«No sé si habría alguna posibilidad de se pudiera publicar el motivo (al menos el nuestro) de por qué este año por primera vez desde 1950 no hemos podido montar nuestro puesto»... De esta forma pide la palabra la esposa de Domingo Negrín, tercera generación de esta familia que junto a los Mora fueron los pioneros en la instalación de los primeros puestos de tostadores de castañas en la capital tinerfeña.

El nieto del iniciador de esta tradición recuerda que todavía se conserva fotografía del primer puesto que se colocó en la plaza de España, que luego se trasladó a los alrededores del Hospital Psiquiátrico de la capital, el Puente Serrador, Las Asuncionistas y, cuando estuvo en obras, acabó cerca de la plaza de toros, donde durante trece años ha cumplimentado con este ritual.

Con desconsuelo, y no solo por la cuestión económica sino también con el cariz afectivo y de tradición familiar, Domingo explica que este año no montarán su puesto de castañas porque el ayuntamiento abrió el plazo de inscripción del 1 al 5 de septiembre sin que ellos fueran informados. «Cuando presentamos la documentación nos dijeron que ya estábamos fuera de plazo», se lamenta contrariado, máximo porque de los diecisiete puestos habilitados este año se han quedado siete vacantes. «Nadie nos ha dicho que el ayuntamiento vaya a ampliar el plazo o a dar una nueva oportunidad; si fuera así, nos gustaría montar este año», añade Domingo –casado, padre de una niña y en paro en la actualidad–. «Este año la campaña de la castaña vino tardía y por eso nos retrasamos», se justifica confiando en una última oportunidad para montar.