Un estudio reciente realizado con las orcas de Loro Parque y publicado en la revista científica The Journal of Acoustical Society of America ha perfeccionado la metodología que ayuda a evaluar la capacidad auditiva de las grandes ballenas, una técnica muy compleja debido a la enorme capa de grasa que recubre su cerebro. Para ello, se han elaborado ondas sonoras sintéticas que tienen en cuenta las características anatómicas del oído interno de los animales, de manera que estimulan todas las neuronas encargadas de detectar las frecuencias sonoras. Esto produce una respuesta cerebral más intensa en los cetáceos, que es más fácil de medir a través de la grasa.

Esta metodología abre la puerta al estudio de la capacidad acústica de las grandes ballenas, algo que hasta el momento no ha sido posible, y que es crítico para establecer cómo les afecta el creciente ruido submarino. El impacto de la humanidad en el incremento del ruido en los océanos representa una gran amenaza para los cetáceos y estos estudios son esenciales para que los estados y organismos internacionales puedan establecer medidas de protección. Además, este estudio ha servido para confirmar la sordera de Morgan, que ya había sido detectada por sus cuidadores y otros estudios. La técnica utilizada es la más sensible que existe, por lo que la ausencia total de respuesta cerebral de Morgan a los sonidos no deja dudas de que esta orca rescatada moribunda en Holanda presenta una sordera cuya causa se desconoce. Desde que se detectó por primera vez, el equipo de cuidadores de Orca Ocean, en Loro Parque, diseñó un sistema basado en gestos y luces para comunicarse con ella y que ha permitido su total integración en el grupo. Hoy, Morgan está en perfecto estado y ya ha tenido incluso su primera cría, Ula.