Santa Cruz de Tenerife cumple hoy 527 años. Lo celebra con unas Fiestas de Mayo limitadas por la pandemia pero con toda la pasión que permite el coronavirus. Todo empezó el 3 de mayo de 1494 cuando las tropas castellanas de Alonso Fernández de Lugo clavaron una cruz en la playa de Añazo.

El día 3 de mayo de 1494, hace hoy 527 años, las huestes castellanas al mando de Alonso Fernández de Lugo clavaron en la playa de Añazo una rudimentaria cruz de madera, de 2.05 metros por 1.30, y 0.10 metros de espesor, con la que oficiaron la misa que conmemoraba la Fundación del Puerto y Lugar de Santa Cruz. Como la fecha coincidía con la festividad de la Invención de la Cruz, por ser el 3 de mayo del año 326 la fecha en que se descubrió la utilizada en la crucifixión de Cristo, existe constancia documentada de que a partir de 1513 el Cabildo nombraba guardas para que se incorporaran a la fiesta que ese día se celebraba en el Puerto, y añade: que es la fiesta del pueblo.

La Cruz Fundacional permanecería en el mismo lugar hasta 1745, soportando lluvias, sol y maresía, hasta que el alcalde Juan de Arauz y Lordelo, al observar el estado de deterioro y abandono en que se hallaba, le mandó construir una capilla en la plazuela de la Cruz, al naciente de la plaza de la Iglesia de La Concepción, denominándola capilla de la Santa Cruz. Este lugar coincide hoy con el antiguo solar de Unelco, junto al edificio Mapfre, entre la avenida Marítima y la calle Bravo Murillo, muy cerca de la parada del tranvía denominada Fundación.

En 1794, al derribarse la citada capilla, los frailes franciscanos pusieron la cruz junto a la puerta de la ermita de San Telmo, donde quedó olvidada por aquellos que no conocían su historia y la indiferencia de los que, aún conociéndola, no eran conscientes de su valor testimonial. El fraile dominico Lorenzo Siverio, valorando lo que aquel antiguo símbolo representaba para la población, tomó en 1850 la decisión de trasladarla a la capilla del Hospital de los Desamparados, exclamando: “Nadie presta hoy atención a esta vieja reliquia, pero llegará el día en que todos se la disputarán”.

Sería en 1871, cuando el alcalde Emilio Serra y Ruz se interesó oficialmente por la cruz, promoviendo que fuera reconocida su titularidad municipal, se cumpliría lo que el fraile dominico había vaticinado, pues la parroquia no veía con buenos ojos las pretensiones del Ayuntamiento. Las autoridades de Marina alegaron que les pertenecía, pues San Telmo era la ermita de los mareantes, y el Ayuntamiento de La Laguna alegaba que debía conservarse junto al Pendón de la Conquista, al ser una pieza fundamental en la historia de la Isla.

Tendría que intervenir la Comisión Provincial para informar, el 19 de abril de 1873, que la Cruz de la Conquista pertenecía de hecho y de derecho al municipio de Santa Cruz, autorizándola a recoger todos los ornamentos que le pertenecían para su custodia. El inventario de los enseres existentes en la ermita de San Telmo, decía: “La Cruz llamada de la Conquista, de madera de tiempo inmemorial, se encuentra al lado del Evangelio, dentro de una urna de madera con cristales, y tiene un sudario de tafetán blanco. Para su adorno se utilizan dos jarrones chinos con filetes dorados y catorce faroles de vidrio de diversos colores”.

También la Comisión Provincial acordó que la cruz permaneciera en la iglesia de San Telmo y que en su festividad de mayo saliera en procesión por las calles del barrio de El Cabo hasta la parroquia de La Concepción.

En 1892, el Ayuntamiento, al comprobar el lamentable estado en que se encontraba la venerada reliquia, y con el fin de preservarla y custodiarla en las mejores condiciones posibles, acordó que fuera incrustada convenientemente en buena madera, e introducida en un relicario de madera, níquel y cristal, en cuya parte superior figura, repujado, el escudo de armas de Santa Cruz y una inscripción que dice: “Aquí se encierra la Cruz colocada por el conquistador de Tenerife Don Alonso Fernández de Lugo en el altar ante el cual se celebró por primera vez el Santo Sacrificio de la Misa en las playas de Añazo, día 3 de mayo de 1494. Fue costeada por el Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz en 1892. In hoc signos vinces”.

Cuadro de la misa fundacional en la playa de Añazo.

Carácter institucional

Al otorgarle carácter institucional a la Cruz Fundacional y a la conmemoración anual de su festividad, muchos habitantes de la Villa y Puerto de Santa Cruz comenzaron a conocer lo que aquella vieja reliquia representaba y a sentir interés por el testigo fundacional de su historia. En 1896 la Cruz sería trasladada de manera definitiva a la iglesia matriz de Nuestra Señora de la Concepción, donde permanece y recibe culto en la actualidad. Desde aquí, cada 3 de mayo, sale en procesión por las calles de la ciudad, acompañada de autoridades religiosas, civiles y militares, así como multitud de fieles. Este año no podrá ser posible esa multitud por las restricciones sanitarias.

Desde el 28 de agosto de 1803, la Cruz Fundacional forma parte del Escudo Heráldico de Santa Cruz de Tenerife, otorgado por el rey Carlos IV, donde aparece superpuesta a la Cruz de Santiago, debido a que ambas simbolizan dos hitos importantes en la historia de la ciudad: la Fundación, el 3 de mayo de 1494, y la derrota de la escuadra inglesa, al mando del contralmirante Horacio Nelson, el 25 de julio de 1797, festividad de Santiago Apóstol.

La primera procesión cívica de la Cruz Fundacional tuvo lugar en 1867. Salió de la capilla del Hospital de los Desamparados, donde estaba depositada, y después de recorrer las engalanadas calles del barrio de El Cabo, cuyas casas lucían colgaduras, llegó hasta la ermita de San Telmo. Le acompañaba el Pendón de la Ciudad, al que seguía la Corporación Municipal, gobernador civil, la banda militar, y un piquete del batallón.

El Pendón era nuevo y había sido confeccionado en Sevilla con todos los detalles del que carecía el anterior. Ese día, la Corporación usó, por primera vez, una medalla pendiendo de su cuello, en una cinta con los colores nacionales. Estas medallas de plata sobredorada, fabricadas en París, tenían el lema: “Ayuntamiento Constitucional de Santa Cruz de Tenerife”.

El 2 de mayo del citado año, la cruz fue trasladada a la iglesia de San Francisco, donde quedó custodiada hasta el día 3, en que tuvo lugar la ceremonia y luego la procesión por las calles del centro de la ciudad. Por la noche hubo paseo y música en la plaza de la ermita, quemándose diversos fuegos artificiales. La procesión fue calificada por los medios de comunicación como espectáculo grandioso pues iba acompañada de toda la Corporación municipal y multitud de personas venidas de todos los puntos de la Isla.

Foto antigua de la cruz José Manuel Ledesma Alonso

La generosidad de los vecinos

La fiesta se celebró durante muchos años gracias a la generosidad de los vecinos más pudientes y las colectas realizadas por los regidores puerta a puerta. Durante los primeros cinco días del mes de mayo de ese año hubo diversos festejos: regatas de lanchas, riñas de gallos, pandorga, elevación de globos, carrera de sortijas a caballo. Por la noche hubo paseo y música en la plaza y se quemaron fuegos de artificio. También se instalaron casetas de feria en la plaza de la Constitución (La Candelaria), magníficamente decorada e iluminada pues todos los faroles estaban encendidos, aunque hubiese luna llena.

Las primeras Fiestas de Mayo se celebraron en 1892. Duraron tres días y la animación fue extraordinaria. Por la noche hubo retreta militar que recorrió las principales calles. Además, se celebró un baile en el Casino, una velada literario-musical en el Gabinete Instructivo y una comitiva de figuras alegóricas, llevada a cabo por señoritas del Círculo de Amistad que vestían caprichosos trajes. La colonia palmera quiso también contribuir a la brillantez de las fiestas y celebraron la danza de los enanos, primero en el teatro y luego bailando en calles y plazas, invadidas por enorme concurrencia.

Las Fiestas de Mayo de 1894 fueron las más brillantes de las que se habían celebrado hasta entonces, pues se conmemoraba el Cuarto Centenario de la Fundación de la Ciudad. Se volvió a decir la misa de campaña en la plaza de San Telmo, en recuerdo de la primera que se dijo en Tenerife, en aquel mismo sitio y ante la misma cruz, a la que asistieron todas las tropas de la guarnición, la guardia provincial y la marinería del crucero Isla de Cuba, surto en el puerto. Se engalanaron las calles y plazas con artísticos arcos y la iluminación fue magnífica. Todos los actos revistieron gran solemnidad.

La cruz recorrió por primera vez el centro de la población, acompañada del ejército. La Real Sociedad Económica de Amigos del País montó una gran exposición de arte, historia, industria, agricultura y comercio. Se celebraron conciertos en la plaza del Príncipe y en la Sociedad Santa Cecilia. Hubo proyecciones luminosas en la plaza de la Constitución, una fiesta marítima en el muelle, carrera de cintas a caballo, tres corridas de toros, etc. Bailes en el Casino, en el Círculo de Amistad y en la sociedad Santa Cecilia; este último fue de gala y a él asistieron autoridades, cuerpo consular, etc. También la colonia palmera repitió la “danza de los enanos”.

El número culminante de estas fiestas fue la entrega a la Corporación Municipal de la Cruz de Primera Clase de la Orden Civil de Beneficencia y la concesión del título de Ciudad Muy Benéfica, por las pruebas de abnegación y heroísmo demostrados por sus habitantes durante la epidemia de cólera de 1893, en la que, después de tres angustiosos meses de lucha contra el fatídico mal, fallecieron 382 almas, de una población de 19.722 habitantes.

Al acto, celebrado en la plaza de La Candelaria, junto a la Cruz de Montañés, asistió el Ayuntamiento en Pleno, con el Pendón y bajo mazas. Cuando el gobernador civil leyó el Real Decreto por el que se concedía dicha Cruz a la ciudad, el síndico personero que portaba el Pendón se arrodilló ante el Obispo, quién bendijo la Cruz y la banda de la Orden de Beneficencia, a la vez que el gobernador civil las colocaba en el Pendón. Para potenciar las Fiestas de Mayo de 1909, Patricio Estévanez promovió una campaña en el periódico El Progreso. Ese año el programa fue más extenso que nunca pues hubo dos semanas de actos y regocijos de todas clases.

Los actos más importantes

A partir del citado año, los actos que tradicionalmente se vienen celebrando, con gran brillantez y participación de profesionales y público, son la exposición regional de flores y plantas, y de artesanía tradicional canaria; el concurso de cruces de flores naturales y de materiales reciclados; el Baile de Magos y el concurso de comidas típicas y de artesanía gastronómica canaria; la elección de la reina de las fiestas y sus damas de honor, infantiles y adultas; el concurso infantil de trajes tradicionales y de dibujo y pintura. Este año se podrán celebrar algunos actos, pero con las limitaciones de la pandemia.