No sabemos quiénes somos. No entendemos por qué soñamos, nos enamoramos o imaginamos. Y no lo sabemos porque, en un siglo de investigación, los científicos no han sido capaces de descifrar cuáles son los mecanismos de funcionamiento de las aproximadamente 100.000 millones de neuronas que se encuentran en el kilo y medio de carne que flota en nuestro cráneo. De ahí que nos sea imposible saber cómo funciona el rasgo que más nos caracteriza como raza: la cognición.

Los científicos tienen cada vez más piezas del puzle del funcionamiento del cerebro, pero falta una. La que debe servir de unión de todas las restantes y que probablemente, como señaló el neurocientífico Rafael Yuste, será "muy sencilla". La eminencia internacional diseccionó la investigación del cerebro acompañado del físico José Manuel Sánchez Ron, durante la primera sesión del Foro Enciende el Cosmos en su octava edición.

El éxito de este evento ha sido tal en sus sucesivas ediciones que la sala de la Fundación CajaCanarias -utilizada hasta ahora- se tuvo que reemplazar por el gran salón de actos del Aulario de Guajara en la Universidad de La Laguna (ULL). El arriesgado cambio apenas se notó porque, de nuevo, el evento consiguió atraer al menos a 500 entusiastas de diferentes edades.

A pesar de que la pieza clave del rompecabezas cerebral se encuentra en busca y captura, otras empiezan a encajar -aunque no sin cierta dificultad-. Los grupos de investigación ahora tienen más claro que la realidad que nos rodea no es más que un escenario que nuestro cerebro crea y ajusta al entorno a través de los sentidos, tal y como postulaba Immanuel Kant hace ya más de dos siglos. "Vivimos en un mundo que creemos que es real, pero todo está inventado por nuestro cerebro", destacó Yuste. Eso supone que el cerebro esté "encendido" durante las 24 horas del día. De ahí que incluso durmiendo podamos crear un mundo inexistente a través de los sueños.

También empiezan ahora los científicos a comprender por qué Ramón y Cajal se quedó atascado en la investigación del cerebro. El neurocientífico español más importante de la historia no estaba concibiendo la actividad neuronal en su conjunto, como "un sistema emergente". Una característica para la que la investigación científica empezó a hacer hincapié hace unos pocos años y que desde 2013 posee el respaldo de un programa internacional con un presupuesto final de más de 6.000 millones de dólares. El programa Brain (impulsado por el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama) aúna físicos, matemáticos e ingenieros en la búsqueda de "una herramienta de lectura neuronal" que ayude a estudiar la fotografía cerebral en su conjunto y así "descifrar lo que ocurre y poder revolucionar la neurociencia", como señaló Yuste.

Ambos científicos estuvieron de acuerdo en que "entender el cerebro es el gran desafío de la ciencia del siglo XXI". "Es el único que no entendemos, y es la más importante porque todo lo que hacemos los humanos es cognitivo", remarcó Yuste, que argumentó que no tenemos ni idea de quiénes somos porque con la información que tenemos hasta ahora "nos hemos formado una idea de quiénes somos basada en teorías y prejuicios". A pesar de todo, Yuste se declaró "ingenuamente" optimista ante el reto al que se enfrenta, entre otros, su equipo de investigación. "Tengo la absoluta convicción de que lo descifraremos, porque así lo hemos hecho con otras ramas de la ciencia y la medicina", destacó.

Una revolución de estas características podría emularse a las que acaecieron durante el Renacimiento o a la que lograron los biólogos al darse cuenta de que el ADN estaba formado por una doble hélice en un baile de bases nitrogenadas. Conocer la funcionalidad de la mente podría abrir la puerta, por ejemplo, a la cura y prevención de las enfermedades que afectan a los circuitos neuronales. "Ahora mismo no solo no podemos curar ninguna enfermedad mental, ni siqiuera sabemos lo que les está pasando a los pacientes con enfermedades mentales", remarcó el neurocientífico.

La complejidad a la que se enfrentan los investigadores no es baladí pues ese pequeño órgano es como "un pequeño universo" del que es "más fácil conocer cómo ha evolucionado que cómo funciona", según Sánchez Ron. Sin embargo, y a pesar de que probablemente "nunca podremos entender el origen del universo", en algún momento la ciencia nos dará la clave para poder llegar a entender por qué somos quienes somos.