El Teide ha vuelto a dar signos en las últimas semanas de que es un sistema volcánico activo, en forma de nuevos terremotos de pequeña magnitud en Las Cañadas y Vilaflor de Chasna, pero los expertos no observan indicios de que exista actividad de magma cerca de la superficie.

Los dos organismos implicados en la vigilancia volcánica de las islas, el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcán) y el Instituto Geográfico Nacional (IGN) , han publicado en las últimas horas informes sobre los últimos terremotos registrados en Tenerife, que están asociados a la actividad del sistema Teide-Pico Viejo.

El Involcán subraya que el " sistema volcánico-hidrotermal de la isla de Tenerife ha experimentado un sistema de presurización, probablemente vinculado a la inyección de gases de origen magmático", algo que comenzó a detectarse el 2 de octubre de 2016, cuando se registraron casi 800 terremotos en cinco horas.

" Este tipo de evento sísmico está relacionado con el movimiento de fluidos a lo largo de fracturas y es comúnmente observado en todos los volcanes y sistemas geotermales activos", añade.

Y adelanta que sus investigadores van a publicar en breve en la revista Journal of Geophysical Research que ese enjambre sísmico " estuvo relacionado con una poderosa emisión de fluidos, liberados por una cámara magmática localizada a unos 10 kilómetros de profundidad".

Según el IGN, los pasados 26 y 27 de mayo se detectaron en Las Cañadas del Teide nuevos eventos sísmicos " de gran contenido energético" que atribuye a " posibles fracturas de materiales frágiles, generadoras de unas primeras fases, a las que podría seguir un movimiento de fluidos"; un tipo de evento llamado por los expertos "híbrido".

El IGN encuadra ese tipo de movimientos sísmicos en Tenerife en lo que se considera normal "para una isla volcánica activa".

El Involcán coincide que el proceso que se está detectando en Tenerife entra dentro de la normalidad para una isla volcánica y aporta dos nuevos datos: sus datos indican que la sismicidad se multiplicó por 10 en 2018 con respecto al año anterior y que también se ha producido un considerable aumento de la emisión de CO2.

La emisión difusa de dióxido de carbono en el cráter del Teide comenzó a crecer a raíz del episodio de los 800 pequeños terremotos del 2 de octubre de 2016. Del promedio de 20 toneladas diarias que se medían en la zona desde hace 20 años, precisa, se pasó a detectar en febrero de 2017 hasta 175 toneladas.

Esa emisión, la mayor desde 1997, "no ha representado ni representa peligro alguno para las personas que acceden diariamente al Pico del Teide", apunta Involcán, pero indica un proceso de "presurización del sistema volcánico hidrotermal, probablemente vinculado a la inyección de gases de origen magmático".

Sin embargo, no se ha detectado deformación del terreno, lo que " hace poco probable la implicación directa de un sistema magmático superficial", detalla el Instituto Volcanológico de Canarias, dependiente del Cabildo de Tenerife.

En la última erupción ocurrida en Canarias, la que comenzó en 2011 en El Hierro, la irrupción de magma bajo la isla elevó esta hasta diez centímetros en algunas zonas. Y terminada ya la erupción que creó el volcán Tagoro, seis nuevas irrupciones de magma elevaron El Hierro hasta 27 centímetros, según publicó el IGN hace dos años.

En tiempos históricos, Tenerife ha registrado cinco erupciones: 1492, 1704-1705 (con tres focos), 1706, 1798 y 1909. La última de ellas fue la del volcán Chinyero y duró diez días.

Ninguna de ellas provocó víctimas directas, ni siquiera la más dañina, la que cubrió de lava el puerto de Garachico en 1706.