El Teide ha conseguido una pieza clave en la investigación internacional para descubrir nuevas Tierras que sean capaces de albergar vida. La instalación del telescopio Artemis, que forma parte de la red Speculoos (Search for habitable Planets Eclipsing Ultra-Cool Stars), permitirá a los astrofísicos de todo el mundo contar con la visión de un espacio mayor de la cúpula celeste -concretamente del hemisferio norte- a la que, hasta ahora, no podían acceder.

Lo ha logrado gracias al empeño del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), que, liderado por el investigador, Julien De Witt, decidió hace un año que las condiciones atmosféricas del pico tinerfeño y la ubicación de Canarias como puerta de entrada a Europa eran lo suficientemente atractivas como para establecer su primer telescopio en el Observatorio del Teide. Para establecer la construcción, el MIT logró captar dos millones de euros. "Está bien que el MIT se haya fijado en Canarias para establecer este telescopio", insistió Rafael Rebolo, director del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), que remarcó que, aunque "modesta", la instalación resulta un pequeño paso para ir avanzando hacia "pasos más grandes".

Esta cantidad podría llegar a ascender hasta casi los 10 millones de euros en captación de fondos para Canarias si finalmente se instalan cuatro telescopios de este tipo en el Teide. Una situación probable ya que lo "ideal" para De Witt es establecer un observatorio norte que se asemeje a las construcciones que la red Speculoos tiene en el hemisferio sur. Es decir, la construcción de Chile que alberga otros cuatro telescopios. Sin embargo, esta situación aún no es segura. Rebolo aseguró que actualmente se está cerrando la financiación "para otro telescopio de este tipo", pero insistió en que, aunque el "objetivo es tener cuatro", las negociaciones aún están muy verdes en este sentido.

Este telescopio de un metro de diámetro, denominado Artemis en honor a la deidad griega, se encargará de buscar planetas del tamaño de la Tierra que giren alrededor de estrellas muy frías, las llamadas "estrellas ultrafrías", como explicó Rebolo.

Y es que, mientras la temperatura del sol asciende a 5.500 grados centígrados, el calor de estos pequeños astros no llega a los 2.500 grados. En cuanto a su tamaño, y teniendo en cuenta que si se redimensionara nuestro sol hasta el tamaño de una naranja (en una escala 1:15.000 millones), estas estrellas tendrían el de una cereza. Por su parte, los planetas que se pretenden censar se asemejarían a pequeños granos de sal girando a su alrededor.

Las estrellas que se buscarán serán las de nuestro mismo vecindario: la Vía Láctea. "Todas las estrellas frías que se van a estudiar se encuentran a una distancia entre 50 y 100 años luz", ratificó Rebolo. Para cazar a estos planetas, los investigadores utilizarán una técnica denominada tránsito astronómico. Un fenómeno que sucede, en este caso, cuando el planeta pasa por delante de la estrella, bloqueando en cierta medida su visión. "Mientras pasa, su brillo disminuirá durante unas horas", explicó Roi Alonso, investigador principal de este proyecto en el IAC, que recordó que para tener éxito aplicando esta técnica se tiene que aunar con la fotometría o la velocidad radial.

La ventaja de buscar pequeñas estrellas es que sus planetas suelen transitarlas una media de 20 días. Además, "cuanto menor es la estrella, de menor tamaño son los planetas" y, por ende, más posibilidades tienen de parecerse a la Tierra y albergar vida.

Para detectar estas hermanas de la Tierra de una forma muy primigenia -ya que el censo de planetas es tan solo el primer paso de una misión mucho más grande- los investigadores buscan que tenga una temperatura adecuada para albergar agua en estado líquido. Para tener esta característica debe encontrarse en la llamada "zona de habitabilidad", que, en estas pequeñas estrellas, es a una distancia mucho menor que en nuestro sistema solar.

La iniciativa de búsqueda de planetas surge hace 25 años. "Lo curioso es que casi en todos los sitios se han encontrado planetas y por ello ahora se buscan planetas que puedan albergar vida", explicó Alonso. De ese búsqueda surge la instalación de los telescopios Trappist (Telescopio Pequeño para Planetas y Planetesimales en Tránsito), también de la red Speculoos. En 2016, un equipo de astrónomos belgas, encabezado por Michaël Gillon, del Instituto de Astrofísica y Geofísica de la Universidad de Liège en Bélgica, publicó los resultados de su investigación en Nature, donde describía la existencia de TRAPPIST-1, un sistema que contenía tres planetas del tamaño de la Tierra que orbitan la estrella.

De eso también se encargará Artemis, que, al formar parte del consorcio Speculoos, recibirá investigadores de las universidades de Liège (Bélgica), Cambridge y Birmingham (Reino Unido), Berna (Suiza), el MIT (EEUU) y el IAC. Todos ellos, se unirán a una de las búsquedas que más intrigas ha causado en el ser humano desde que es consciente de sí mismo. ¿Estamos solos en el universo? ¿Somos únicos? Artemis será clave para resolver este misterio, el más complejo de la humanidad.

Las claves

Speculoos es un proyecto de investigación internacional que tiene como objetivo detectar los planetas tipo Tierra que eclipsan algunas de las estrellas más pequeñas y frías de nuestro vecindario.

La red está compuesta por cuatro telescopios ubicados en el Hemisferio Sur, en el Observatorio Paranal (Chile), a la que se une 'Artemis', en el Observatorio de El Teide.

Los telescopios del consorcio Speculoos tienen una apertura de un metro y están equipados por una montura robótica y una cámara sensible al infrarrojo cercano. Además se pueden manejar a distancia.

Los prototipos Trappist, ubicados en Chile y Marruecos, dan soporte al proyecto.

Desde 1995 se han detectado miles de planetas fuera del Sistema Solar, revelando que la mayoría de estrellas albergan su propio sistema planetario.

Muchos proyectos se han iniciado con el fin de caracterizar la atmósfera de algunos exoplanetas gigantes, lo que ha supuesto un paso más hacia el estudio de otras Tierras y la búsqueda de vida extrasolar.