estado de la cuestión y perspectivas de futuro, firmado por el grupo de investigación de la cátedra de Reducción de Riesgos de Desastres y Ciudades Resilientes de la Universidad de La Laguna (ULL), afirma que el otoño probablemente será el más afectado por este incremento en las temperaturas. En el peor escenario de emisiones, las máximas y mínimas en otoño sufrirán un incremento de cuatro grados. En el mejor, aumentarán 2,2 grados centígrados. Más que el verano, la primavera o el invierno.

Otra ola de calor más

La ola de calor que afectó al Archipiélago desde finales de septiembre hasta el 2 de octubre fue la causante de este inusitado registro. De hecho, se superaron los 34 grados en casi un tercio de las estaciones y los 37 grados en las medianías de San Bartolomé de Tirajana y Güímar. Durante la ola, las temperaturas nocturnas sobrepasaron los 20 grados -es decir, noches tropicales-en cerca del 70% de las estaciones, llegando hasta casi los 29 grados en las medianías de Guía de Isora y San Bartolomé de Tirajana.

En muchas estaciones, estas temperaturas han marcado un nuevo récord en la década, aunque "ni por su duración ni por las temperaturas alcanzadas es comparable esta ola de calor con las más tórridas y prolongadas de octubre de 2015 y 2017". El "comportamiento cálido" de este mes de octubre, con anomalías positivas que llegan a los dos grados o los superan ligeramente, no sigue más que una tendencia que se ha estado afianzando durante los últimos años. Desde principios de esta década, prácticamente todos los octubres han sido más cálidos o extremadamente cálidos con respecto a los valores medios normales. "Lo que hace quince años considerábamos indicios de la crisis climática, hoy ya podemos concluir que son evidencias", afirmó Quintero. Porque, aunque el comportamiento "no es lineal", sí que ha tendido a un "ascenso regular" de las temperaturas.

La llegada de más olas de calor es también una de las consecuencias de la crisis climática. "Una de las mayores implicaciones del cambio climático es la intensificación y el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos", explica el geógrafo Abel López. Aunque no es fácil vincular la llegada de estos fenómenos extremos a Canarias con el propio calentamiento global, como señala López "se empiezan a evidenciar ciertas tendencias muy significativas", entre la que se encuentra la mayor cantidad de entradas de polvo sahariano en el Archipiélago, el aumento progresivo de la temperatura y, como ha ocurrido este mes, la mayor ocurrencia de olas de calor.

Un problema planetario

Pero no solo el Archipiélago ha visto las consecuencias del cambio climático en sus carnes. Octubre fue 0,69 grados centígrados más cálido en todo el mundo desde que se tienen registros. En este sentido, Europa experimentó temperaturas superiores a la media, con la excepción de la mayor parte del norte y noroeste del continente, según un comunicado del CCCS (Copernicus Climate Change Service) de la Unión Europea. Las temperaturas de octubre en 2019 fueron superiores al promedio de 1981-2010 para la mayor parte de Europa, especialmente en el este y el sureste. Solo el norte y noroeste del continente pudieron disfrutar de temperaturas por debajo de lo normal. Mientras, en otros lugares del mundo, las temperaturas sobre las masas de tierra del hemisferio norte fueron marcadamente superiores al promedio en partes del ártico, en el este de los Estados Unidos y Canadá, y en el Oriente Medio y gran parte del norte de África y Rusia. También los termómetros marcaron datos inusuales al sur de Brasil y África, oeste y sur de Australia y la mayor parte de la Antártida oriental.

Mes a mes se hace más profunda la necesidad de acción para paliar la crisis climática y "nos queda poco tiempo para hacerlo", como constató esta semana la bióloga Phoebe Barnard. Se trata de una de los más de 11.000 científicos de todo el mundo que han advertido sobre la urgencia de abordar la emergencia climática. La intención de la declaración, publicada en la revista BioScience, es "galvanizar a la gente, especialmente a los responsables políticos y a quienes toman decisiones, a fin de que se pongan en acción", afirmó Barnard en una entrevista a Efe. Thomas Newsome, de la Universidad de Sydney, en Australia, señaló en el artículo que "los científicos tienen una obligación moral de advertir a la humanidad acerca de cualquier gran amenaza", y que, a tenor de los datos que manejan, "es claro que encaramos una emergencia climática".

La presión sobre los gobernantes y los dirigentes políticos y empresariales apunta a "mostrarles que ya no queda mucho espacio para seguir dando vueltas sin emprender acciones acerca del cambio climático, pues nos queda un tiempo horriblemente corto", dijo Barnard. La bióloga afirmó que encarar el cambio climático requiere una reevaluación y enfoque nuevo de los "nuestros sistemas de valores, nuestros sistemas políticos y económicos, y el tipo de líderes que elegimos".

No es tan difícil cambiar

"Necesitamos usar todas las herramientas a nuestra disposición y debe haber cambios desde lo alto del poder a las bases, desde las bases hacia arriba, en todas las direcciones", continuó. Los cambios "no son tan difíciles de lograr como pueda parecer", insistió Barnard.

El artículo, que se enfoca en las acciones para reducir el daño que causa el cambio climático, incluye indicadores que los investigadores describen como "señales vitales" relacionadas con ese cambio y las áreas que requieren una acción global inmediata. Algunos de esos indicadores de la actividad humana son positivos, como la disminución de los índices de natalidad y la incorporación creciente de fuentes de energía renovables.

Pero la mayoría de los indicadores muestra un panorama sombrío, incluida la creciente población de ganado para consumo humano, la pérdida de bosques y las emisiones de dióxido de carbono. Por esto, los científicos firmantes enfatizan la acción en seis objetivos: reforma del sector energético, reducción de los contaminantes de corta duración, restablecimiento de los ecosistemas, optimización del sistema de alimentación, el establecimiento de una economía libre de dióxido de carbono y una población humana estable.