El riesgo de que la serpiente Rey de California llegue a Tenerife después de que se haya expandido como una plaga por Gran Canaria -el pasado mes se intervino una a un vecino de Santiago del Teide- ha vuelto a encender las alarmas en el Archipiélago por la creciente llegada de especies invasoras de fauna y flora que generan desequilibrios muy preocupantes en el medio natural, fenómeno del que son conscientes desde hace años las autoridades regionales, estatales y de la UE sin que se haya podido atajar. El último registro regional, que data de 2017, apunta a 183 especies de flora y fauna exóticas peligrosas, aunque Jaime de Urioste, presidente de la Fundación Neotrópico, de las más activas en las Islas contra este claro riesgo, eleva esa cifra ya a unas 200 y teme que siga creciendo.

Urioste asegura que internet y las redes sociales tienen una doble vertiente en la propagación de este fenómeno. Por un lado, están resultando claves para que particulares adquieran especies de todo tipo en casi cualquier parte del mundo, sin control policial, veterinario u otros y en un claro mercado negro. Por otro, muchos de esos "importadores" acaban cometiendo el estúpido, pero salvador error de presumir de su adquisición en esas mismas redes, colgando fotos o vídeos de sus nuevas mascotas, lo que está facilitando la localización y actuación de los agentes de seguridad especializados u ordinarios de los distintos cuerpos policiales.

No obstante, este experto advierte de que, sobre todo ante las especies prohibidas, lo que debería extenderse en Canarias, España y, en otros sitios, es el uso de microchips en cada ejemplar que se pretenda adquirir (al menos en el comercio legal) para poder ser localizado inmediatamente y evitar que pueda propagarse por despistes o, sobre todo y como ha ocurrido ya en las Islas, porque sus adquirientes acaban abandonándolos al poco que crecen o se convierten en una creciente molestia.

En el caso de Canarias, lo más grave es que, por el clima templado que caracteriza a las Islas todo el año, muchas de estas especies invasoras tienen más facilidades para readaptarse, sobrevivir al principio y, con el tiempo, crear colonias que luego se expanden, lo que no suele darse en temperaturas muy frías del Norte de Europa o calurosas en el continente africano o zonas similares.

Frente a lo que ha ocurrido en Gran Canaria con la serpiente Rey californiana, en Tenerife aún no se ha extendido esta especie (se han capturado unas diez en el último decenio), aunque hace un escaso mes las fuerzas de seguridad pudieron hacerse con una en Guía de Isora precisamente porque a la persona que había comprado un ejemplar le dio por presumir en Instagram y publicó varios vídeos que le acabaron delatando.

Esta reacción snob, de diferenciación y exclusividad, según señala Urioste, tiene la doble vertiente señalada, pero tampoco refleja, ni mucho menos, el verdadero mercado que existe en las Islas de especies prohibidas, exóticas e invasoras. "Es solo la punta del iceberg", remarca, "por las especiales características de Canarias, donde no hay depredadores especializados, existe mucha comida y se da ese clima templado, con lo que, en torno a un 20% de lo que llega acaba adaptándose, cuando en otras zonas apenas se alcanza el 5%".

Esto explica cómo se han asentado las iguanas (como las "espinazo"), las cotorras de Kramer, las citadas serpientes y otras venenosas, las numerosas plantas invasoras, como el rabo de gato, insectos de diverso tipo, aves o las tortugas de Florida. Sobre estas últimas, la Fundación advierte de los efectos más que contraproducentes para el equilibrio ambiental porque, si bien antes se abandonaban al crecer en estanques o depósitos limitados, desde hace tiempo se dejan en barrancos o simples charcos, "lo que es una verdadera barbaridad".

Urioste alerta también de que el último catálogo elaborado con el Real Decreto 216 de este año incluye especies que casi no llegan a las Islas por su elevado coste, como la iguana "rinoceronte" (que ronda los mil euros por ejemplar), al tiempo que ha dejado otras fuera que sí acceden a Canaria s y tienen un elevado potencial de peligro como invasoras.

Multas de hasta 200.000 euros

Lo bueno de la nueva normativa es que las multas no son precisamente bromas y oscilan entre los 3.001 euros y los 200.000. "El problema -apunta- es que el comercio legal y el ilegal va más rápido que la ley. Por eso, y más que prohibir especies, lo que habría que hacer es apostar por esos microchips".

Los efectos de la serpiente californiana, que se ha podido adquirir hasta en simples mercadillos, resultan devastadores. En zonas grancanarias como Telde, Valsequillo o Gáldar, se ha constatado ya la desaparición de un 40% de lagartos canarios cuya importancia en el equilibrio ambiental es muy relevante, al dispersar las semillas de plantas autóctonas como las tabaibas con sus excrementos. Lo peor de la situación es que muchas de las serpientes venenosas, que antes eran muy difíciles de conseguir, hoy se pueden adquirir también en ferias célebres de Madrid, Alemania u Holanda.

Aunque Tenerife se ha salvado, de momento, de la situación grancanaria, la Fundación subraya que, en muchas ocasiones, ha sido por pura contingencia afortunada. De hecho, hace unos años se detectó y capturó a tiempo a una hembra de culebra del maizal en el Parque La Reina (Arona) que había puesto 11 huevos, de los que diez estaban fecundados. "De no haberse atrapado, habría implicado una verdadera invasión por la Isla", advierte.

Lo peor de todo es que mucha gente desconoce que algunas de estas especies, como las cotorras de Kramer, portan las mismas enfermedades respiratorias que las palomas, mientras que las ardillas que invadieron Fuerteventura desde 1965 pueden hasta causar ceguera y otras afecciones gravísimas. "Las cotorras están, de momento, en núcleos poblacionales, pero ¿y si les da por subir a Anaga?", se pregunta Urioste.

Las ardillas llegaron a Fuerteventura en 1965

Si uno viaja o vive en Fuerteventura, desde hace ya mucho es más que habitual toparse con pequeñas ardillas (morunas). Lo que no se sabe tanto es que este atractivo (en apariencia) y juguetón animal, irresistible para muchos niños y a los que parece un crimen no ofrecer comida, son una plaga, un gran ejemplo de especie invasora y, encima, peligrosa para la salud humana (pueden causar ceguera y otras enfermedades). Y todo porque un particular trajo, en 1965, desde el Norte de África y por 35 pesetas, una pareja. Una se le escapó y, luego, liberó a la otra por pena. La consecuencia: una plaga imparable (1 millón en 2014).

Hurones: de necesarios a un peligro por descontrol

Otro ejemplo, aunque con antigüedad de siglos, son los hurones. Llegados para usarse en la caza y muy necesarios en ese ámbito, la moda de tenerlos como mascotas ha ampliado su cifra y descontrol, con graves efectos para los conejos y aves que nidifican en el suelo.

14.500 especies, con un 25% de endemismos

El último registro oficial en Canarias apunta a la presencia en las Islas de unas 14.500 especies de flora y fauna terrestres. De ellas, un 25% procede exclusivamente del Archipiélago y, por tanto, se trata de endenismos. Sin embargo, se calcula que hay 1.567 exóticas (lo que representa un 11%) y, de esas, las 200 (justamente 183 en el estudio) de carácter peligroso por sus efectos en el equilibrio del medio y del resto de plantas o animales (insectos, aves...). Así lo registra el Banco de Datos de Biodiversidad del Gobierno de Canarias, que deja claro que las especies exóticas e invasoras no solo desequilibran el resto de poblaciones de fauna y flora, sino que tienen efectos muy negativos en los cultivos (polilla guatemalteca y las papas...), el ganado y el patrimonio artístico e histórico, como bien prueba ahora la termita presente en zonas de Tacoronte. En España, canarias es la región más afectada por esto y, aquí, Tenerife lidera las islas con mayor cifra.