La producción científica de las universidades canarias es la más baja España. Siete de cada diez docentes universitarios investigan poco o nada, a pesar de estar obligados por la ley de reforma universitaria de 1983. El indicador viene a cargo de los sexenios, un complemento retributivo que reconoce la labor investigadora del docente cada seis años y que consta de un suplemento al sueldo (de unos 150 euros más) y una reorganización de la actividad docente en favor de la actividad investigadora.

Los sexenios se solicitan de manera voluntaria y, aunque hay una parte de los docentes que prefieren no pasar por ese -a menudo tortuoso- trámite, es indicador de una situación que, como mínimo, es mejorable. Así lo constata el Ministerio de Educación y Formación Profesional en su estadística correspondiente al ejercicio 2017-2018 que pone de manifiesto que Canarias es la comunidad con menos sexenios por docente (no llega a dos sexenios por cada uno) y que tres de cada diez profesores no cuenta con ninguno. Concretamente se evalúan los sexenios óptimos, es decir, el número de sexenios máximos que un investigador puede tener y si los tiene.

Acreditación voluntaria

Es la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora (CNEAI) -formada por científicos universitarios y representantes de las autonomías y el Gobierno- la que examina los trabajos presentados voluntariamente por los docentes para ver si cumplen una serie de condicionantes, que normalmente tienen que ver con artículos, libros o patentes. Los profesores que más investigan pueden solicitar esta revisión de forma voluntaria cada seis años. Si la pasan con éxito, se les premia con un complemento salarial de 140 euros. A lo largo de la carrera se pueden acumular hasta seis sexenios, pero en Canarias, los que cuentan con este beneplácito no superan el 1,3%. Por otra parte, el 30% de los docentes en activo no ha acreditado ninguno.

Las universidades, que han analizado esta cuestión, asumen que el problema se encuentra en el tipo de plantilla que tiene. Están envejecidas (56,4 años de media) y son insuficientes (solo hay 1.640 efectivos en el cuerpo docente universitario canario, 800 menos que la media), unas características que para el vicerrector de investigación de ULPGC, José Pablo Suárez, lastran "la salud investigadora" de ambos centros públicos. Por su parte, el vicerrector de la ULL, Ernesto Pereda, añade que hay "áreas en los que los criterios de acreditación no están claros y son más subjetivos". Se trata, además, de un "sistema muy rígido" que reduce la consecución de objetivos a un todo o nada. Dicha característica se comprueba al ver que "los sexenios siempre suelen recaer en las mismas personas", como relata Suárez. De hecho, según ambos vicerrectores, es necesario que el docente-investigador "crea" en el sistema antes de aventurarse a realizar este esfuerzo extra para acreditar su investigación. En aras de poder resolver esta situación, la ULL está trabajando en el asesoramiento de sus docentes para "objetivar la calidad relativa" a su investigación, como señala Pereda.

Acreditar a los jóvenes

Asimismo, tanto la ULL como la ULPGC quieren impulsar la solicitud de los sexenios en los investigadores más jóvenes. "Estamos intentando que los ayudantes de doctor, a los que hasta ahora no se les ha permitido solicitar este complemento, puedan pedirlo porque suelen tener suficiente investigación", afirma Pereda, que insiste en que en la ULL cuentan con una plantilla de investigadores jóvenes "con mucho que aportar". Justamente esa línea es por la que aboga Suárez, que concluye que permitir "al personal laboral acceder a los sexenios" permitiría mejorar este indicador de calidad productiva.

Asimismo, la Universidad de La Laguna aboga por evitar la pérdida de potencial investigador bajo la figura del profesor emérito. Con este reconocimiento, se permitirá que la jubilación de prácticamente el 30% de la plantilla en los próximos cinco años no influya de manera decisiva en la calidad investigadora. Con el reconocimiento de esta figura, los docentes con más investigación podrán seguir realizando esta actividad durante los próximos años, suficiente para evitar una pérdida masiva de la capacidad investigadora y formar a los investigadores que se van incorporando a la plantilla de la universidad.

"La reposición no ha sido eficiente", sentencia Suárez. Y es que entre 2013 y 2016 la tasa de reposición de personal en las universidades públicas ha estado mermada. Entre 2013 y 2014 fue nula, en 2015 y 2016 llegó el 50% y no se estabilizó en el 100% hasta 2018. Esta tasa, no obstante, es "insuficiente". "Aumentar la plantilla nos ayudaría a conseguir más recursos y proyectos importantes", insiste el vicerrector de investigación de la ULPGC, que admite que "los sexenios son un indicador de salud investigadora de la universidad pero con la plantilla congelada, nos es difícil aumentarlos", concluye.

Una producción de ocho patentes al año

La producción científica de las universidades también viene dada por la cantidad de publicaciones que realizan al año y el número de patentes llevadas a cabo. En este sentido, el Observatorio de la Actividad Investigadora de las Universidades Españolas (IUNE) destaca que ambas universidades canarias tan solo consiguen ocho patentes al año, cuatro por cada centro.

En la última década, Canarias ha patentado 91 productos que han surgido de una investigación realizada por sus grupos de investigación. Eso deja a ambas universidades en la cola nacional. En el caso de la ULL, el índice de patentes se sitúa en el 0,35 por cada 100 profesores, mientras que en Las Palmas el porcentaje crece hasta el 0,49. En todo caso, ambas están en las antípodas de lo que logra por ejemplo la Universidad de La Rioja, que cuenta con una tasa de 2,4 patentes por cada 100 profesores.

Pero la calidad de la ciencia realizada en las universidades también se puede evaluar en torno a la cantidad de investigaciones que se publican en revistas de alto impacto o que se presentan en congresos. En la Universidad de La Laguna esta cifra asciende a las 1.249 publicaciones en el año 2017 mientras que en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria se queda en 532 al año. Este volumen de producción científica, que se enmarca en unas cifras similares anuales, logra que Canarias se sitúe a niveles similares a Asturias o Murcia. Sin embargo, y al menos en el caso de la Universidad de La Laguna, la mayoría de estas investigaciones científicas consigue un puesto reconocido dentro de las revistas científicas, ya que el 64,5% de las investigaciones logran un puesto en las publicaciones más importantes de su área. En la ULPGC, sin embargo, este indicador de calidad es más bajo y no supera el 43%.

Por áreas de conocimiento, la más productiva en Canarias es la de Ciencias Experimentales en la ULL, que publicó 806 documentos (por revistas, congresos y revisiones anuales) en 2017, el 4,03% del total nacional. En el otro extremo se encuentra la sección de Artes y Humanidades de la ULPGC que, de media, realiza modestamente 29 publicaciones anuales.